Acompañar a las personas en sus últimos momentos
La Fundación La Caixa reforzó sus programas durante el confinamiento para ayudar a las organizaciones benéficas en los momentos más difíciles
Uno de los momentos más duros e inciertos a los que se tiene que enfrentar una persona es el de la muerte. Se trata de un paso para el que el ser humano no está preparado, máxime fruto del tabú que siempre rodea a la etapa final de la vida. Durante la pandemia, los medios de comunicación se han llenado con cifras de decenas, centenares y miles de fallecimientos provocados por la covid-19. Para facilitar este tránsito la Fundación La Caixa ha reforzado un...
Uno de los momentos más duros e inciertos a los que se tiene que enfrentar una persona es el de la muerte. Se trata de un paso para el que el ser humano no está preparado, máxime fruto del tabú que siempre rodea a la etapa final de la vida. Durante la pandemia, los medios de comunicación se han llenado con cifras de decenas, centenares y miles de fallecimientos provocados por la covid-19. Para facilitar este tránsito la Fundación La Caixa ha reforzado uno de los programas que lleva realizando años, pero en esta ocasión lo ha ampliado también a los sanitarios, a esos héroes que han visto cómo sus pacientes respiraban por última vez sin que supieran qué podían hacer para ayudarles.
El programa psicoemocional está formado por seis equipos formados por un médico, una enfermera, un trabajador social y un psicólogo que trabajan en 17 hospitales. Su trabajo consiste en ayudar al enfermo a “abordar el final de la vida”, según explica Mar Barón, la responsable del Área Social de la Fundación La Caixa y directora del Espacio Caixa Madrid. Esta madrileña de 51 años estudió Magisterio y dio clases de matemáticas y ciencias hasta que ingresó en 1997 en el antiguo Museo de la Ciencia de Alcobendas. Desde allí, fue escalando puestos en la fundación hasta llegar a la responsabilidad actual.
“En muchos casos son personas mayores que se ven en una situación de enfermedad y de declive, por lo que nuestra intención es que lo afronten con el mayor grado de paz posible”, recuerda Mar Barón. Las cifras de este año, y más con la pandemia, aún no están cerradas, pero solo durante el año pasado atendieron a 7.690 pacientes y a 6.829 familiares. “Ha sido muy duro porque es necesario organizar la privacidad y poder acompañarlos en sitios de mucho riesgo como las unidades de cuidados intensivos y en espacios restringidos de hospitales”, añade.
La novedad de este año es que la fundación ha firmado un acuerdo con el Ministerio de Sanidad y con la Fundación Galatea para atender también a los profesionales sanitarios. Se ha puesto en marcha un teléfono que está operativo de nueve de la mañana a diez de la noche durante los siete días de la semana. Se le ha dotado con un millón de euros de presupuesto. En principio, iba a durar hasta ayer, 30 de septiembre, pero sus responsables no descartan ampliarlo dado que temen los posibles rebrotes de la pandemia.
El trabajo de la Fundación La Caixa es mucho más vasto que el programa psicoemocional. De hecho, Barón presume que sus intervenciones abarcan “todas las etapas de la vida”. “Vivimos en un momento tan crucial que ha sido necesario potenciar programas estratégicos con iniciativas concretas”, describe. La fundación, con un presupuesto de 560 millones de euros, destina 67 a la región madrileña.
En el tramo de 0 a 18 años, se ha ayudado a la infancia más necesitada: “La pobreza se hereda. Hay que romper ese ciclo y se han destinado fondos sobre todo a la alimentación, a la higiene y a la educación. Sólo en la Comunidad de Madrid se ha potenciado la alimentación en los hogares con medio millón de euros”, recuerda la responsable del Área Social de la Fundación La Caixa. Eso sí, la entidad no lo hace directamente con los beneficiarios de las ayudas, sino a través de numerosas organizaciones no gubernamentales. “Son las que están asentadas en el territorio y las que conocen la realidad de las familias. También lo hemos hecho a través de colegios”, destaca Barón.
Los adultos se han visto beneficiados por el llamado plan Incorpora, que se destina a las personas desempleadas de larga duración o con graves problemas para acceder al mercado laboral. Esto incluye desde reclusos en tercer grado o los que ya han cumplido la condena a mujeres mayores de 50 años, pasando por víctimas de violencia de género. El perfil suele corresponder a personas con niveles formativos bajos o muy bajos, a los que se les forma incluso para el autoempleo. Se trata de una ayuda diferida en el tiempo, en el que siempre están acompañados.
“Los resultados han sido muy positivos. Sólo en la Comunidad de Madrid se ha conseguido contratar a más de 4.200 personas. Es un 16% menos que en el mismo periodo del año pasado, pero estamos muy contentos por la situación en la que se han conseguido esos resultados. Estamos muy esperanzados para los próximos meses”, resume Barón. Los sectores en los que se ha dado mayor contratación ha sido en dos sectores cruciales, como la alimentación y la logística, sobre todo la dedicada al reparto de comida.
Las personas mayores también son el foco de la Fundación La Caixa. De hecho, cuando el abogado Francesc de Moragas fundó la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros –la actual CaixaBank-, se marcó como objetivo la vocación social y el estar cerca de los mayores. Eso tampoco se ha abandonado durante la pandemia, pese a que ha sido necesario readaptarse a los nuevos tiempos. “Hemos estado en contacto con aquellas personas que podrían sufrir más soledad. Hemos creado guías para que supieran cómo utilizar el WhatsApp o Zoom y hemos llamado a más de 1.200 personas para saber cómo estaban”, repasa Barón.
Lo que más les ha sorprendido es la vitalidad de estos mayores. Todos se han mantenido confinados para no contagiarse. Pero tampoco ha faltado quienes han preparado comida para personas necesitadas o se han erigido en voluntarios para ir a la compra para sus vecinos. Se han mantenido las tertulias literarias o se ha continuado un proyecto de salud mental. “Han sido impresionantes las muestras de solidaridad que han realizado estas personas durante el confinamiento. Y lo activos que han estado pese a estar en sus casas. Muchos han aprovechado para devorar muchos libros y otros para seguir con sus aficiones, como conectarse a Internet y ver óperas”, concluye Barón.
Mochilas cargadas de solidaridad
La vuelta al colegio de muchos escolares de la región ha supuesto para muchas familias un choque con la realidad, con la falta de recursos y con la imposibilidad de comprar todo el material necesario. La Fundación La Caixa ha repartido en toda España 120.000 lotes entre escolares, de los que 13.500 se han quedado en la región. El tamaño de las mochilas y de su contenido iba en función de la edad del receptor. Los más pequeños tenían lápices de colores y una bolsa de tela en la que guardar sus objetos de escritorio, mientras que los destinados a los más mayores incluían una calculadora científica e incluso protectores en los que guardar los folios de los apuntes. Todo ello financiado por CaixaBank
Al igual que ha ocurrido con el resto de las ayudas, se ha repartido a través de las organizaciones que están en contacto directo con los niños más necesitados.