Nada que esconder
Los madrileños Alejandro Reina, Irene Ferreiro y Hajar Brown, protagonistas de la serie SKAM, tienen muchas similitudes con sus personajes
Vuelven con cierta nostalgia al Parque Tierno Galván. No hace tanto que rodaban allí la cuarta temporada de SKAM, la serie que les ha convertido en referentes para jóvenes aún más jóvenes que ellos, pero parece que han pasado años. “Volver aquí es extraño. Cada vez que veíamos teníamos la sensación de que iban a ser nuestras últimas secuencias porque sabíamos que la serie se acababa”, explica Alejandro Reina. Era febrero. Aún decían en las tertulias que el coronavirus era como una gripe. “Parece que hayan pasado cinco años desde entonces”, reconoce Irene Ferreiro. “Hemos vivido muchas cosas ju...
Vuelven con cierta nostalgia al Parque Tierno Galván. No hace tanto que rodaban allí la cuarta temporada de SKAM, la serie que les ha convertido en referentes para jóvenes aún más jóvenes que ellos, pero parece que han pasado años. “Volver aquí es extraño. Cada vez que veíamos teníamos la sensación de que iban a ser nuestras últimas secuencias porque sabíamos que la serie se acababa”, explica Alejandro Reina. Era febrero. Aún decían en las tertulias que el coronavirus era como una gripe. “Parece que hayan pasado cinco años desde entonces”, reconoce Irene Ferreiro. “Hemos vivido muchas cosas juntos. Esto nos ha unido para siempre”, señala Hajar Brown.
Crecer a la vez. Los tres empezaron a trabajar muy jóvenes. Aún no eran mayores de edad. Nada que ver con la hornada de Al salir de clase, donde la mayoría interpretaba a personajes con muchos menos años. En SKAM han ido creciendo a la vez. Los tres son de Madrid. Irene nació en 2001, Alejandro en 1999 y Hajar en 1996. “En el casting buscaban personas que hubiesen tenido vivencias cercanas para plasmarlas en los personajes”, revela Alejandro Reina, que interpreta a Lucas. “Éramos personas sin experiencia, por lo que buscaban compensarlo así, tirando de nuestras propias vivencias. Creo que suplimos la falta de experiencia laboral con experiencia personal”, abunda Irene. “A mí me llamaron para documentarse, para informarse de cómo era la vida de una musulmana en España. Cuando tuve confianza les dije que si buscaban una actriz para el papel. Al final me hicieron pruebas y entré”, descubre Hajar Brown, Amira en la serie.
Realidad y ficción. Tanto Hajar como Amira son musulmanas practicantes. Las dos llevan hiyab. “Sabía que ponerme el pañuelo iba a ser un punto de inflexión en mi vida, sabía que las cosas iban a cambiar. Al ponerte el pañuelo hay privilegios que se pierden. Me daba mucho miedo, pero al final me lancé. Desde entonces me recuerda todos los días quién soy”, comparte la actriz, que recomienda fervientemente el libro Por qué el islam: mi vida como mujer, europea y musulmana, de Amanda Figueras. Las similitudes entre la vida real y la ficción son una constante en la serie. Lucas Rubio tiene un canal en YouTube. El vídeo en el que salía del armario delante de sus mejores amigos tiene casi tres millones de visualizaciones. “Yo pasé por el mismo proceso y que tanta gente me diga que el vídeo le ha ayudado me da mucha satisfacción”, celebra Alejandro. Cris es una de sus mejores amigas. En la segunda temporada supo que era bisexual. Escucha mucho r&b femenino, como Irene, una chica inquieta que escribe y dibuja. Voces que se ahogan en el silencio es su primer libro. Textos e ilustraciones llevan su firma.
Retrato generacional. Adaptación de la serie original noruega, la versión española de SKAM es un retrato de la generación de los nacidos a partir del año 2000. Sus problemas, sus miedos, sus sentimientos. En la ficción han abordado temas como el bullying, las relaciones tóxicas, las diferentes opciones sexuales o el feminismo. “Yo era muy fan de la noruega. Los primeros días de rodaje era muy pesado y no dejaba de preguntar y comparar con la original”, recuerda Alejandro. “Yo también estaba enganchada. A mí me venía genial que Álex preguntase tanto. Él preguntaba todo lo que yo quería preguntar. A él no le daba vergüenza, pero a mí sí”, asegura Hajar. Su versión de la serie ha tenido tanto éxito en España como en Italia, Argentina, Brasil, Chile, México, Perú y Ecuador.
Escenarios varios. Toda la trama se desarrolla en Madrid. Los tres intérpretes han descubierto un montón de sitios con el rodaje. “Han elegido lugares superbonitos. Yo tengo una lista en las notas del móvil con sitios a los que quiero volver”, dice Hajar. Del Parque Tierno Galván salen lugares como la pasarela que se alza entre el Planetario y una antigua chimenea industrial. Pintadas y grafitis sobre hormigón. En la serie también aparecen el rocódromo y un vagón abandonado en recuerdo de los trenes que por allí pasaban. Otro escenario muy utilizado en la cuarta temporada es el puente de la M30 junto a la Mezquita. El Instituto de Educación Secundaria donde estudian está en Retiro: Isabel la Católica. “Era mi instituto real. Me gradué allí”, desvela Reina. Su personaje, Lucas, se siente libre en Chueca. La casa de Cris está en la calle Joaquín Costa, 57.
Planes de futuro. Tienen miles de seguidores en las redes sociales, que les pueden hacer creer que su éxito de ahora es para siempre. El carácter también suma. Hay una actriz española muy conocida que hace dos años estrenaba cuatro películas y el año pasado y lo que llevamos de este no ha estrenado ninguna. “Un día puedes estar arriba del todo y al día siguiente no tener nada”, asume Alejandro Reina, que baila ballet desde muy pequeño y ahora estudia un grado superior de teatro musical. “Actuar es mi vocación. Ojalá pueda ganarme la vida de ello”, dice Irene Ferreiro, la única de los tres que estudiaba interpretación antes de la serie. “Yo quise ser actriz para dejar de ser yo. Hago de otras personas porque se me da muy mal ser yo misma”, suelta Hajar Brown, que estudia Ingenieria Civil. Le encantaría construir cementerios. Los tres llevan bien la fama. “La mascarilla ahora nos ayuda a pasar más desapercibidos en el metro”, coinciden. Solo queda un mes de emisión de la serie que les ha unido. A pocos metros de la estatua del alcalde de Madrid que da nombre al parque hacen una promesa: quedarán para ver el último capítulo. “Tendremos que llevar pañuelos. Seguro que lloramos un montón”.