Baldosas de diseño para suelos con mucho arte
Mosaista recupera la fabricación artesanal de baldosas hidráulicas, dándoles un giro innovador a través de colaboraciones con artistas, diseñadores y arquitectos.
A mediados del siglo XIX, el mundo de los pavimentos vivió una auténtica revolución. La invención de las baldosas hidráulicas, que no requieren cocción y permiten crear diseños de lo más originales, dio lugar a un material que combinaba la artesanía –se elaboran pieza a pieza– con los avances de la industrialización. En Cataluña, con el modernismo en plena eclosión, los fabricantes empezaron a contar con artistas y arquitectos como Gaudí o ...
A mediados del siglo XIX, el mundo de los pavimentos vivió una auténtica revolución. La invención de las baldosas hidráulicas, que no requieren cocción y permiten crear diseños de lo más originales, dio lugar a un material que combinaba la artesanía –se elaboran pieza a pieza– con los avances de la industrialización. En Cataluña, con el modernismo en plena eclosión, los fabricantes empezaron a contar con artistas y arquitectos como Gaudí o Domènech i Montaner para producir baldosas con diseños llamativos. Más de un siglo y medio después, en 2002, Iván Alvarado decidió retomar y actualizar esta idea de las colaboraciones y creó Mosaista. “El inicio del proyecto fue invitar a diferentes creadores a hacer un diseño que nosotros producíamos. La colección se llamó Artistas por los suelos”.
La fascinación de Iván por las baldosas hidráulicas viene de lejos. “Soy de Alicante y este es un material que se ha usado mucho en las zonas de costa. Cuando era pequeñito me llamaba mucho la atención y cogía piezas de las casas en ruinas”. Además, su familia siempre ha estado relacionada con el diseño –su padre es el diseñador de moda Antonio Alvarado–, por lo que quería continuar con la tradición familiar, pero desde otro enfoque. “El hidráulico es ideal, porque al final es un soporte gráfico en el que puedes generar colecciones constantemente”. Cuando empezó, Iván contactó con los pocos fabricantes de baldosas hidráulicas que quedaban en España y se encontró con que eran bastante reacios a enseñarle. “Hasta que un día toqué la puerta de Miguel Adrover, un artesano de Menorca que me dijo que fuera allí a aprender con él”. Estuvo un mes en su taller, un período en el que no aprendió el oficio al completo, pero sí lo suficiente para poder evolucionar. Montó su primer taller en el pueblo de Carabaña. Ahora fabrica en Arganda y su tienda física se encuentra en el barrio de Las Letras.
Además de los diseños personalizados, cuentan con varias colecciones que ya son iconos de la casa.
Recientemente, las baldosas hidráulicas se han vuelto a poner de moda, pero cuando Iván empezó, el oficio de fabricarlas estaba prácticamente extinto a nivel nacional, de ahí que le costara tanto dar con alguien que le enseñara. “Tampoco había clientes, así que era una aventura con un futuro incierto”. Además, por su carácter artesanal, no es un material barato. Su proceso de fabricación requiere de unos moldes metálicos, llamados trepas –que también se fabrican artesanalmente–, divididos en diferentes secciones en función del diseño de la pieza. En cada sección se vierte una mezcla de pigmento, mármol y cemento blanco o gris, que conformará la cara visible de la baldosa. “Sobre la pintura se echa un mortero seco y fino, que absorbe la humedad, y sobre ese mortero fino, otro más tosco y húmedo, que formará la cara posterior. Después se prensa la pieza y listo”. Este proceso se repite con cada baldosa.
Quizá por el carácter histórico del suelo hidráulico y a pesar de la apuesta de Mosaista por su actualización, muchos de los encargos que reciben se acaban inclinando por lo que Iván califica como “diseños tradicionales”. Así que, desde hace algún tiempo, han optado por ir retirando estos diseños para apostar más por los propios, buscando sinergias con profesionales de disciplinas afines. Entre sus alianzas creativas encontramos nombres como los de los arquitectos Teresa Sapey y Pedro Feduchi o el estudio de diseño YONOH. Por su forma de trabajar, personalizada y a medida, su cliente principal son arquitectos y decoradores, aunque también trabajan con particulares. Entre sus últimos proyectos se encuentra el suelo de un mercado gastronómico del chef José Andrés en Nueva York, a base de baldosas de su colección serpentinas y confetis by Pedro Feduchi.
Además de los diseños personalizados, cuentan con varias colecciones que ya son iconos de la casa. Hexagon está formada por baldosas hexagonales, Reinpintado se basa en figuras geométricas que se descomponen, Trama en geometrías que forman tramas continuas, Nolla se inspira en reproducciones del Mosaico Nolla –pequeñas teselas geométricas y monocromas, con las que se crean composiciones muy elaboradas–, mientras que Entre Líneas y Monocromo son dos colecciones que reinterpretan diseños con un trazo muy fino, de manera que la carga visual en el espacio se reduce y que son la respuesta que desde Mosaista han ideado para todos aquellos clientes que les preguntan si se cansarán de ver cada día un suelo tan colorido. Su colección más personal es la que realiza en colaboración con su padre: bajo el nombre de Stone Tissue, diseñan baldosas que se inspiran en tejidos clásicos, alfombras o tipos de puntadas.
Con la vuelta del terrazo hace unos años, decidieron empezar a fabricar también este material, aunque dándole su particular toque personal. “Lo hacemos con una visión renovada y sin perder una de nuestras bases, que es la capacidad de personalización”. Además de sus propios diseños, también hacen trabajos de restauración y, dado que la fabricación de trepas es un oficio en extinción, se valen de una impresora 3D para crear prototipos, que les permiten experimentar con menos inversión. Eso sí, Iván advierte de que la definición de una trepa de latón no se consigue con el plástico, por lo que la labor de los fabricantes de trepas sigue siendo clave.