Años perdidos
Cuanto más me acerco a los finales de mis veintes, más adolescente me siento. Muchos me dicen que compensa el tiempo no disfrutado en la adolescencia
Veranear en estos tiempos significa decidir cambiar los rayos de sol por el brillo de la pantalla del ordenador y las quedadas en terrazas con amigos con la mascarilla puesta por fiestas raves virtuales organizadas en otros lugares del mundo a las que asistes desde la comodidad de tu cocina, el único lugar de la casa donde puedo bailar a las 5 de la mañana sin molestar a los vecinos. Para aquellas personas que quieran unirse, la semana que viene volveré a pinchar en Subculture Party, una rave temática que nos transporta a un lugar de fantasía, cuyo objetivo es crear espacios noct...
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Veranear en estos tiempos significa decidir cambiar los rayos de sol por el brillo de la pantalla del ordenador y las quedadas en terrazas con amigos con la mascarilla puesta por fiestas raves virtuales organizadas en otros lugares del mundo a las que asistes desde la comodidad de tu cocina, el único lugar de la casa donde puedo bailar a las 5 de la mañana sin molestar a los vecinos. Para aquellas personas que quieran unirse, la semana que viene volveré a pinchar en Subculture Party, una rave temática que nos transporta a un lugar de fantasía, cuyo objetivo es crear espacios nocturnos seguros. También pincharé para la fiesta mensual que prepara el Club Koi de Miami, organizada por y para la comunidad queer asiática y otras comunidades racializadas, que en esta edición recaudarán fondos para personas racializadas negras trans, LGBTI+ locales.
Desde el confinamiento, creo que no ha habido una noche en la que no haya asistido a una, vestido para la ocasión en la parte mitad-arriba y llevando pijama en la parte mitad-abajo, donde la webcam no apunta, como los padres de la serie de animación Vaca y Pollo. Y no solamente en eso. Me extraña que cuanto más me acerco a los finales de mis veintes, más adolescente me siento. Muchos me dicen que compensa aquellos años perdidos, debido a ciertos valores y tradiciones de mi familia (que no todas las familias asiáticas son así y cabe añadir que esto no resta el amor que siento por mi familia). O por el hecho de haber sido el pringado de la clase (del cual sigo siendo, solamente que ahora soy el pringado que además paga el alquiler). Por ese tipo de cosas no he llegado a experimentar cuando era adolescente, y sonaba Smash Mouth de fondo y pasaba las noches viendo Queer As Folk a escondidas y repeticiones de la serie de Daria entre las cuatro paredes de gotelé de mi habitación.
Los valores, las tradiciones, y el hecho de que mi colegio no me dejaba hacerlo me cohibió a la hora de raparme las cejas como hacía Marilyn Manson, o decolorarme el pelo como los miembros de Green Day. Como siempre me recordaba mi abuelo, el pelo siempre ha tenido un fuerte significado social y político. Nuestros ancestros creían que nuestro pelo y nuestra piel nos lo daban nuestros padres y por ello, debemos apreciarlo y amarlo, de lo contrario sería filial para los padres.
En un artículo escrito por la periodista Hang Bingbin del diario China Daily, ponía como ejemplo el castigo ‘Kun’ del período de primavera y otoño (770 - 476 a.C.), que pedía que los pecadores se afeitaran el pelo y la barba. En comparación con otros castigos físicos, era un castigo aún más devastador. Otro ejemplo es el de durante el Período de los Estados Combatientes (475-221 a. C.), el famoso general Cao Cao se salvó de la pena de muerte, pero en lugar de perder la cabeza se cortó el pelo como castigo por desobedecer las órdenes militares. Cuídense mucho y échense protección solar en contra de los rayos del brillo del ordenador.