Los asturianos que llamaron a las puertas de Springsteen

Stormy Mondays graba su propia versión eléctrica del disco ‘Nebraska’, que presenta en Madrid este sábado, y consigue entregar un ejemplar a The Boss

La banda asturiana Stormy MondaysCarlos Garna

Las grandes ideas a menudo son fruto de la casualidad, o de un súbito chispazo de lucidez. Pueden corroborarlo los integrantes de Stormy Mondays, a los que esa mezcla de inspiración y bendita locura les ha abocado a uno de los empeños discográficos más singulares que se recuerda en nuestra música popular reciente. Andaba el cuarteto asturiano barruntando la posibilidad de recrear Nebraska, la canción que daba título a aquel disco crudísimo, desnudo y casi enigmático que Bruce Springsteen entregó en 1982, una conmoción inesperada después del merecido éxito monumental de The river ...

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Las grandes ideas a menudo son fruto de la casualidad, o de un súbito chispazo de lucidez. Pueden corroborarlo los integrantes de Stormy Mondays, a los que esa mezcla de inspiración y bendita locura les ha abocado a uno de los empeños discográficos más singulares que se recuerda en nuestra música popular reciente. Andaba el cuarteto asturiano barruntando la posibilidad de recrear Nebraska, la canción que daba título a aquel disco crudísimo, desnudo y casi enigmático que Bruce Springsteen entregó en 1982, una conmoción inesperada después del merecido éxito monumental de The river (1980). “No lo comprende mucha gente, pero es mi álbum favorito de The Boss”, acertó casi a murmurar Juanjo Zamorano, el bajista. Y, de pronto, los otros tres integrantes del grupo intercambiaron una mirada y se atrevieron a formular en voz alta una posibilidad que sonaba a disparate: ¿por qué no hacer, en ese caso, una versión del disco al completo?

Genialidad o capricho, ese arrebato ha cobrado cuerpo. Stormy Mondays ha puesto en el mercado su propio Nebraska, la lectura electrificada y norteña de aquellos diez temas acústicos y oscurísimos de Springsteen, con un undécimo, la rareza This hard land, como propina. Y esta incursión en la obra del mítico roquero de Nueva Jersey será objeto de la gira más breve e insólita de nuestros peculiares Lunes Tormentosos: este sábado en el Café Berlín madrileño, la próxima semana en Oviedo…, y a otra cosa. “En realidad, la idea de Nebraska nos sacudió cuando trabajábamos no en un nuevo elepé, sino en dos, de canciones propias”, certifica el cantante y guitarrista de la formación, Jorge Otero, ovetense de 44 primaveras. Otero es consciente de que la iniciativa resulta atípica, si acaso extravagante, pero se congratula de estas ventajas de una carrera musical libérrima. “Sabemos que grabar Nebraska parece una locura, una idea absurda, pero quizá no lo sea tanto. Las versiones son parte de la tradición del rock. En todo caso, en Stormy Mondays siempre nos gustaron los altos en el camino. De pronto, tomas una carretera secundaria y pierdes un día entero, pero ves y descubres otras cosas distintas…”.

En realidad, los giros inesperados del destino son una constante en una banda que se constituyó en el ya remoto 1991, debutó discográficamente en 1998 y ha tenido tiempo para entregar 18 álbumes y protagonizar episodios insólitos, como ganar un concurso de la NASA que les llevó a sonar a bordo del transbordador espacial Endeavour. Por no hablar de aquellos célebres encontronazos con la SGAE durante los primeros compases de la era digital. “Con el nacimiento del formato mp3”, rememora Otero, “mientras muchos artistas ponían el grito en el cielo, nosotros nos pusimos a investigar cómo colgar canciones que pudieran escucharse en cualquier parte del mundo. Y funcionó”.

Nuestro asturiano de las gafitas redondas, que sigue pagando sus facturas con un trabajo relacionado con Internet, se siente “un poco pionero” de la aplicación de las tecnologías a un nuevo ecosistema musical. “Supongo que he sido un premilennial espabilado”, se sonríe. “Las posibilidades de la era digital me interesaron desde el primer momento, y hoy es aún el día en que sigo ocupándome de programar nuestra web, que se remonta a… 1996”. Pero detrás de ese espíritu precursor late siempre el corazón de aquel guaje que se emocionaba cada vez que se colgaba la guitarra. “Ahora, con esto de Bruce, nos gusta recordar que los Beatles o los Rolling Stones fueron los primeros que se centraban en sus comienzos en las versiones de otros artistas”, anota.

Para moldear esta aproximación a Nebraska, Jorge, Juanjo, Pablo Bertrand (teclados) y Danny Montgomery (batería) quisieron sentir las 11 canciones como propias, imaginar que el propio Bruce se incorporaba a las sesiones, desentrañar los pensamientos que bullían cuando registró aquellas grabaciones caseras que, contra sus propias intenciones iniciales, decidió editar tal cual, sin pasarlas por el tamiz de la E Street Band. Lo más sorprendente del caso es que este Nebraska astur obra ya en poder del autor de Born to run o Darkness on the edge of town. “Sí, de veras”, vuelve a sorprendernos Jorge. “Se lo entregó en mano un amigo común, [el cantautor neoyorquino] Willie Nile. Bruce se sorprendió mucho y lo guardó en la mochila. Confiamos en que antes o después lo terminará escuchando…”.

Por cierto, y ya que estamos con un gurú: ¿algún consejo para nuestra coexistencia diaria con las redes sociales? “Nosotros mismos hemos empezado a utilizar Twitter de manera más restringida, porque genera mucha negatividad”, diagnostica Jorge Otero. “Necesitamos todos una reeducación con el entorno digital. Dentro de unos años comentaremos: ‘¿Os acordáis de aquella locura de principios del siglo, cuando todo el mundo publicaba sin cesar sus fotos? ¡Éramos unos incautos!’. Con esa obligación constante de dar señales de vida se pierde la magia del proceso creativo”.

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