Un acusado amnésico recupera la memoria: “Sí, lo maté”

El sospechoso de un asesinato en una discoteca en Fuenlabrada reconoce el crimen tras dos años de olvido

Imagen promocional de la discoteca 'Good Nigth', en Fuelnabrada.

En una escena de El irlandés, el personaje que interpreta Robert de Niro, un antiguo sicario que pasa sus últimos días en una residencia de ancianos, recibe la visita del FBI. Dos agentes en chaqueta y corbata tratan de convencerle de que sería un último acto de humanidad revelar qué ocurrió con Jimmy Hoffa, un sindicalista al que la Mafia le mandó liquidar. De Niro, en silla de ruedas, decrépito, no suelta ni una palabra. Está dispuesto a llevarse el secreto a la tumba. Otros, como por ejemplo William Muñoz, un chico alto, huesudo, de rostro alargado, pueden pasar dos años asegurando q...

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En una escena de El irlandés, el personaje que interpreta Robert de Niro, un antiguo sicario que pasa sus últimos días en una residencia de ancianos, recibe la visita del FBI. Dos agentes en chaqueta y corbata tratan de convencerle de que sería un último acto de humanidad revelar qué ocurrió con Jimmy Hoffa, un sindicalista al que la Mafia le mandó liquidar. De Niro, en silla de ruedas, decrépito, no suelta ni una palabra. Está dispuesto a llevarse el secreto a la tumba. Otros, como por ejemplo William Muñoz, un chico alto, huesudo, de rostro alargado, pueden pasar dos años asegurando que tienen amnesia, al igual que De Niro, pero un buen día, de repente, es como si le inyectaran el suero de la verdad.

-Para concretar un poco, ¿usted sí mató a Daniel Alexander?

-Sí.

-¿Usted tuvo la intención de matar a Daniel Alexander?

-Sí, claro.

La confesión cogió a todo el mundo por sorpresa. William Muñoz no respondía a las preguntas de la fiscalía, ni de la acusación particular, ni de un policía que lo sometiera a waterboarding. William Muñoz estaba siendo interrogado por su propia abogada, María Dilma Valera, devota de la virgen de Guadalupe. Llevaba la imagen de la virgen en dos aros dorados que le colgaban de las orejas.

La fiscalía había pedido este lunes a los miembros del jurado popular que juzgan a William Muñoz por el asesinato de un dominicano, de 21 años, que trataran de encajar las piezas de lo ocurrido “como en una novela negra”, “o como en el Cluedo”, un juego de mesa de detectives. No les dio tiempo. La confesión del acusado en la Audiencia Provincial de Madrid desveló ese misterio de golpe. El jurado, integrado por diez respetables ciudadanos, deben decidir esta semana si William Muñoz mató a Daniel Alexander con toda la intención, como sostiene la fiscalía. O si, por el contrario, lo hizo en defensa propia, como defiende su abogada, aunque esas dos últimas preguntas que le soltó de sopetón a su cliente no refuercen esa tesis.

El asesinato ocurrió el 20 de agosto de 2017. William Muñoz y Daniel Alexander se cruzaron esa noche en la Good Night, una discoteca de Fuenlabrada. En la entrada hay un detector de metales. Según el acusado, Daniel Alexander, el asesinado, le dijo que su jefe quería contratarlo para poner tela asfáltica en unos chalés. Muñoz es ayudante de instalación de tela asfáltica y este es un dato que todavía no se había revelado hasta ahora. Sin que haya quedado muy claro cuál fue el motivo, el grupo de gente con el que iba uno y los amigos que acompañaban al otro acabaron envueltos en una pelea multitudinaria, que empezó en los baños de la discoteca y continuó en la calle.

Afuera, Muñoz acuchilló a Alexander en la cara y cerca del corazón. Esa última herida lo mató. Según su versión, se vio acorralado y pensaba que iban a matarlo. Después huyó a casa de sus padres, donde se escondió. Al día siguiente llamó a la abogada Valera y le dijo que estaba implicado en algo horrible, aunque no lo recordaba. La abogada fue con él a comisaría, donde quedó detenido. Allí juró sufrir amnesia. Ningún médico lo ha acreditado.

La abogada Valera, mirando a la cara a los miembros del jurado, trató de convencerles de que su defendido era “un hombre decente”. “A mi defendido le dolió en el alma lo que ocurrió”, aseguró, porque él y la víctima se conocían, porque tenían un negocio de tela asfáltica entre manos. Dijo que lo ha visto llorar en comisaría, en el calabozo, y más tarde en prisión. La abogada explicó que, cuando William Muñoz le llamó contándole sin contarle, desmemoriado, ella, por intuición, por lo que vio en prensa, por lo que se decía en Fuenlabrada, le leyó el código penal y él dijo: “no me importa. Quiero responder por lo que hice”. “Y no se fugó, que pudo hacerlo, porque es colombiano. No lo hizo. Aquí está”, recalcó la defensora. Después contó que William tenía un hijo en el momento del crimen, y que ahora tiene dos. La cárcel no fue un impedimento a la hora de ampliar la familia. Cuando salga, aseguró ella, quiere reinsertarse en la sociedad, ser un buen padre y un buen esposo.

La familia de Daniel Alexander, la víctima, no acudió a la primera sesión del juicio, aunque ejerce la acusación particular. Su abogado, Felipe Sánchez, pidió 15 años de prisión para el asesino y una indemnización de 240.000 euros para sus padres y sus hermanos. El entierro de Daniel Alexander costó 3.700 euros. El paquete funerario incluía traslado del cadáver, velatorio, caja, incineración y urna. “No podemos devolverle a la vida”, razonó Sánchez, “pero a la familia le queda la justicia de que esa persona ahí sentada (se refería a Muñoz) es la autora del delito”.

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