El inesperado musgo luminoso que puede salvar un barrio de Vigo
Tras presentar 3.000 alegaciones contra un vial que engullirá 40 casas y romperá la convivencia, los vecinos de Beade fían su suerte al descubrimiento de ‘Schistostega pennata’ en una mina de agua de 200 años
Un tímido musgo luminoso planta cara al alcalde viral de las luces navideñas. Schistostega pennata frente a Abel Caballero. Una especie clasificada en la lista roja española como rara y vulnerable, apenas localizada en la península Ibérica, que sale perdiendo cuando compite por el hábitat contra otros musgos y plantas. La schistostega busca desesperadamente su espacio y se refugia en la...
Un tímido musgo luminoso planta cara al alcalde viral de las luces navideñas. Schistostega pennata frente a Abel Caballero. Una especie clasificada en la lista roja española como rara y vulnerable, apenas localizada en la península Ibérica, que sale perdiendo cuando compite por el hábitat contra otros musgos y plantas. La schistostega busca desesperadamente su espacio y se refugia en la boca de cuevas, madrigueras, galerías de drenaje, grietas y oquedades húmedas y sombrías con poca luz para sus competidoras, pero que ella sabe aprovechar y multiplicar hasta dar la sensación de que brilla por sí misma como una luciérnaga. Se suele hablar de algo más de una docena y menos de una quincena de reductos, casi todos en el norte, donde sobrevive esta especie de musgo en España, un dato que está en revisión ahora por un equipo formado por investigadores del CSIC y las universidades de Oviedo, León y Navarra. Pero un hallazgo fortuito, hace pocos días, ha sumado al mapa de estos científicos un enclave desconocido: una mina de agua de más de 200 años situada justo en el trazado de una polémica carretera de alta capacidad que amenaza con construir el Gobierno socialista de Vigo.
El vial de cuatro carriles, de momento un fantasma que aparece en el futuro Plan General de Ordenación Municipal, cruzará por en medio de cuatro barrios rurales e hiperpoblados, por los que la mayor urbe de Galicia extiende sus tentáculos y trepa entre colinas, verdor y ríos con cascadas, nutrias y antiguos molinos. Los afectados denuncian que la obra se llevará por delante naturaleza, vida en comunidad y un reguero de casas.
El número todavía baila y el Ayuntamiento lo reduce considerablemente, pero según los cálculos de los vecinos, las expropiadas pueden llegar a ser “unas 40 viviendas” —tres aún sin estrenar y con licencia de obra concedida por el propio Ayuntamiento el año pasado— más toda una constelación de propiedades en parajes hasta ahora tranquilos que tendrán que aprender a vivir al filo del ruido, los humos y el trasiego de los camiones. Mientras la oposición (PP, En Marea, BNG) defiende que el vial es “innecesario”, “injustificado”, “nadie lo ha pedido” y “sacrifica” barrios, el Gobierno municipal afirma que es estratégico e imprescindible para aliviar el intenso tráfico de la ciudad.
En el plan general en trámite se dice que esta nueva ronda, la PO-010, “garantizará la accesibilidad al Parque Tecnológico, el Hospital Álvaro Cunqueiro, la universidad o las ampliaciones industriales del polígono de Balaídos en la Zona Franca”. Esto último es lo que más escama a los afectados y a todos los grupos ecologistas (Greenpeace, Adega, Ecoloxistas en Acción, Amigos da Terra) que secundan su defensa del corazón verde del Vigo rural: que el vial, sin accesos intermedios en los barrios, pueda ser un enlace sin otro propósito que dar servicio a Stellantis en la Zona Franca, antes Citroën, y ahorrarles cinco minutos a los vehículos pesados que transportan piezas desde sus empresas auxiliares.
De hecho, el trazado de la PO-010 nacerá en la A-55, salida sur de Vigo (hacia Portugal, Madrid y los municipios más industriosos de Pontevedra), y morirá, efectivamente, a las puertas de Stellantis. Pero por el medio abrirá una herida larga que tronzará grandes barrios como Beade y Bembrive, lugares de paisaje abigarrado (casas y vegetación), con caminos laberínticos y muchos vecinos que se han puesto en pie de guerra y anuncian que llegarán “al Supremo” por defender su entorno. De momento, ya han batido un récord de malestar ciudadano con sus 3.000 alegaciones al plan; informan a otros vigueses sobre las ”irregularidades”, “chapuzas” y “ausencia de documentos” fundamentales que han detectado en el PGOM; organizan manifestaciones, caceroladas, peregrinaciones a Santiago y rutas científicas para dar a conocer las riquezas ocultas de su zona; y ahora miran con esperanza el insospechado hallazgo en una secular mina de agua que enseñan a la prensa cuando pregunta, pero cuya ubicación mantienen en secreto (y bajo llave) por miedo a que el delicado musgo sea destruido. La propia mina, de gran valor patrimonial, desaparecerá bajo el asfalto si no logran evitarlo.
La familia propietaria de este manantial que lleva regando sus huertas desde al menos el siglo XIX no tenía ni idea de que aquel musgo de brillo verde dorado que tapiza las paredes de piedra era algo tan especial. El hermoso tesoro esmeralda capaz de atrapar la luz natural fue hallado fortuitamente por una pareja de reporteros del periódico Faro de Vigo que preparaban una información sobre la mina y el vial. E inmediatamente el asunto interesó en la Xunta de Galicia y en el equipo capitaneado por Jairo Robla, contratado predoctoral del CSIC en la Estación Biológica de Doñana.
Junto con Víctor González (Universidad de Oviedo), Sara Santamarina (Universidad de León) y Mikel Artazkoz (Universidad de Navarra), el biólogo está ultimando un estudio sobre la situación de la Schistostega pennata en España y Portugal, el finisterre de su distribución en el planeta. Robla explica que la clave está en el protonema, una agrupación de filamentos producidos al germinar la espora, con células hinchadas, vacuolas, que “almacenan sustancias como agua” y “al entrar la luz hacen el efecto de lentes”. Gracias a esta característica, o, dicho de otra manera, a que lleva gafas de aumento, la schistostega puede realizar la fotosíntesis con muy poca iluminación, y al chocar la luz contra los cloroplastos es reflejada de forma que el musgo brilla con un color que va del verde al oro. Es conocido también como oro duende u oro de dragón.
“En Hokkaido, en Japón, hay una cueva cubierta de Schistostega pennata que es monumento natural”, explica este estudioso del musgo en su tiempo libre, porque su trabajo en el CSIC se centra en la restauración natural tras el desastre de Aznalcóllar. “Aquí, sin embargo, no tiene amparo legal” pese a estar catalogada como vulnerable, “porque en materia de musgo en España hay muy pocas especies estudiadas y protegidas”. Él empezó a investigarlo por puro “romanticismo” después de descubrirlo en una grieta cerca de su casa en Asturias. Y sabe que en estos años alguna de las poblaciones que se contaban tradicionalmente en España ha desaparecido. Una de las incógnitas más fascinantes es la de cómo este musgo es capaz de viajar desde una cueva a otra muy lejana, si no logra prosperar fuera de las oquedades. “En Rusia se estudió esto... es todavía una hipótesis, pero creen que viaja en las patas de los murciélagos, los ratones y otros animales porque sus esporas tienen una superficie pegajosa”.
No es la primera vez que las decisiones urbanísticas del gobierno de Abel Caballero, que es alcalde desde 2007 y dirige el destino de la ciudad con una aplastante mayoría absoluta, subleva a colectivos vecinales, pero nunca fue tan grande, persistente y sonora la protesta. El núcleo duro es Avibe (Asociación de Afectados por el Vial en Beade), liderado por la tenaz profesora de ciencias Ana Pascual. Los vecinos han contratado a arquitectos y abogados para armarse de argumentos contra un proyecto que a su juicio se planeó con sigilo y “por la puerta de atrás”, hasta el punto de que , tal y como cuentan, los perjudicados no se enteraron hasta finales del año pasado. Y reclaman que el ecosistema formado por los ríos Barxa y Eifonso, un paisaje ignorado por la mayoría de los vigueses, que conserva fuentes, petroglifos, bosques umbríos y aguas cantarinas que forman pozas y cascadas entre rocas, sea declarado Espacio Natural de Interés Local.
Pascual explica que, por “increíble” que parezca, el vial se planeó sobre un mapa “de 2017″ por una empresa coruñesa y “sin unos estudios ambientales y técnicos que lo justifiquen y amparen”. Los afectados sí han encargado con sus propios medios varios contrainformes. A pesar de que la carretera es de carácter autonómico, la Xunta ya ha avisado de que no la financiará. Según el futuro PGOM, “oscurantista” y lleno de “sombras” en opinión de la Federación de Asociaciones Vecinales Eduardo Chao, la reserva de suelo para esta infraestructura será de 18 años, y las viviendas estarán todo ese tiempo sometidas a la posibilidad de ser expropiadas, aunque la obra nunca se lleve a cabo. Los terrenos serán recalificados como rústicos, “devaluados un 80%”, y los vecinos, encadenados a ellos y a sus casas, imposibles de vender. La pujanza de un barrio como Beade, con más de 5.000 vecinos censados, se ha estancado en una ciénaga de asfalto.
90 años de hipoteca por unos escombros
Abel Mejuto, tocayo del alcalde y de profesión hostelero, lleva “toda la vida trabajando y ahorrando” para cumplir su gran sueño: construir en tres parcelas contiguas otras tantas casas para él y su esposa y dos hijas. Hace 22 años que vive en Beade, así que vendió la casa y en la misma zona compró los terrenos. El Ayuntamiento le concedió las licencias de obra entre enero y febrero de 2021. Y nadie en Urbanismo le advirtió de que esas fincas iban a ser sepultadas por la PO-010. El Ayuntamiento se escuda en que hubiera sido ilegal, porque entonces no había base jurídica para denegarle los permisos de edificación: la aprobación inicial (la definitiva aún está pendiente) del PGOM tuvo lugar en agosto de 2021, y solo a partir de ese momento se pueden suspender las licencias. Pero en este tiempo las tres casas de la familia Mejuto han sido construidas por completo. La licencia de primera ocupación de la primera casa se la dieron hace solo un mes. Él y sus hijas han gastado en los chalés de piedra todo lo que tenían, incluida “la herencia de los abuelos”, y entre los tres suman 90 años de hipoteca por delante, 30 cada uno, para saldar los “casi dos millones de euros invertidos” en esta ilusión familiar.
“La frustración y la inseguridad son indescriptibles. Somos trabajadores puros y duros”, lamenta Mejuto. “A mi familia le está costando mucho asimilar lo que está pasando... yo espero no llegar a verlo jamás”. “Intento vivir el día a día y les digo a mis hijas ‘cuando llegue ese puente ya lo cruzaremos, porque es un proyecto que la Xunta ha dicho públicamente que no necesita y que se está quedando solo”, defiende. “Pero la verdad es que lo tengo presente en cada acto", reconoce: "Me acuesto pensando en el vial y me levanto pensando en el vial”.
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