Candidatos tranquilos, lucha feroz
La renovación en nombres y en juventud de los aspirantes a gobernar Euskadi se produce en un momento histórico en el que el PNV puede perder la hegemonía
—Si vota solo el 60% del electorado, Bildu va a tener un muy buen resultado; si la participación es mayor, ahí habrá partido.
No son ni las 11 de la mañana, y salvo aquí —sede central del PNV en Bilbao, cuarta planta, despacho del jefe, Andoni Ortuzar—, del único partido del que se habla en la ciudad es del que disputará el Athletic con el Mallorca mañana por la noche. Hasta El Correo ha publicado una página, ilustrada con una Giralda y la cabeza de un león, con la dirección de los 110 quioscos de Sevilla en los que se venderá el periódico durante el fin de semana de ...
—Si vota solo el 60% del electorado, Bildu va a tener un muy buen resultado; si la participación es mayor, ahí habrá partido.
No son ni las 11 de la mañana, y salvo aquí —sede central del PNV en Bilbao, cuarta planta, despacho del jefe, Andoni Ortuzar—, del único partido del que se habla en la ciudad es del que disputará el Athletic con el Mallorca mañana por la noche. Hasta El Correo ha publicado una página, ilustrada con una Giralda y la cabeza de un león, con la dirección de los 110 quioscos de Sevilla en los que se venderá el periódico durante el fin de semana de la final de la Copa del Rey. Ortuzar, un hombre tranquilo al que solo saca de sus casillas el Athletic, desvela durante más de una hora su preocupación por el resultado de las elecciones del 21 de abril, explica la manera en que el PNV eligió a su candidato —prácticamente una copia a color de Iñigo Urkullu— y desenfunda el estilete para señalar cuál es, a su juicio, el mayor defecto de su principal competidor, EH Bildu.
—Que no son verdad. Han sacado a un candidato de aires profesorales y lo han vestido como les ha indicado una estilista, pero en EH Bildu siguen mandando los de toda la vida, los que mandaban en la época infausta, en la intermedia y ahora. Nosotros lo sabemos porque cuando tenemos que hablar con ellos de algo importante, no envían a Pello Otxandiano, sino que vienen los jefes o, como dicen en México, los “meros meros”.
En plena autopista, durante el trayecto entre Vitoria y San Sebastián, al volante de su coche y con un notable trancazo, Gari Mujika, director general de EH Bildu y mano derecha de Arnaldo Otegi, contesta al presidente del PNV.
—A ver, a ver... Ortuzar puede decir misa para intentar desacreditarnos, pero Arnaldo Otegi, tanto para nosotros como para buena parte de este país, es un líder indiscutible del independentismo, y además es el coordinador general de EH Bildu. ¿Cómo lo vamos a ocultar? Faltaría más. El crecimiento sostenido de esta formación durante los últimos años ha sido bajo su dirección. Pero control, ninguno. Si fuera por controlar, se hubiera presentado él. No hay que olvidar que es la primera vez que los tribunales ya le permitían hacerlo, y mucha gente pensaba que lo haría, pero decidió dar un paso al lado.
Para entender lo que está sucediendo ahora —¿por qué eligió el PNV a un desconocido Imanol Pradales, por qué Arnaldo Otegi cedió su puesto al joven ingeniero Pello Otxandiano?— hay que rebobinar al menos hasta noviembre de 2023.
El PNV y EH Bildu hacen su trabajo interno para elegir a sus candidatos, pero sin perder de vista Madrid, donde Pedro Sánchez trata de revalidar su Gobierno con Sumar y los nacionalistas, mientras Alberto Núñez Feijóo todavía sueña con matemáticas imposibles. En Sabin Etxea, Andoni Ortuzar, al frente de un pequeño grupo de notables, ya lleva un año pensando en el relevo del lehendakari Urkullu, que tiene 62 años y ya va por el tercer mandato. Se barajan varias opciones según una vieja receta hasta ahora infalible. “Nosotros no creemos en el sistema de primarias, porque solo funciona bien cuando solo hay un candidato; si hay más de uno se abren heridas en los partidos que luego son muy difíciles de cerrar. Aquí además no te puedes postular. Nuestro sistema es de bicefalia, por un lado, la institución y por otro, el partido. Lo que hemos hecho durante los últimos 40 años es pensar qué queremos hacer en Euskadi y con quién. Y ahora toca afrontar tres grandes retos, la transición ecológica, la digital y la social; y a partir de ahí hicimos un retrato robot: tenía que ser un hombre o una mujer menor de 50 años, que representara un refresco generacional, con el fuelle suficiente para aguantar tres legislaturas, y que a la vez ya tuviera años de gestión, preparación e idiomas para moverse en Europa. Y vimos que Imanol Pradales reunía las condiciones”.
En EH Bildu, recuerda su director general, se barajaba un componente añadido. “Para nosotros”, admite Gari Mujika, “era muy importante discernir si en Madrid iba a haber investidura o no, si iba a ser posible un Gobierno como el que está ahora o uno formado por PP y Vox. Nuestra apuesta actual, que es de nivel político alto, no hubiera sido la misma con un Gobierno formado por un socio como Vox, que tiene como uno de esos objetivos la ilegalización de las fuerzas independentistas”.
Ortuzar, de 61 años, periodista de profesión y que lleva 11 años en la presidencia del PNV, desglosa un torrente de datos, no todos favorables a sus intereses. Sabe, por ejemplo, que Bildu tiene “muy prieto” a su electorado, con un nivel de confianza de más de un 90% con respecto a las últimas autonómicas, y que además “se llevarán prácticamente todo el electorado histórico de Sumar y de Podemos”. Sabe también que los 40 años de gobierno y de moqueta pesan, y que hasta su propia militancia les pidió hace un par de años “menos corbatas y más camisetas”. El panorama que se contempla desde su despacho es una especie de mundo al revés. El hasta ahora partido hegemónico se encuentra de pronto jugando al contraataque, mientras la izquierda abertzale —quién lo iba a decir— trata de dormir el partido, que los días pasen sin sobresaltos sin una palabra más alta que otra. “Si te fijas”, apunta Ortuzar, “no entran a ninguna provocación. Se están beneficiando del blanqueamiento que han conseguido en el Congreso de los Diputados. Aquí hubiera sido imposible un blanqueamiento tan rápido, porque, quien más quien menos, todos tenemos en nuestro entorno heridas que todavía supuran, o bien porque has llevado escolta o porque ETA mató a un amigo o extorsionó a otro. La gran paradoja y la gran injusticia es que llevan 40 años diciendo que nosotros hemos vendido Euskadi a cambio de un plato de lentejas, y ahora ellos hacen lo mismo y sin plato de lentejas”.
Gari Mujika no niega que el apoyo al Gobierno de Sánchez les ha brindado una oportunidad para dar a conocer sus políticas, pero niega el término utilizado por el dirigente del PNV. “Dicen lo del blanqueamiento porque parece que les fastidie que otra fuerza política tenga allí [en el Congreso] presencia con una agenda social. No hay que olvidar que la misma noche electoral, Otegi dijo que nuestro mandato era antifascista, que ni la derecha ni la ultraderecha entraran en el Gobierno. Y hemos cumplido con eso, sin líneas rojas”.
La lucha entre los dos partidos nacionalistas, que si las encuestas no fallan acaparan una gran mayoría del electorado, apenas deja margen para sus rivales. Solo el Partido Socialista de Euskadi (PSE) podrá, llegado el caso, inclinar la balanza a un lado u otro. En la sede bilbaína del partido, su secretario de Organización, Miguel Ángel Morales, no solo no cree que es un triste destino para un partido que tanto resistió en los tiempos duros del terrorismo, sino que acepta de buen grado el papel que le reservan las urnas: “Nosotros vamos a tener la llave, somos los que vamos a decidir las políticas y el rumbo de Euskadi”.
Eneko Andueza, el candidato a lehendakari por el PSE, descarta cualquier posibilidad de poner sus votos a disposición de EH Bildu: “No hay ninguna posibilidad. Es el mismo lobo de siempre con piel de cordero”.