Madrid y las izquierdas

¿Cómo es posible que en una región en la que 6 de cada 10 madrileños se declaran de izquierdas vaya a gobernar una coalición entre Ayuso y la extrema derecha?

Pablo Gómez Perpinyà
Pablo Iglesias (PODEMOS), Ángel Gabilondo (PSOE), y Mónica García (Más Madrid), durante la manifestación del 1 de Mayo.Olmo Calvo

¿Cómo es posible que en una región en la que 6 de cada 10 madrileños se declaran de izquierdas vaya a gobernar una coalición entre Ayuso y la extrema derecha? Es quizás la pregunta que con mayor frecuencia nos hemos hecho las izquierdas en los últimos 26 años, acompañada de dos respuestas.

La primera es la orwelliana. Pasa por considerar que los madrileños somos víctimas de una manipulación...

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¿Cómo es posible que en una región en la que 6 de cada 10 madrileños se declaran de izquierdas vaya a gobernar una coalición entre Ayuso y la extrema derecha? Es quizás la pregunta que con mayor frecuencia nos hemos hecho las izquierdas en los últimos 26 años, acompañada de dos respuestas.

La primera es la orwelliana. Pasa por considerar que los madrileños somos víctimas de una manipulación masiva a través de la cual grupos de poder ordenan el comportamiento electoral a su placer y que, por tanto, la ciudadanía emite sus preferencias con base en un engaño.

La segunda es una posición sistémica, que consistiría en entender que la derrota es coyuntural. Las contradicciones entre los gobiernos neoliberales y los trabajadores madrileños se están agudizando y, por tanto, tarde o temprano se impondrá un gobierno progresista como cae del árbol la fruta madura.

Ambas perspectivas tienen la virtud de generar una sensación confortable hacia adentro por la cual la derrota es responsabilidad exclusiva de un factor externo. Mitigan el dolor en lo inmediato, contribuyen a no ahondar en aquello que nos desasosiega, pero ciertamente nos alejan de la solución.

La disputa por el sentido de lo madrileño ha impregnado la campaña de principio a fin y solo han existido dos posiciones. La de Ayuso, con una visión instrumental que concibe Madrid como vanguardia de la oposición neocon al gobierno de España; y la Más Madrid con Mónica García, que ha reivindicado la centralidad de lo madrileño a través de la defensa de lo público y la reconstrucción de la Comunidad, en el sentido más profundo de la palabra. Ayuso enarbola un Thatcherismo castizo, ataca el colectivismo y desentierra a Hayek y a Friedman para lanzarse a una ofensiva cultural que pasa por incorporar a su proyecto a sectores golpeados por la crisis como la hostelería o los autónomos. Haríamos mal en infravalorar la popularización de su discurso.

Ayuso era un factor movilizador suficiente para la izquierda más concienciada, pero el gran reto era ese 20% de indecisos. Más Madrid buscó su movilización hablando de los problemas del día a día, siguiendo la estela de los partidos verdes europeos, conscientes que la forma más eficaz de luchar contra la hegemonía de la extrema derecha era incorporar a los sectores menos ideologizados hacia posiciones de progreso.

Las derrotas siempre son dolorosas, pero consustanciales a la democracia. Lo que nos debe ocupar a las izquierdas es ser capaces de interpretarlas con honestidad, leer los aciertos del adversario y trabajar por incorporar a nuestro proyecto a esos sectores que hoy no están con nosotros. No hay 2 millones de fascistas en Madrid, hay una batalla cultural inmensa entre quienes defienden sus privilegios bajo el pretexto de la libertad y quienes creemos en la justicia social como el elemento fundador de una libertad verdadera. De las certezas que logremos ofrecer dependerá 2023.

Pablo Gómez Perpinyà es el número dos de la lista de Mónica García en Más Madrid.

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