Mejor hablar de vacas que de Vox

Moreno, con una campaña amable y en sordina, consigue de momento evitar que la idea de Macarena Olona como futura vicepresidenta monopolice la campaña

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, este miércoles con la vaca 'Fadi' en Añora (Córdoba).Rafa Alcaide (EFE)

—¿Tú vas a votar al PP o no?

—¡Di que sí, hombre!

Buena parte de los españoles descubrieron a Juanma Moreno, el ahora presidente de Andalucía, el día que se hizo viral un vídeo en el que le hablaba a una vaca, en plena campaña de las andaluzas de 2018. El candidato del PP, al que entonces todo el mundo llamaba “Moreno Bonilla” con cierto desdén y no “Juanma” con simpatía, como ahora...

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—¿Tú vas a votar al PP o no?

—¡Di que sí, hombre!

Buena parte de los españoles descubrieron a Juanma Moreno, el ahora presidente de Andalucía, el día que se hizo viral un vídeo en el que le hablaba a una vaca, en plena campaña de las andaluzas de 2018. El candidato del PP, al que entonces todo el mundo llamaba “Moreno Bonilla” con cierto desdén y no “Juanma” con simpatía, como ahora, no lograba romper de ninguna manera la campaña de las elecciones de 2018. Las encuestas detectaban un desgaste importante del PSOE, pero no tanto como para perder la mayoría. Casi ninguna vio el efecto Vox que lo cambió todo, ni los 400.000 votantes del PSOE que se quedaron en casa y acabaron con el poder de los socialistas en esta comunidad después de 37 años.

En ese momento parecía imposible que la derecha sumara más votos que la izquierda y Susana Díaz, que había gobernado casi cuatro años gracias al apoyo de Ciudadanos, estaba muy tranquila. Iba a repetir como presidenta, aunque no estaba claro con qué mayorías. Moreno Bonilla era un candidato que no levantaba cabeza. Las encuestas indicaban —en eso acertaron— que tendría el peor resultado de la historia del PP. Ciudadanos le pisaba los talones, y se temía incluso un adelantamiento que habría sido letal para el candidato popular, con una debilidad añadida: él apostó por Soraya Sáenz de Santamaría en el congreso nacional del PP de ese año, y perdió. Su cabeza estaba en el aire: Pablo Casado pensaba relevarlo si fracasaba.

El incansable Moreno, un político de eterna sonrisa que se lleva bien con todo el mundo —”Perdonadme que no me quede a abrazaros a todos al final del mitin como hago siempre, pero es que me tengo que ir corriendo a Sevilla”, se disculpó en Málaga la semana pasada— no sabía cómo hacer para tener más protagonismo ante la hiperactiva Díaz, que copaba el protagonismo de la campaña. Y en eso llegó la vaca Fadi, de la explotación cordobesa El Cruce. Como cualquier candidato, Moreno se hizo fotos con vacas. Pero ese día también llevó a cabo algo inesperado, propio de un político en dificultades, como a él le sucedía entonces: trató de convencer a la vaca de que votara al PP. El vídeo se hizo rápidamente viral, en principio como burla, pero Moreno cree que le trajo suerte. Tanto que ha vuelto ahora, casi cuatro años después, en busca de la misma vaca.

“Quería volver a tener este reencuentro con una vaca talismán para mí, que es Fadi. Que es una vaca con mucho reconocimiento, que da más de 70 litros de leche. Nos llevamos bien, como podéis comprobar. ¿Y si me la llevo a San Telmo [sede de la presidencia de la Junta de Andalucía]?”, se reía Moreno cuatro años después con el animal como gran protagonista del día en una campaña completamente diferente para él a la de 2018.

El PSOE es ahora quien sufre desde la oposición para romper una campaña que parece muy cómoda para Moreno, con la enorme ventaja que da el poder. En el partido insisten en que uno de sus problemas es que el presidente de la Junta ha sabido aprovechar la ingente cantidad de fondos que le ha entregado el Gobierno de Pedro Sánchez durante la pandemia para venderlos como un logro de gestión propia. Es el problema que siempre tienen los ejecutivos centrales: proveen los fondos y asumen el coste de subir impuestos o tomar las decisiones más difíciles, pero son los presidentes autonómicos los que gestionan políticamente el gasto y se benefician. Por eso, y con la vaca siempre como protagonista, Juan Espadas entró al trapo para tratar de reivindicar la gestión del PSOE y de Sánchez, su gran baza en esta campaña.

“No sé si Moreno Bonilla ha escuchado esta vez a la vaca”, se preguntó Espadas en Guadix. “Pero la vaca le ha dicho que le dé las gracias a Pedro Sánchez y al ministro de Agricultura, Luis Planas, porque están llegando las ayudas comprometidas para el sector lácteo. También le ha preguntado por qué no pone dinero Andalucía. ¿De quién ha comido esa vaca?”.

El PSOE, consciente de las dificultades de Espadas para entrar en una campaña que el PP ha diseñado a conciencia para que no pase absolutamente nada que pueda movilizar a una izquierda desmotivada hasta el día de las elecciones, entra al trapo de la línea estratégica de Moreno. En este caso con la vaca, para intentar que ahí se cuelen sus mensajes. Y esta vez lo consiguió. Pero el gran problema para la campaña del bloque de la izquierda es que mientras se hable de vacas y de las cuestiones amables que plantea Moreno —el candidato de la eterna sonrisa que huye de cualquier conflicto—, la izquierda no logra que la campaña se centre en el gran elefante en la habitación que sí tuvo una presencia mucho mayor en las elecciones de Castilla y León, algo decisivo para que el PSOE tuviera un resultado mejor de lo esperado: la posibilidad de que Vox entre en el Gobierno, con Macarena Olona como vicepresidenta.

Algunos dirigentes de la cúpula del PP están sorprendidos de que esa posibilidad no esté suponiendo ningún desgaste para Moreno y tampoco esté activando el voto de la izquierda. Miembros de la cúpula del PSOE señalan, por el contrario, que poco a poco la campaña va subiendo el ritmo y confían en que el segundo debate que se emitirá el lunes en Canal Sur pueda cambiar algo el ritmo mortecino de los primeros días. En el PP, prácticamente todos los dirigentes consultados dan por hecho que si Moreno no pasa de los 50 escaños, la cifra mítica a la que llegó Javier Arenas en 2012, Vox logrará entrar en el Gobierno porque el presidente no se animará a repetir las elecciones y Santiago Abascal aguantará el pulso hasta el final. Por eso están sorprendidos de que la izquierda no haya conseguido que ese escenario de Olona como vicepresidenta domine la campaña.

El PSOE y Unidas Podemos lo intentan de todas las formas posibles, y este miércoles también desde el Congreso, en Madrid, donde en la sesión de control algunos ministros se enzarzaron con Vox mientras Iván Espinosa de los Monteros, su portavoz, se ufanaba de esa realidad: “Señora Calviño, usted ha dicho que el PP y Vox van a gobernar juntos en Andalucía y es la única verdad que ha dicho aquí”. En las cúpulas de los partidos todos tienen claro que ese es el escenario más probable. Pero en Andalucía no parece, de momento, que eso vaya a cambiar el rumbo de la campaña.

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