La dulzura y su erotismo radical: ¿Qué tienen en común Rosalía y Sant Donís?
Pienso en cuantísimo necesitamos recobrar esa dulzura, ganarla para nuestras vidas, convertirla en motor del erotismo radical y el sexo vivo
El empeño en la dulzura y su erotismo radical.
Me explico.
La semana pasada Rosalía lanzó un nuevo tema.
“Tú y yo perdidos entre amapolas”, así empieza. Me sonrío y recito para mis adentros: “A coger amapolas, / madre, me perdí: / ¡caras amapolas / fueron para mí!” Lo ha vuelto a hacer, pienso. Qué bien se le da a esta mujer recoger nuestra lírica tradicional. Continúo escuchando y, cuando no me lo espero, la voz de la cantante se eleva: “Me he puesto sentimental / antes de hacerte acabar”. Ese “antes de hacerte acabar” me ruboriza un poquito. En una sociedad repletísima de alusiones sexuales, Rosalía consigue desautomatizar el lenguaje y exponernos de nuevo a la intimidad hermosa y feroz del erotismo. Mil puntos para ella. La vuelvo a escuchar. Otra vez. Y otra vez. Cada vez lo tengo más claro. Lo que hace que sintamos el pellizco y acontezca el rubor es el “me he puesto sentimental” que le precede. El gesto me parece infinitamente tierno. Un empeño en la dulzura.
Pienso en cuantísimo necesitamos recobrar esa dulzura, ganarla para nuestras vidas, convertirla en motor del erotismo radical y el sexo vivo. Y siento que estamos trabajando en ello. No sabría decir cuántas veces he escuchado citar últimamente el “me erotiza la gente buena” de Gloria Fuertes. No sé si nos erotiza, pero queremos que nos erotice y esa es nuestra victoria. El campo cultural que nos rodea está empezando a construir un imaginario del Buen Amor. “Nunca había tenido algo tan sano” cantaba Quevedo el verano del año pasado. “Sabes lo que tienes y no lo valoras poco” inmortalizó Bad Gyal en su himno Fiebre. Yo me alegro de vivir este momento y le rezo con fervor a Fuertes para que no se nos deshaga en las manos.
Ese empeño enraizado en lo popular que señalábamos en Rosalía se encuentra en muchos otros lugares, también en la pervivencia e incluso el crecimiento de tradiciones como la mocadorà. El 9 d’octubre, además de ser el día de la Comunitat Valenciana, es también el dia dels enamorats valencians, vinculado a la figura de Sant Donís. Entre los mazapanes con forma de frutas y hortalizas, se cuelan la piula y el tronador. Además de ser petardos con los que se festejaba la conmemoración de la entrada de Jaume I en València y que Felipe V prohibió (de ahí que los pasteleros crearan dulces con forma de estos cohetes, como protesta), también tienen una clara vinculación con lo sexual. A nadie se le escapa, cuando ve la piula y el tronador rodeados de frutitas en la bandeja, que parecen representar los órganos genitales masculinos y femeninos. Estos confites que se envuelven en un mocador (pañuelo) y se regalan a la persona que te gusta constituyen una costumbre que ha renacido con fuerza en los últimos años, convirtiéndose en un icono que las valencianas abanderamos con orgullo para contraponerlo al mojigato y extranjero San Valentín. Esta hambre de Buen Amor, estas ganas de celebrarlo, este deseo de anclarlo a los cuerpos y su sexualidad es una suerte. Disfrutémosla. Empeñémonos en la dulzura.