Vecinos del incendio en Valencia lloran la pérdida de sus mascotas: “No lo pudieron sacar”
Los veterinarios recomiendan evaluar los síntomas en los animales que sobrevivieron y restablecer una rutina tan pronto como sea posible para reducir el estrés postraumático
Cuando el fuego comenzó a devorar el bloque de 14 pisos en el barrio valenciano de Campanar, sobre las 17.30, muchos de los residentes no estaban en las viviendas, lo que redujo el número de víctimas humanas, pero aumentó la mortalidad de mascotas, algunas de las cuales fallecieron solas en los pisos. Fuentes de la Policía Local han detallado a EL PAÍS que la unidad medioambiental “no ha podido hacer un recuento de los animales que había en el edif...
Cuando el fuego comenzó a devorar el bloque de 14 pisos en el barrio valenciano de Campanar, sobre las 17.30, muchos de los residentes no estaban en las viviendas, lo que redujo el número de víctimas humanas, pero aumentó la mortalidad de mascotas, algunas de las cuales fallecieron solas en los pisos. Fuentes de la Policía Local han detallado a EL PAÍS que la unidad medioambiental “no ha podido hacer un recuento de los animales que había en el edificio”, aunque algunos testimonios recabados por este diario apuntan a que pueden ser decenas. La organización animalista Alternativa Felina ha sacado su propia estimación que habla de 84 animales de compañía que murieron, pero fuentes del Ayuntamiento han desmentido esa cifra al aclarar que no hay un balance oficial. Las protectoras de animales detallan que han recibido llamadas de damnificados que reportan la pérdida de perros, gatos, pájaros, hámsteres y hasta una tortuga. Algunas clínicas veterinarias privadas han abierto sus puertas gratuitamente para atender los animales afectados por el incendio, mientras el Ayuntamiento ha puesto al servicio de quienes se quedaron sin casa las protectoras municipales para dejar a sus mascotas mientras son realojados.
Vicente Barberán, residente de la torre calcinada, conoce a dos personas que han perdido a sus animales. “Había un chico que vivía solo, al que veía casi todos los días sacando al perro. Pero cuando llegó [al lugar del incendio] no pudieron sacar al labrador. El hombre estaba tirado en la carretera llorando dramáticamente, lo tuvimos que levantar entre cuatro vecinos para qué se incorporara”. Una damnificada, cuya mascota pereció en el incendio, ha mencionado otros tres casos en la misma situación. No quiere dar su nombre, ni detalles del animal. “He llorado todo el día, simplemente no puedo hablar”, ha detallado a las afueras de la Tabacalera, donde el Ayuntamiento ha abierto una oficina para los afectados por el incendio.
Una mujer que paseaba a su mascota en el barrio Campanar dos días después de la tragedia ha confesado sentirse “muy triste” por la pérdida de los animales. “Todos nos encontrábamos en la noche para sacar nuestros perros en el jardín de enfrente [del edificio]”, ha señalado con la mirada clavada en la mole calcinada. La solidaridad vecinal, que rebosó los casals falleros con insumos para las personas afectadas, también brotó en favor de los animales. Una de las clínicas veterinarias que ha ofrecido sus servicios sin coste para atender a las mascotas lesionadas es la de Montero y Medone, a solo 600 metros del edificio siniestrado. Bruno Fernández, propietario del establecimiento, ha lamentado la pérdida de “muchos clientes” que murieron a causa de la conflagración. Describe con especial nostalgia el caso de un perro al que le habían detectado un tumor, a la espera de que los exámenes arrojaran si era dañino: “Cuando les escribimos [a los dueños] para darles la buena noticia de que no era maligno, nos respondieron el correo diciendo que había fallecido en el incendio“.
Fernández ha narrado que el día del accidente trabajaron hasta la una de la madrugada para atender las llamadas de los damnificados, preocupados principalmente por la inhalación de humo a la que estuvieron expuestos los animales o con dudas sobre cómo controlar el estrés de las mascotas, tras los momentos de tensión que precedieron al rescate. “Eran animales que estaban muy excitados”, describe Fernández, quien hace énfasis en que lo más importante ahora es restablecer una rutina de paseo y comidas “tan pronto como sea posible”, para recuperar la sensación de normalidad. “Ellos están acostumbrados a su ambiente y se tiene que adaptar a una vida desde cero″, señala, algo particularmente difícil en los gatos que, aclara el especialista, pueden presentar comportamientos como orinarse en la cama o el sofá por la situación tan atípica por la que han atravesado. Los veterinarios recomiendan productos con feromonas para tranquilizar a las mascotas.
Las complicaciones más frecuentes en las animales que han estado en un incendio son las quemaduras, la dificultad para respirar ―identificable cuando animal lo hace con la boca abierta, o de una forma más ruidosa o acelerada de lo normal―; fatiga o debilidad, que provoca desorientación, marcha irregular o tropiezos. La tos, las arcadas, la irritación de los ojos, el lagrimeo excesivo y la secreción nasal son otros efectos que padecen las mascotas expuestas a grandes cantidades de humo.
La American Veterinary Medical Association (AVMA), la mayor agremiación de veterinarios del mundo, estima que en Estados Unidos mueren anualmente 40.000 mascotas en incendios residenciales —la mayoría por inhalación de humo— y 500.000 más se ven afectadas, con especial riesgo para los animales con enfermedades cardiovasculares o respiratorias. La AVMA recomienda en un manual para asistir a mascotas afectadas por incendios tener a la mano un kit de emergencias que, entre otras cosas, contenga alimentos, agua y medicinas suficientes de siete a 10 días; material sanitario y de primeros auxilios, como ungüentos antibióticos, rollos de vendaje de algodón y solución salina; así como los documentos más importantes como el certificado de propiedad del animal, registro de vacunación, historial médico y una foto de la mascota, “preferiblemente con el dueño”.