La oportunidad histórica del PSPV: ¿ la política o la guerra?
Los socialistas valencianos tienen una oportunidad (y el tiempo necesario) para consolidar un nuevo liderazgo capaz de frenar a tiempo al PP y de liderar a las izquierdas en la construcción de una nueva hegemonía en la Comunitat Valenciana
Decía el líder revolucionario chino Mao Tse-tung que “la política es guerra sin efusión de sangre” y que “la guerra es política con efusión de sangre”. Y donde saben —y mucho— de guerras fratricidas y de hacerse sangre es en el PSPV-PSOE. Así pues, el interregno entre los 13 años de Joan Lerma al frente de la Generalitat y los 8 de Ximo Puig no estuvo exento de batallas cainitas, puñaladas y tensiones en el seno de la familia socialista. Tensiones que acabaron cuando, de la mano de aquella Mónica Oltra de la Primavera Valenciana y del Podemos del 15M, el periodista morellano Ximo Puig —hasta e...
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Decía el líder revolucionario chino Mao Tse-tung que “la política es guerra sin efusión de sangre” y que “la guerra es política con efusión de sangre”. Y donde saben —y mucho— de guerras fratricidas y de hacerse sangre es en el PSPV-PSOE. Así pues, el interregno entre los 13 años de Joan Lerma al frente de la Generalitat y los 8 de Ximo Puig no estuvo exento de batallas cainitas, puñaladas y tensiones en el seno de la familia socialista. Tensiones que acabaron cuando, de la mano de aquella Mónica Oltra de la Primavera Valenciana y del Podemos del 15M, el periodista morellano Ximo Puig —hasta entonces, un desconocido para una parte importante de los valencianos— se hacía con las llaves del Palau de la Generalitat, sito entre el carrer Cavallers y la plaça de Manises.
Dos sucesos marcan el fin de Ximo Puig al frente del PSPV: el retorno del Partido Popular a las principales instituciones valencianas y el anuncio del hasta entonces president de que daría un paso atrás en el próximo cónclave socialista, dos veces postergado y sin candidaturas oficializadas. Hace bien el PSPV en ir con cuidado y prudencia, midiendo milimétricamente cada uno de sus pasos para planear una sucesión de Puig que culmine en fumata blanca. Y es que, ante un Podemos fuera de las instituciones en la Comunitat Valenciana —quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras, diría Don Miguel— y un Compromís cada vez más residual y desaparecido en combate —en Madrid y en València— el PSPV tiene una oportunidad (y el tiempo necesario) para consolidar un nuevo liderazgo capaz de frenar a tiempo al PP y de liderar a las izquierdas en la construcción de una nueva hegemonía en la Comunitat Valenciana.
Y…¿Quiénes se postulan para ser el próximo Segretario Generale (en italiano todo suena un poquito mejor) de los socialistas valencianos? La flamante Ministra de Ciencia y Tecnología Diana Morant, el líder socialista en la provincia de València y alcalde de Mislata Carlos Fernández Bielsa —pieza clave en este ajedrez político, si me lo permiten, pues es crucial en el “cinturón rojo” del área metropolitana de València y ha construido sabiamente su marca personal— y Alejandro Soler, líder del partido en Alacant. Otros rostros que tendrán protagonismo en el futuro socialista son Darío M. Lerga, —alcalde de Sagunt y protagonista de algunos de los hitos industrializadores de la Comunitat Valenciana—, José Muñoz —nuevo portavoz en Les Corts— o Víctor Camino —al frente de las Juventudes Socialistas de España y recién nombrado diputado en Madrid.
Pero, además del quién (un buen líder), el PSPV necesita una buena estrategia: necesita un cómo. Y el cómo pasa por convertirse en baluarte nacional de las políticas socialdemócratas y reindustrializar con eficacia una Comunitat Valenciana presa del turismo que no deja de perder peso económico a nivel nacional. Necesita acudir a la serie Borgen y a ese Secretario General de Birgitte Nyborg que le recuerda: “Si no eres muy lista rodéate de personas más listas que tú, y si eres lista y razonable intenta rodearte de personas igual de listas y razonables que tú, y que te cuestionen”. Una estrategia valiente que, frente a las presiones, recuerde a aquel aprendiz de soldador que llegó a ministro de Exteriores de Dinamarca en Borgen, gracias a la movilidad social de los gobiernos socialdemócratas. He aquí la oportunidad histórica del PSPV: elegir la (buena) política frente a la guerra y convertir a Mazón en un paréntesis. La alternativa ya la conocemos todos.