Esperansa Grasia: ha nacido una estrella (y no solo de TikTok)
La valenciana Gemma Palacio, de 21 años, trabajaba en un supermercado hasta hace unos meses; hoy tiene dos millones de seguidores en las redes con su álter ego y ha publicado un libro
A finales de 2021, en el podcast Buenismo bien, de la Cadena SER el periodista Quique Peinado le preguntaba al humorista Joaquín Reyes si tenía alguna predilección entre los comediantes más jóvenes: “Esperansa Grasia. Es graciosísima. Ese juego comparando a una familia americana con una española, me hace muchísimo la grasia, y el personaje de la madre es muy gracioso”. Unas semanas después, durante el tran...
A finales de 2021, en el podcast Buenismo bien, de la Cadena SER el periodista Quique Peinado le preguntaba al humorista Joaquín Reyes si tenía alguna predilección entre los comediantes más jóvenes: “Esperansa Grasia. Es graciosísima. Ese juego comparando a una familia americana con una española, me hace muchísimo la grasia, y el personaje de la madre es muy gracioso”. Unas semanas después, durante el transcurso de esta entrevista con EL PAÍS, esa misma respuesta suena en el móvil de esta creadora valenciana de contenido, de 21 años. “La tengo en favoritos, siempre a mano. Me la pongo cuando estoy desmotivada”, explica.
La vida de Gemma Palacio (Llíria) cambió radicalmente el año pasado. En febrero subió el primer video de esta serie a TikTok. En agosto dejó de trabajar en un supermercado. En diciembre entraba en imprenta su primer libro, Ai lof yu, Ashley (Alfaguara) y, mientras tanto, se convertía en la mejor Tiktoker española de comedia (según los premios que otorga la propia aplicación). En cuestión de meses, superaba los dos millones de seguidores combinando esta plataforma (1,7 millones de seguidores) e Instagram, fichaba por Netflix para producir historias en sus redes y se convertía en colaboradora del magacín Podríem fer-ho millor en la radio autonómica de À Punt.
Gemma nunca ha ido a una discoteca y tampoco ha estado en Estados Unidos. Cuando la covid-19 forzó el confinamiento de la población, solo era otra joven enfrentada a una cantidad insoportable de tiempo libre y pantallas. Se abrió TikTok, aunque tardaría en subir el primer video: “Al principio, tenía algún reparo por si me veía la gente del pueblo. Esa era toda mi preocupación”. El pueblo, donde todavía vive, es Benaguasil. La preocupación de la que habla le llevó a ocultarse tras un álter ego. “Era tardísimo y apareció un anuncio de la astróloga, que siempre me ha caído muy bien y…”. Le cambió un par de letras. Lo demás es historia tan reciente que está inmersa en ella.
Entre la precariedad de su generación, hija de una pareja de padres separados y bien avenidos, Gemma llevaba saltando de un empleo a otro desde los 16. Con un grado medio en contabilidad descubrió, en cuestión de meses, que su afición por “doblar a profesores” durante las clases se había convertido en una escuela de improvisación. “No lo hacía con mala intención; a veces me pillaban. Pero sé que hay algo de eso, otro tanto de las miles de horas viendo series americanas y mucho de las inquietudes artísticas de mis padres”. Esa educación cultural no solo es ecléctica (El milagro de P. Tinto, La venganza de Ira Vamp, Una jaula de grillos, El último de la fila…); es la pista para comprender que su éxito sea intergeneracional.
“Mi público tiene entre 18 y 60. Mucha gente mayor me sigue y agradece lo que hago”. El personaje de Consuelo —la madre de la familia española en su serie— es una muestra de esa sensibilidad, de cómo Gemma convierte cada coletilla o reacción de su madre “y de otras madres” en la base de un sketch. Esa capacidad funciona igual de bien con los personajes de su edad. No en vano, el primer spin off fuera de la red social del scroll infinito ha sido el libro protagonizado por Ashley (la adolescente americana) y Juanjo (el icónico adolescente español) que, próximamente, tendrá su versión en audio. Es solo uno de los proyectos que llevarán a esta nueva estrella valenciana hasta el siguiente nivel, mientras sigue recibiendo halagos inesperados de sus “ídolos” en la comedia, “como Goyo Jiménez”. “Que él me reconozca… ¡si en parte todo esto de los americanos viene de él!”, apunta.
El sueño de Gemma es estudiar interpretación. “Hacer reír es maravilloso, pero, aunque nunca haya podido formarme, mi sueño es ser actriz sin importar más allá del género”. Hace unos meses, estuvo a punto de irse a Bostón para hacerlo, pero ha elegido aprovechar el momento. “No sé lo que durará, pero tengo que ser agradecida con todo esto que me está pasando”, sostiene. No obstante, tiene los pies en su tierra y, aunque va a independizarse, lo hará en Benaguasil. “A veces pienso, tía, vete a una discoteca que eres la puta ama. Ve y disfruta, vive a tope porque te lo estás ganando. Pero esas ideas me duran medio minuto. No soy así y me sentiría ridícula. Si no eres humilde, este mundo te manda a la mierda bien rápido”.