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El ‘sintecho’ del mar, tres veces rescatado y una vela pidiendo auxilio

Un hombre de 59 años pasa seis días a la deriva en un velero sin timón y sin motor hasta ser socorrido en Arenys de Mar

Al pasar por su lado, los tripulantes de la lancha pudieron leer lo que Philippe C. había escrito en la vela: “Tengo hambre y necesito agua”. Un mensaje suficientemente claro como para que avisasen a Salvamento Marítimo. Eran las once de la mañana del martes, y la embarcación daba tumbos a unos siete kilómetros de la costa de Arenys de Mar (Barcelona). Cuando los rescatadores se aproximaron, no tardaron en reconocer al velero Esteban y a su patrón...

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Al pasar por su lado, los tripulantes de la lancha pudieron leer lo que Philippe C. había escrito en la vela: “Tengo hambre y necesito agua”. Un mensaje suficientemente claro como para que avisasen a Salvamento Marítimo. Eran las once de la mañana del martes, y la embarcación daba tumbos a unos siete kilómetros de la costa de Arenys de Mar (Barcelona). Cuando los rescatadores se aproximaron, no tardaron en reconocer al velero Esteban y a su patrón Philippe C.: era la tercera vez que lo sacaban del mar, en situaciones complicadas. El hombre, francés, de 59 años, es un nómada que vaga desde mayo por las aguas catalanas a bordo de un barco que a duras penas se mantiene a flote.

La explicación que dio Philippe C. es que llevaba seis días a la deriva en el mar después de sufrir una avería mecánica provocada por un problema eléctrico, explica un portavoz de Salvamento Marítimo. Lo primero que hicieron entonces fue avisar a la Cruz Roja, por los posibles problemas de salud del patrón del velero. En las imágenes del barco ya remolcado hasta el puerto de Arenys de Mar, se ve a Philippe C. sin camiseta, con la piel tostada por el sol y en los huesos. Ya en tierra, fue asistido por el Sistema de Emergencias Médicas (SEM), que le trasladó al hospital de Mataró, con síntomas de deshidratación.

“En un primer momento, explicó que quería salir al Atlántico a través del Estrecho y le atrapó una tormenta eléctrica”, explican fuentes de la policía marítima de los Mossos d’Esquadra, que dieron apoyo al rescate. Pero el relato de Philippe C. era “inconexo”, sin que los policías entendiesen los motivos exactos que le habían llevado a acabar en esa situación. “Dijo que le había alcanzado un rayo”, añaden. Cuando inspeccionaron el barco, comprobaron que no tenía motor, ni timón, ni cuadro eléctrico, y que acumulaba 30 centímetros de agua. “Es un sintecho del mar”, añaden esas mismas fuentes, sobre la situación de absoluta precariedad en la que hallaron el velero, de unos 10 metros de eslora, con bandera francesa, pero sin matrícula, y a su patrón.

El periplo documentado de Philippe C. por Cataluña empezó el 5 de mayo, cuando las autoridades francesas mandaron una petición de auxilio a España: no sabían nada del velero Esteban, que había partido desde Cap d’Agde, en el golfo de León, con rumbo a Barcelona, pero sin reunir las condiciones adecuadas para navegar. Unos días después, el 16 de mayo, se produjo el primer rescate del barco en aguas gerundenses. El Salvamar Sirius, de Salvamento Marítimo, remolcó el velero hasta la marina de Palamós después de encontrárselo en mal estado y sin poder navegar. Eran las ocho y media de la tarde.

El siguiente incidente, dos semanas más tarde, no pasó tan desapercibido porque ocurrió prácticamente en tierra, cuando el Esteban varó en una playa de Palamós. Era el 30 de mayo, a las puertas de la temporada estival en la Costa Brava. Los especialistas concluyeron entonces que Philippe C. se había dormido, y su barco había acabado en la arena. Inicialmente, el hombre se negó a ser remolcado, y ni siquiera quiso salir de su camarote cuando se lo requirió la policía local, que acabó llamando a los Mossos d’Esquadra, a la Guardia Civil y a los Bomberos. Eran ya las nueve de la noche. A la mañana siguiente, Salvamento Marítimo lo convenció para arrastrar de nuevo al Esteban hasta el puerto de Palamós.

Pero Philippe C. no tardó en echarse de nuevo al mar. Unos días después fue avistado por un informador en una playa de Calonge. En ese momento, Capitanía Marítima intervino y abrió un expediente al velero, sobre el que concluyó que no podía navegar: “Está en malas condiciones y sin motor”. El barco fue remolcado entonces hasta Roses, en el Alt Empordà, y allí quedó en un varadero, “en seco”, a la espera de ser reparado. Era una condición indispensable para poder salir de nuevo a surcar las olas. Durante unos meses, Salvamento Marítimo no tuvo noticias de Philippe C.

Hasta el aviso del martes pasado, cuando el velero apareció de nuevo en escena en Arenys de Mar, en la costa barcelonesa, y en peores condiciones que nunca. “Está reventado”, resumen fuentes de la policía marítima de los Mossos. Hasta el punto de que para poder navegar, Philippe C. había ideado un sistema manual: había colgado un peso al mástil mayor, que descolgaba y lo lanzaba contra el agua, bien a estribor, bien a babor, según desease que girase la embarcación.

Después de todo este tiempo, nadie tiene claro de dónde ha salido el Esteban, ni la trayectoria o los conocimientos de Philippe C., al que definen como un hombre tranquilo. “Está claro que alguna experiencia debe tener”, explican fuentes policiales, sobre la manera en la que se maneja a pesar de las pésimas condiciones de su barco. Sus idas y venidas también han supuesto algunos quebraderos de cabeza en las marinas donde ha amarrado, añaden, sobre el coste que debe abonarse. “Cuando lo rescatamos, él quería seguir navegando, pero no hubiese llegado muy lejos”, señalan esas mismas fuentes. Ahora el Esteban descansa en el puerto de Arenys. Hasta que Philippe C. decida qué hacer.

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