El crimen organizado ensombrece el paraíso turístico de Salou
Tres personas han sido asesinadas en un año en dos tiroteos con características similares: personas jóvenes, de origen francés, muertos en la calle
“Esto no es normal”, dice indignado y preocupado un hombre francés, mientras monta a sus hijos en el coche. Ha decidido irse del hotel donde se alojaba en Salou (Tarragona) para pasar unos días de vacaciones con su familia después de que el miércoles se llevase el susto de su vida. Pasadas las diez de la noche, llegó al complejo de apartamentos. Al subir las escaleras, se cruzó con un vehículo negro aparcado en la puerta e intercambió fugazmente la mirada con los dos jóvenes que lo ocupaban, sin darle más importancia. Cuando ya estaba de espaldas, colocando la tarjeta en el lector para entrar ...
“Esto no es normal”, dice indignado y preocupado un hombre francés, mientras monta a sus hijos en el coche. Ha decidido irse del hotel donde se alojaba en Salou (Tarragona) para pasar unos días de vacaciones con su familia después de que el miércoles se llevase el susto de su vida. Pasadas las diez de la noche, llegó al complejo de apartamentos. Al subir las escaleras, se cruzó con un vehículo negro aparcado en la puerta e intercambió fugazmente la mirada con los dos jóvenes que lo ocupaban, sin darle más importancia. Cuando ya estaba de espaldas, colocando la tarjeta en el lector para entrar al hotel, oyó una primera ráfaga de disparos, gritos, y una segunda ráfaga. Apenas tuvo tiempo de agarrar a sus hijos, entrar y echar a correr por el recibidor en dirección contraria a los tiros. Dos personas fueron asesinadas prácticamente en su cara, recuerda, aún afectado. “Esto no es seguro, y menos para los niños”, lamenta. El doble crimen apunta a ajustes de cuentas por tráfico de drogas.
El municipio tarraconense de Salou, con casi ocho millones de pernoctaciones al año, se está viendo sacudido por el crimen organizado. Al menos tres personas han sido asesinadas en un año en dos tiroteos con características similares: personas jóvenes, de origen francés, muertos a tiros en la calle por disputas por tráfico de drogas. En la fachada acristalada del complejo de apartamentos de Salou, al final de una avenida sin salida, se puede ver el impacto de las balas en el cristal y en la pared. También en los vidrios rotos de algunos coches de otros clientes que los tenían aparcados fuera. Las dos víctimas, dos jóvenes, se alojaban también en las instalaciones, según ha informado el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, después de que el Juzgado de Instrucción 6 de Tarragona autorizase el registro de sus habitaciones.
La secuencia fue rápida. Un Renault Captur de color blanco llegó a las diez y media de la noche hasta la altura del coche negro de las dos víctimas, aparcado en la puerta del hotel. De él bajaron unos encapuchados con armas largas y abrieron fuego. El hombre que se encontraba al volante falleció en el lugar. El otro escapó corriendo, según testigos presenciales, hasta un pequeño montículo en la zona, y recibió también diversos disparos. Los servicios sanitarios lograron trasladarle con vida hasta el hospital, donde murió al día siguiente. Los autores del tiroteo huyeron, pero la policía logró interceptar el coche en un área de servicio a unos 15 kilómetros. Solo pudieron detener a un joven de 24 años de origen francés, el resto huyó a pie. En el interior del vehículo, los agentes encontraron armas cortas, largas e incluso granadas de mano. Los Mossos buscan al menos a otros tres implicados, según esas mismas fuentes.
Judith Thomas empuja la silla de ruedas de su marido Norbert. Viven entre México, de donde es ella, y Cataluña, de donde es él. Y se encuentran de vacaciones en Salou por motivos de salud. “En mi país nunca me he visto en una situación así”, relata la mujer sobre el miedo que pasaron la noche anterior. Veían la televisión en su apartamento, cuando los disparos, “como unos petardos”, les sobresaltaron. “Fueron siete u ocho disparos, gritos, y luego siete u ocho más”, explica ella. “Lo que más me impresionó fue oír a gritar a un señor que le decía a un niño: ‘¡Métete!, ¡puta madre!”, recuerda, en referencia a algún otro huésped que trataba de poner a cubierto a sus hijos. “Fue un susto tremendo”, resume, ya de día, mientras los mossos de balística escanean el lugar para obtener una radiografía exacta de la secuencia del ataque.
El 9 de mayo del año pasado, Salou se vio sacudida por un asesinato en plena calle, de características muy similares. Unos pistoleros dispararon a bocajarro contra un joven francés de 20 años que estaba de vacaciones en el municipio. Los testigos de lo sucedido lograron retener a uno de los implicados y el resto escapó. Fue un crimen exprés entre clanes rivales dedicados al tráfico de drogas. Meses después, la policía catalana detuvo en Francia a los otros tres hombres sospechosos, que habían viajado a Salou para ejecutar su venganza.
“Si es algo entre ellos, no van a por ti”, asegura un hombre holandés, que pide no identificarse, y que también se hospeda en el mismo complejo de apartamentos de Salou. Es de los pocos que le resta importancia lo sucedido. Está unos días con un amigo francés de vacaciones. Lo malo, admite, es que una de esas ráfagas alcance a alguien por error. “Si estás ahí sentado, en el momento en el que pasa, estás fastidiado”, constata, señalando el agujero que ha dejado una de las diversas balas en la fachada del edificio.
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