Los ocho días de vida y casi muerte de Ana

Un mosso-enfermero, con 10 años de experiencia en una UCI de neonatos, reanima a una bebé que se quedó sin respiración en Terrassa

Cristian, Nerea y su bebé Ana, reunidos con Sergi, el mosso-enfermero que salvó la vida de la menor en Terrassa.CRISTÓBAL CASTRO

Ana acaba de salir del hospital. Ahora está bien, pero a sus ocho días tuvo el susto de su vida. Todo empezó a las once de la noche del domingo. Ana acababa de cenar, se orinó y sus padres, Cristian Boix, de 36 años, y Nerea García, de 22, decidieron bañarla. Al sacarla del agua, la bebé “se empezó a relajar”, recuerda su padre. “Se dormía, cambiaba de color”, detalla. Nerea se empezó a poner nerviosa. “Y yo con ella”, señala Cristian. En menos de tres minutos, “pasó de blanca a morada”.

Llamaron al 112, a una ambul...

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Ana acaba de salir del hospital. Ahora está bien, pero a sus ocho días tuvo el susto de su vida. Todo empezó a las once de la noche del domingo. Ana acababa de cenar, se orinó y sus padres, Cristian Boix, de 36 años, y Nerea García, de 22, decidieron bañarla. Al sacarla del agua, la bebé “se empezó a relajar”, recuerda su padre. “Se dormía, cambiaba de color”, detalla. Nerea se empezó a poner nerviosa. “Y yo con ella”, señala Cristian. En menos de tres minutos, “pasó de blanca a morada”.

Llamaron al 112, a una ambulancia, a un taxi... El tiempo se les hizo eterno. Con lo puesto, manga corta, ropa de estar por casa, Cristian y Nerea bajaron al portal, desesperados, con Ana en brazos. La ambulancia no llegaba. “Nos pasaban de unos a otros”, se queja Nerea. Hasta que una vecina vio de refilón un coche de los Mossos d’Esquadra.

Al volante iba Sergi Flores, de 33 años. “Fue una casualidad de la vida”, explica el policía. Estaba patrullando por Terrassa con su compañero y decidió pasar por la calle de Nerea, Cristian y Ana, como podría haber girado en cualquier otro sentido. “Una vecina nos requirió”, rememora Sergi. “Dentro del portal había una pareja y tenían una bebé que no respiraba, que estaba azul”, describe.

Sergi y Cristian coinciden en que al padre, muy nervioso, le costó soltar a Ana. “Si eres mosso eres mosso”, argumenta Cristian, sobre el temor de que Sergi tampoco supiese qué hacer. Pero Sergi no es solo mosso, es enfermero. Y además de enfermero, antes de ingresar en la escuela de policía, trabajó durante 10 años en la Unidad de Cuidados Intensivos de Neonatos de la clínica Corachan. Solo oír “soy enfermero”, Cristian le dio la bebé. Sergi cogió a Ana, le hizo reanimación, con dos dedos apretándole el esternón y luego golpeándole suavemente la espalda. Ana empezó a respirar, recuperó el color y se puso a llorar. Su padre, también.

Una ambulancia se llevó a Ana al hospital, donde ha estado en observación. “Primero nos dijeron que quizá fue corte de digestión, luego que quizá algo parecido a la muerte súbita y luego que quizá un cambio de temperatura”, dice Nerea. La bebé se ha pasado dos días ingresada y todo está bien. Solo recibir el alta, ha ido con sus padres a la comisaría de los Mossos en Terrassa y se han reunido con Sergi, que ya les visitó de madrugada, la misma noche del peor susto de la corta vida de Ana y de la de sus padres. “En un segundo le salvó la vida”, agradece Cristian. Sergi sonríe. “Fue un milagro, el destino”, se suma Nerea, mientras Ana, atareada a sus 10 días de vida, se dedica a mamar.

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