Opinión

Normalidad, solo en agresiones sexuales

Un informe del Clínic establece que el 58% de las agresiones sexuales a mujeres se produjeron en un domicilio y que en el 55% de las jóvenes agredidas de menores de 25 años hubo una sumisión química previa

Una imagen de una protesta en Bruselas, en noviemre pasado, contra las agresiones sexuales en bares y discotecas.

Parecía que la normalidad iba a estar de vuelta a nuestras vidas en breve. Parecía, pasados casi dos años, que al fin podríamos relacionarnos como antes de aquel ya lejano marzo de 2020, irnos de copas, quedar con amigos, entrar, salir… y no. Bueno, en realidad la normalidad de antaño no ha regresado en líneas general, pero sí lo ha hecho, por desgracia, en violencia machista.

Hace unos días, el Hospital Clínic de Barcelona, centro de referencia para este tipo de agresiones, así como en la implementación de un protocolo específico para su atención, hizo público un informe con las cifras...

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Parecía que la normalidad iba a estar de vuelta a nuestras vidas en breve. Parecía, pasados casi dos años, que al fin podríamos relacionarnos como antes de aquel ya lejano marzo de 2020, irnos de copas, quedar con amigos, entrar, salir… y no. Bueno, en realidad la normalidad de antaño no ha regresado en líneas general, pero sí lo ha hecho, por desgracia, en violencia machista.

Hace unos días, el Hospital Clínic de Barcelona, centro de referencia para este tipo de agresiones, así como en la implementación de un protocolo específico para su atención, hizo público un informe con las cifras de las agresiones sexuales este último año y… ¡bingo!, volvemos a las que teníamos antes de pandemia. La peor de las normalizaciones.

Las cifras son de todo menos tranquilizadoras. El 9 de mayo se decreta el fin del toque de queda y desde entonces se ve un aumento de los casos que, además, vuelven a recordarnos algunas características de la violencia machista que son menos comentadas y es que la mayoría de las agresiones sexuales se producen por personas conocidas o cercanas a la víctima. En concreto, el 58% de las agresiones a mujeres se produjeron en un domicilio; el 7,78% de las mujeres fueron agredidas por su pareja, expareja o marido y en un 30,2% de las agresiones sexuales había indicadores de sumisión química, un porcentaje que sube al 55% en las menores de 25 años. Parece que se rompe ese tópico de la violación por un desconocido agresivo en una calle oscura.

En uno de cada cuatro casos de agresiones, la mujer estaba en un estado de inconsciencia o semiinconsciencia

Me voy a quedar con este último dato, no porque los otros sean poco relevantes, sino por lo que supone de notorio el incremento de este último delito de sumisión química que en el 2020 fue de un 22,3%. Ya el pasado año, apunta Gemma Lienas en su twitter, el Institut Nacional de Toxicologia i Ciències Forenses, que había constatado 2.054 agresiones sexuales y realizó un análisis a menos de un tercio (685) bajo la sospecha de que podía haberse debido a un caso de sumisión química y en un 76% de los casos el resultado dio positivo. O sea, en uno de cada cuatro casos de agresión sexual, la mujer se encontraba en un estado de inconsciencia o semiinconsciencia. Pero su estimación es más alta, porque calculan un 33% de las agresiones consecuencia de la sumisión química.

Ni que decir tiene que los efectos de alcohol y/o sustancias que disminuyen la conciencia, la voluntad y la posibilidad de consentir y responder facilita no solo que tenga lugar este tipo de agresiones, sino también que las víctimas no se acuerden de lo sucedido, lo que elimina en gran medida la posibilidad de denuncia, tanto por la falta de pruebas, como porque la víctima se avergüenza de la situación.

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De este tipo de agresiones habló hace unos días, la periodista Montserrat Boix, en un reportaje para Televisión Española. Contaba que en Bruselas (el delito no es nacional, sino internacional) es tal el aumento de denuncias de chicas drogadas y agredidas sexualmente, que las jóvenes, hartas, han acabado por boicotear bares y discotecas. Como consecuencia de esta situación nació el movimiento #BalanceTonBar con el que se persigue exponer casos de agresiones sexuales y violaciones que hayan tenido lugar en bares y discotecas con el uso de sustancias químicas. Un movimiento que ya se ha creado también en nuestro país: #denunciatubar.

Al igual que en Bégica, en nuestro país se ha creado un movimiento para denunciar ataques sexuales en bares y discotecas

En Cataluña, mientras esperamos la respuesta del Govern, la instancia del grupo Socialista en el Parlamento, pidiéndole que tome medidas al respecto, no dejan de acudir preguntas a mi cabeza: ¿Qué tipo de sociedad estaremos creando para que nuestras jóvenes no pueden ir a tomarse una copa a un bar sin tener miedo por si las drogan contra su voluntad? ¿Serán conscientes de que el 80 % de las agresiones vienen de la mano de alguien conocido? ¿Cómo de escalofriante debe ser salir de copas y pensar que la estadística dice que la mayoría de las violaciones se dan a manos de un conocido que previamente te droga?

Es imprescindible que, no solo la conselleria que dirige Tània Verges, todas las administraciones se coordinen y pongan en marcha los mecanismos necesarios de vigilancia y ayuda al servicio de las mujeres. No podemos tolerar que a estas alturas del siglo el simple hecho de salir a tomar una copa nos pueda poner en peligro.


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