Xoel López, el humilde encanto de la normalidad
El artista inauguró el festival de Guitarra llenando el Palau de la Música
No hay quien entienda a los artistas. Invitan a Xoel López a inaugurar el Festival de Guitarra y resulta que ahora el paradigmático instrumento ocupa un lugar residual en su propuesta, que se apoya en los teclados y una batería de sonidos sintéticos. Más moderno, sin duda, pero era como si Carlos Nuñez inaugura un festival de gaitas y se pasa a la trompeta. Hay que ver. ¿Ver?, colas ante un recinto como el Palau de la Música de Barcelona a media capacidad, con todas las distancias a salvaguarda menos en el momento de la cola en la calle, donde el gregarismo empuja a comprimirse como no se hace...
No hay quien entienda a los artistas. Invitan a Xoel López a inaugurar el Festival de Guitarra y resulta que ahora el paradigmático instrumento ocupa un lugar residual en su propuesta, que se apoya en los teclados y una batería de sonidos sintéticos. Más moderno, sin duda, pero era como si Carlos Nuñez inaugura un festival de gaitas y se pasa a la trompeta. Hay que ver. ¿Ver?, colas ante un recinto como el Palau de la Música de Barcelona a media capacidad, con todas las distancias a salvaguarda menos en el momento de la cola en la calle, donde el gregarismo empuja a comprimirse como no se hace ante la cola de una panadería o del supermercado. ¿Gregarismo selectivo? Xoel López. Estuvo en febrero del año pasado y salvó por los pelos el concierto, que de nuevo por los pelos ha podido realizar de nuevo en la ciudad, esta vez en un recinto mayor.
Momento dulce en su carrera. Cae bien. Sus canciones son amenas. Postales mil veces vistas, fotos de las que no se puede esperar un nuevo enfoque, sólo el placer de reencontrarse con ese que tanto gusta, el de toda la vida. El dulce encanto y seguridad de lo previsible.
Estilo: pop-rock con aires tibiamente tropicales. Letras generalmente de amor romántico, eso de buscar la felicidad eterna en la otra persona. Medios tiempos y piezas algo más rítmicas, algunas llegando al paroxismo festivo, véase el final de Balas, presentada por Xoel como una cosa rara a medio camino del merengue y del góspel. Totalmente de acuerdo, era muy rara la canción. Cosas que no lo son: Xoel, sin ir más lejos. Tiene aspecto de profesor enrollado de humanidades, de esos que caen bien por no parecer un pergamino, y además es humilde, las canciones que cantaron sus tres vocalistas femeninas a él le gustan más que cantadas por él mismo. Su voz, delgada, se apoyó en tres vocalistas que cuando actuaron al unísono despeinaban las canciones, como pasó con Si un rayo mío te alcanzara. Por lo demás, Xoel alargó en Pez globo los finales de frase como lo hacía Txetxo Bengoetxea en 21 Japonesas, un grupo contemporáneo de Los Especialistas, otro referente de africanismo pop que venía a colación escuchando Dancehall, Tigre de bengala o la guitarra que despedía Ningún hombre, ningún lugar. La espina de la flor en tu costado sería un descarte de Josh Rouse, Si mi rayo te alcanzara se desplegó en un ritmo que Joe Jackson domina y Alma de oro tiene un comienzo que evoca La quiero a morir.
Canción de Netflix
Puesta en escena sobria con todo fiado a la normalidad de Xoel, artista tan humilde que hasta se sorprende de que la televisión haga famosa la canción de cabecera de una serie, algo realmente insospechado e insólito que él ha vivido en Netflix con La espina de la flor en tu costado abriendo cada capítulo de El desorden que dejas.
Y lo demás, lo de siempre hoy, época de distancias, riesgo y omisiones, músicos y público agradeciéndose estar allí con una platea que parece más incendiada ante la dificultad hoy existente de incendiarse fuera de casa. Por eso al final del concierto todos se aplaudieron mutuamente mientras Xoel aseguraba tener muchas más canciones que no podía interpretar a causa del toque de queda. Al salir del Palau de la Música todo el mundo podía sentirse Cenicienta apresurándose. ¿Quién nos iba a decir que un virus nos convertiría en personajes de cuento?