“Que todo el mundo tenga unos mínimos”

Susi Sequeira señala retos actuales que ya apuntaba en 2003, como el racismo o la vivienda

Susi Sequeira, psicóloga en el Ayuntamiento de Barcelona.EL PAÍS

Leída la entrevista de hace casi veinte años y escuchadas las respuestas actuales, la conclusión es que Susi Sequeira, que ahora tiene 39 años, es fiel a lo que pensaba entonces. Hija de un profesor de Mumbai afincado en Barcelona (India) y de madre catalana, aquella recién licenciada en psicología que en verano hacía de voluntaria en una ONG se emancipó a los 28 años y hoy trabaja en el servicio del Ayuntamiento que atiende a menores tutelados por la Generalitat que viven con familiares que no so...

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Leída la entrevista de hace casi veinte años y escuchadas las respuestas actuales, la conclusión es que Susi Sequeira, que ahora tiene 39 años, es fiel a lo que pensaba entonces. Hija de un profesor de Mumbai afincado en Barcelona (India) y de madre catalana, aquella recién licenciada en psicología que en verano hacía de voluntaria en una ONG se emancipó a los 28 años y hoy trabaja en el servicio del Ayuntamiento que atiende a menores tutelados por la Generalitat que viven con familiares que no son sus padres (“familia extensa”, en lenguaje administrativo). Es el SIFE, Servicio de Integración en Familia Extensa.

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Con varias de sus respuestas de la anterior entrevista se podría hacer un corta y pega. En 2003 lamentaba el racismo y que solo por su aspecto le hablaran en castellano o dieran por sentado que ha nacido fuera. Le sigue ocurriendo en 2021. Entonces situaba como problemas de su generación el paro y la vivienda.

Lo de la vivienda le entristece. “No solo no hemos mejorado; estamos todavía peor”, lamenta. Un ejemplo: “Los amigos que han tenido que marcharse de Barcelona por el precio de la vivienda. Con la pandemia no podemos vernos”.

También le sigue tocando de cerca la cuestión del racismo. “Me siguen preguntando de dónde soy, ¿cuántas generaciones tienen que pasar para que se asuma que alguien que no es blanco también es de aquí?”, se pregunta. Lo vive y lo ve porque trabaja en Ciutat Vella, donde los vecinos son de múltiples orígenes. “La inmigración es uno de los grandes retos que tiene Barcelona. Es una locura que lleguen chavales de 16 años que no pueden formarse porque no tienen papeles”, critica. Y habla “racismo institucional”.

Sequeira tenía en 2003 un gran recelo hacia los políticos. Y lo mantiene. “Sigo sin creer que gobiernen pensando en el interés de la población, sino en el suyo propio”. Y sigue sin definir si se considera de izquierdas o de derechas: “En general, no sé si es por mi mestizaje, pero pienso que todo tiene una parte buena y hay que tomar lo positivo de cada cosa: trabajo en el mundo social, es una política de izquierdas; pero hay parte de la filosofía de derechas que también puede mejorar las cosas”. No dice a quién, pero votará: “Es nuestra responsabilidad y la oportunidad de expresar nuestra opinión”.

El trabajo de Sequeira, en Ciutat Vella, donde la crisis social derivada de la sanitaria ha impactado fuerte, es un baño de realismo: “Familias que funcionaban autónomamente”, ahora pasan apuros. “Me preocupa mucho, dada la situación actual, que las políticas no se centren en garantizar unos mínimos, es muy grave que haya gente sin las necesidades mínimas cubiertas”. Habla de familias que de nueve personas en un piso sin ventanas, que piden para comer, de alumnos sin conexión a internet para hacer deberes, o de personas que quieren tramitar el ingreso mínimo vital y no pueden porque no dan citas presenciales. “Nos hemos de centrar en que todo el mundo tenga unos mínimos”, concluye en un argumento que también explica por qué no se ha identificado con el procés. “Tengo familia en todo el mundo, no creo en las fronteras”, zanja.

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