Una torre de Babel para todos los bolsillos
Guantes y Complementos Alonso, una tienda modernista que abrió sus puertas en 1905 en la calle Santa Anna de Barcelona
El probador de guantes es un pequeño artilugio que llama la atención. Su base es de madera y está recubierto de un mullido terciopelo rojo. “Pon la mano y vamos a ver”. La clienta obedece y apoya el codo. Y se deja hacer por las expertas manos de Victoria que mira, remira y ajusta el guante a la mano. Si hace falta introduce unas pinzas de madera para ensanchar la boca del guante. La maniobra se repite a medida que Victoria va sacando más pares. Al final, la clienta opta por unos pulidos guantes que se ajustan a sus manos como si fueran su segunda piel. “Es que tengo las manos muy pequeñas y l...
El probador de guantes es un pequeño artilugio que llama la atención. Su base es de madera y está recubierto de un mullido terciopelo rojo. “Pon la mano y vamos a ver”. La clienta obedece y apoya el codo. Y se deja hacer por las expertas manos de Victoria que mira, remira y ajusta el guante a la mano. Si hace falta introduce unas pinzas de madera para ensanchar la boca del guante. La maniobra se repite a medida que Victoria va sacando más pares. Al final, la clienta opta por unos pulidos guantes que se ajustan a sus manos como si fueran su segunda piel. “Es que tengo las manos muy pequeñas y los guantes que venden en las tiendas no me van bien. Estos son perfectos. Qué suerte he tenido de pasar por aquí, porque no conocía la tienda”, explica antes de salir del comercio, más contenta que unas Pascuas.
La tienda es Guantes y Complementos Alonso, un establecimiento que abrió sus puertas en 1905 en la calle de Santa Anna, de Barcelona. El artesanado modernista de su fachada deja ver la placa antigua: “Distrito 3º. Barrio 10. Manzana 1ª. Calle de Santa Ana”. Es el decano de la calle en medio de la zona comercial del centro de Barcelona, que podía ser clónica de otros centros de cualquier ciudad.
Victoria Alonso es la tercera generación de un negocio centenario
La fachada de Guantes y Complementos Alonso llama la atención primero por sus molduras de madera y grandes vitrinas que rompen el anodino entorno. Una sensación que se acentúa cuando se traspasa el umbral. En invierno, los escaparates y vitrinas de dentro exhiben guantes, gorros y bufandas, principalmente. También hay pequeños bolsos de ceremonia, y se pueden ver elegantes chales, mantones y mantillas. Siempre queda algún rincón para la otra estrella de sus productos; los abanicos que son los que se adueñan de los escaparates en verano.
La calidad y la diversidad son la marca de la casa. “La diferencia es que tenemos un producto más selecto y exquisito”, explica Victoria Alonso, la tercera generación del negocio. “Mi abuelo tenía una fábrica de guantes desde 1890 en la calle de Avinyó”, añade. Ese fue el punto de arranque. Después de unos años de distribución de la producción por otros establecimientos, su abuelo, conjuntamente con una conocida de la familia, abrieron la tienda en 1905. A esa primera época, le sucedió al frente del mostrador la madre de Victoria. “Cuando salía del colegio venía a la tienda, acompañaba a mi madre y hacía los deberes. Poco a poco me iba familiarizando. Y a los 14 años ya estaba trabajando. Ya van 43 años dándole sin parar de lunes a sábado. Comiendo en la tienda, como un pastor como digo yo, y muchos años sin vacaciones. ¡Qué esto es duro, eh!”, explica de un tirón.
Ha tenido todo tipo de clientes: “Teatreras, cabareteras, duquesas, marquesas, vecinos, turistas. Es que, además, tenemos algunos productos que no son fáciles de encontrar. Hacemos turbantes para personas que se quedan sin pelo por las quimioterapias, manoplas para las manos de los que han sufrido una apoplejía. Antes de que se vendieran en los grandes comercios, nosotros ya vendíamos guantes táctiles para los móviles. Hay mucho prejuicio de la juventud y cuando ven una tienda como esta piensan que será más cara. Se equivocan, pueden encontrar más y mejor. Aquí hay bufandas, guantes o cuellos de todos los precios. Es como una torre de Babel para todas las economías”, dispara.
Lo acaba de explicar y entra en la tienda una chica joven en busca de un abanico para su abuela. Le enseña de todo tipo, algunas primorosas reproducciones artísticas, y, otros, más sencillos pero da una calidad que salta a la vista. La chica sale con el abanico y después de probarse varios guantes y alabar lo que ve: “Lo que te decía”, remata Victoria.
Vende infinidad de guantes, abanicos, chales, mantones, bufandas y fulares
Por Guantes y Complementos Alonso han pasado muchos famosos: Lola Flores, el Gran Wyoming, Gurruchaga, Ana Belén o Núria Gispert. Victoria explica que la venta ha cambiado mucho: “Hasta las personas físicamente han cambiado. Cuando empecé había muchas tallas pequeñas, del cuatro o cuatro y medio. Ahora ya no, porque las personas son más grandes y sus manos, también”.
En el verano se vende más para turistas, sobre todo abanicos. El invierno es más para los de aquí. Yo les llamo mis fieles que bajan al centro a comprar, sobre todo guantes y cosas de calidad”, subraya. Este año, se queja, no ha sido bueno porque muchos de esos clientes no han ido y el turismo se ha esfumado. Esta semana ha actualizado la página web que ya tenía para vender online: “Con los tiempos que corren hay que espabilar. Además, no me quiero quejar porque entre los comerciantes de la calle hemos hecho terapia de grupo para ayudarnos”, bromea antes de meterse en la rebotiga.
Entre sus clientes, cabareteras, duquesas o el Gran Wyoming
Un espacio repleto de cajas —algunas de madera tan antiguas como la propia tienda—hasta el techo que son el auténtico muestrario de todo lo que vende: “Guante caballero piel moto”, “Mitones señora extra largos”, “guantes metalizados”, “guantes largos novia”, “estolas estampadas”...
No sabe qué pasará con la tienda cuando se jubile. “Tengo un hijo, pero no le veo mucho por la labor... ya veremos. Qué esto es más duro de lo que parece”. Queda claro.