Opinión

El arte de mentir retorciendo la realidad

El PP practica sin pudor la estrategia del falseamiento para presentarse como víctima cuando en realidad es culpable y acusar a los adversarios de los estropicios políticos que él mismo ha causado

El presidente del PP, Pablo Casado, interviene durante una sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados.POOL. Bernardo Díaz/El Mundo

Es un atropello de la racionalidad política tan frecuente que ya ni nos damos cuenta. Pero esta semana hemos tenido ocasión de observar una vez más cómo el PP lograba imponer con tanto éxito como descaro su estrategia de falseamiento de la realidad por la vía de imponer un relato de “hechos alternativos” que en realidad no es otra cosa que una versión engañosa de sus verdaderas intenciones y de su propia actuación política. El PP demuestra una gran habilidad, pero para que esta estrategia funcione necesita la connivencia de, al menos, una parte del periodismo. Cuando se lanza con tanto entusia...

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Es un atropello de la racionalidad política tan frecuente que ya ni nos damos cuenta. Pero esta semana hemos tenido ocasión de observar una vez más cómo el PP lograba imponer con tanto éxito como descaro su estrategia de falseamiento de la realidad por la vía de imponer un relato de “hechos alternativos” que en realidad no es otra cosa que una versión engañosa de sus verdaderas intenciones y de su propia actuación política. El PP demuestra una gran habilidad, pero para que esta estrategia funcione necesita la connivencia de, al menos, una parte del periodismo. Cuando se lanza con tanto entusiasmo a ella ya sabe que no contará, por supuesto, con la colaboración de todos los medios, pero le basta con disponer de una masa crítica suficiente para provocar un efecto arrastre que obligue a los demás medios a hablar de los asuntos que el PP quiere y en los términos que a él le interesan. Para ello suele contar como cooperante necesario con el periodismo de trinchera afín y como colaborador involuntario a un tipo de periodismo indolente que se limita a reproducir las diferentes versiones sobre un mismo hecho creyendo que manteniendo la equidistancia ya cumple con su deber.

Como ya es habitual, el PP llenó la última sesión de control del Gobierno de exageraciones e hipérboles que no tenían otra finalidad que colonizar durante todo el día los espacios informativos. Lo consiguió ampliamente. La noticia no eran los asuntos tratados, ni tampoco la estrategia de confrontación que practica el PP, sino la bronca política. Cuanto más ruido hay, más fácil es crear relatos falsos y mentir.

Dos asuntos relevantes de esta semana permiten observar en qué consiste esa estrategia. El jueves se conoció la temida sentencia del Tribunal Supremo sobre la trama Gürtel. Rajoy se apresuró a utilizar de manera oportunista un aspecto formal de la sentencia que no altera el fondo para tratar de construir un relato de exculpación, cuando en realidad era de confirmación de culpabilidad. Tras dos años de silencio, emitió un comunicado para decir que considera el fallo “una reparación moral” porque desmonta “toda la justificación de la moción de censura” que le arrebató el Gobierno en 2018 que, según él, “está construida sobre la base de una enorme manipulación de una sentencia”. En realidad, es él quien está manipulando la sentencia, siguiendo la estrategia que en 2009 le llevó a decir que no era una “trama del PP” sino “una trama contra el PP”.

Con esta forma de proceder lo que pretende Rajoy es neutralizar la interpretación correcta de la sentencia y abundar en la estrategia de presentarse como víctima. Quien ahora dice sentirse reparado moralmente era el presidente de un partido que tiene todavía 11 procesos judiciales abiertos por corrupción. Uno de sus ministros, Federico Trillo llegó a decir que todo el asunto Gürtel era un montaje policial orquestado por el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba. Ahora sabemos que fue un ministro de Interior del PP en el Gobierno de Rajoy quien creó una trama policial para obstaculizar la investigación sobre el caso Gürtel y atacar a los adversarios políticos. Imposible imaginar algo más inmoral.

El PP lleva más de dos años bloqueando la renovación del Consejo General del Poder Judicial, que no ha dejado de tomar decisiones sobre nombramientos clave en la Administración de justicia, hasta el punto que la Comisión Europea ha llamado la atención a España por esta falta de renovación. Tras un amago de preacuerdo con el PSOE, se volvió atrás. El Gobierno de coalición ha reaccionado con un proyecto de ley que es discutible, pero el PP ha tenido la habilidad de presentarlo como un atentado a la democracia, cuando quien está incumpliendo gravemente el mandato de la Constitución es el propio PP, obteniendo rédito político del bloqueo. La portavoz del PP ha llegado a acusar a Pedro Sánchez de “conductas autoritarias y dictatoriales” y “fraude de ley” por promover una reforma legislativa destinada a impedir que el PP continúe son su fraude de ley.

Es una constante de los argumentarios del PP acusar o responsabilizar a los adversarios de aquello que ellos practican. Pero todo eso no pasaría de una burda interpretación teatral sin la decisiva colaboración de unos medios muy politizados y entregados a la causa que le ayudan a construir y consolidar los relatos. Un ecosistema mediático cada vez más enrarecido en el que el periodismo de verificación y rigor sobrevive con dificultad y apenas logra sobreponerse a la frenética actividad de los spin doctors y de los magos del storytelling, constructores de relatos capaces de retorcer la realidad hasta darle la vuelta como a un calcetín.

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