OBITUARIO

Muere Joan Gaspar, el galerista de Picasso

Su familia expuso desde 1956 al pintor contribuyendo a su recuperación pública y a la creación de su museo en Barcelona

El galerista Joan Gaspar, fallecido este jueves en Barcelona.

El pasado 12 de junio, la primera persona que entró en el Museo Picasso de Barcelona, cuando el centro reabrió sus puertas después de 92 días por la pandemia, fue Joan Gaspar Farreras. Este hijo, sobrino, primo y nieto de galerista no quiso perderse la ocasión de reencontrarse con su amado Picasso. Al acabar la visita, emocionado, contó: “Estuve en la apertura del museo en 1963, tenía 21 años. Para mí es una reinauguración en toda regla. He recordado la cantidad de gente que hubo entonces”. Joan Gaspar, miembro de...

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El pasado 12 de junio, la primera persona que entró en el Museo Picasso de Barcelona, cuando el centro reabrió sus puertas después de 92 días por la pandemia, fue Joan Gaspar Farreras. Este hijo, sobrino, primo y nieto de galerista no quiso perderse la ocasión de reencontrarse con su amado Picasso. Al acabar la visita, emocionado, contó: “Estuve en la apertura del museo en 1963, tenía 21 años. Para mí es una reinauguración en toda regla. He recordado la cantidad de gente que hubo entonces”. Joan Gaspar, miembro de una gran saga de galeristas catalanes que han expuesto artistas de primer nivel, pero sobre todo a Pablo Picasso, ha fallecido este lunes por tarde por un infarto fulminante a la edad de 80 años.

Gaspar, que estaba pletórico ese día después de recorrer las diferentes salas del edificio junto a los primeros visitantes, recordó como este año 2020 había comenzado de forma positiva, con el regreso de su galería a la icónica calle de Consell de Cent, justo enfrente de donde nació la histórica y primera galería en 1909 de la mano de su abuelo Joan Gaspar i Xalabarder, como tienda para enmarcar obras. Su regreso, no podía ser de otra forma, lo hacía acompañado de la obra de Picasso; en concreto 30 aguafuertes, litografías, grabados, linóleos y alguna cerámica. “Fue un momento muy emocionante, pero ahora, con el virus, la cosa se ha torcido bastante”, dijo Gaspar.

En la exposición de su regreso se recordaba el primer encuentro en 1955 entre los Gaspar, Joan y Miquel, y Jaume Sabartés, secretario de Picasso, con el genio malagueño en Vallauris, dando comienzo a una amistad que duró siempre. Desde el año siguiente Picasso expuso de forma regular en la Sala Gaspar, siempre en octubre, mes que tenía reservado para coincidir con el mes en el que había nacido el pintor. En 1960 la galería acogió una exposición increíble en la que la cola daba la vuelta a la manzana e, incluso, se hundió el parqué de tanta gente que había en su interior. Fue el punto de inflexión en la recuperación pública de Picasso que acabo con la generosa donación de Sabartés y la creación en 1963 del Museo Picasso en Barcelona, el único centro que creó en vida el genio.

Joan Gaspar Farreras, que formó parte de la dirección de la sala desde 1971 a 1991, siguió los pasos de sus predecesores y abrió en noviembre de 1992, en un momento de crisis generalizada, la Galería Joan Gaspar, en la Plaça de Letamendi. Y abrió, como no, con una exposición de obra gráfica de Picasso: 34 de los 2.200 grabados que realizó el maestro en su vida. En 2003 dio el salto a Madrid en un nuevo centro que cerró en 2015. A partir de su apertura, en esta sala, Joan Gaspar promovió artistas de las vanguardias históricas, como Braque, Joan Miró, Antoni Clavé, Alexander Calder, Josep de Togores, Apel·les Fenosa, Antoni Tàpies y Eduardo Chillida. Pero también artistas contemporáneos como Enrique Brinkmann, Etienne Krähenbühl, Jean-Baptiste Huynh, Jordi Isern, Concha Sampol e Igor Mitoraj. Los barceloneses todavía recuerdan como en 1989, una de las enormes esculturas clásicas de este artista polaco tomó la calle por unos días.

Pero pese a la cantidad de grandes artistas que exhibió en su galería, para Joan Gaspar no hubo nadie como Picasso: “Si fuera por mí no expondría más que a Picasso”, llegó a decir, después de recordar la anécdota en la que su padre y él fueron a cenar a un restaurante. “A la hora de pagar, Picasso dijo: ‘a estos los invito yo, que son mis amigos’. El amo del restaurante le dio un papel para que le hiciera un dibujo. Picasso se negó y le dijo bromeando: ‘he venido a invitar a estos amigos, no a comprar el restaurante’, pensando que con ese dibujo podría pagar todo el restaurante”.


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