Muere Alfons Borrell, pintor del radicalismo formal

El artista barcelonés, residente en Sabadell, creó un lenguaje personal con sobrios cuadros monocromos de impactantes colores

El pintor Alfons Borrell en 1999.Silvia T Colmenero

A Alfons Borrell siempre se le distinguía por su pañuelo, bufanda, anudada al cuello y su melena nívea. Pocos podrían ver que detrás de este hombre de talante agradable estaba el creador de unas obras pictóricas abstractas en las que unía el minimalismo con el informalismo y un eterno investigador del color con el que, en su más que dilatada carrera pictórica de más de 60 años, lleno centenares de obras. El artista ha fallecido esta mañana en Sabadell a los 89 años, según han confirmado fuentes cercanas al pintor.

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A Alfons Borrell siempre se le distinguía por su pañuelo, bufanda, anudada al cuello y su melena nívea. Pocos podrían ver que detrás de este hombre de talante agradable estaba el creador de unas obras pictóricas abstractas en las que unía el minimalismo con el informalismo y un eterno investigador del color con el que, en su más que dilatada carrera pictórica de más de 60 años, lleno centenares de obras. El artista ha fallecido esta mañana en Sabadell a los 89 años, según han confirmado fuentes cercanas al pintor.

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Nacido en Barcelona en 1931, Borrell frecuentó el estudio de Anglada Camarasa, durante su servicio militar en Palma y estudió en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona. Tras este período formativo, el artista inició su trayectoria pictórica en los años cincuenta, dentro de la figuración en un primer momento. "Aprendí a dibujar durante el servicio militar y evolucioné muy rápidamente. Después de vivir aquella experiencia no podía seguir pintando de la manera tradicional. No se trata de ser original sino de buscarlo que tienes adentro”, explicó años después.

Su obra pronto evolucionó hasta el expresionismo abstracto, y ya, en la década de los años sesenta, hacia la pintura gestual en la que simplificó la forma y el color. En 1969 formó parte del Grupo Gallot, que duró apenas tres meses en los que realizó acciones en la calle, en Sabadell y Barcelona y participó, invitado por el crítico de arte Alexandre Cirici Pellicer, en la exposición inaugural del primer Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, en la cúpula del Cine Coliseum.

A mediados de los setenta desarrolló el estilo que le identificaba, desligado de etiquetas, caracterizado por un monocromatismo sobrio que se desvinculaba de la corriente matérica del informalismo, y abandonó la pintura del aceite para abrazar la acrílica que le permitía colores más impactantes. Es en 1975 en el que se inaugura la primera exposición retrospectiva de su obra y en 1987 la primera individual en París. Tras el fallecimiento de su mujer Rosa en 1988 evoluciona hacia un radicalismo formal.

Obras de Borrell en la exposición de la Fundación Miró en 2015.
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El pintor, que ha realizado un buen número de exposiciones en la Fundación Joan Miró (en 1975, 1978, 2003 y 2015), en la Tecla Sala de L’Hospitalet de Llobregat, donde se pudo ver una gran retrospectiva de su obra en 2007, además de galerías como la Joan Prats en 2010 y 2016, recibió en 2014, durante la VII Nit del Galerisme uno de los premios en reconocimiento a "su trayectoria y su papel clave en la difusión del arte”.

En cuanto a su forma de pintar y su proceso creativo, el mismo explicaba: “No hago apuntes previos de las obras. A veces tengo alguna idea y la apunto, pero cuando pinto no parto de esta idea previa; la obra coge un espíritu diferente”. Y en cuanto a su color: “Yo no soy pintor. No tengo paleta, solo uso cuatro pigmentos extraídos de la tierra", resumía.

En 2015, como inicio de la conmemoración de los 40 años de la Fundación Miró, se programó una exposición antológica de Borrell, que comisarió un artista joven, Oriol Vilapuig y que permitió ver 200 de sus obras, 130 inéditas procedentes del taller del artista. El día de la apertura de la muestra, Borrell recordó la figura de su amada esposa Rosa y explicó cómo, tras su muerte, su obra se volvió más espiritual y minimalista. También tuvo un recuerdo para su gran amigo, Joan Brossa: “Cuando Rosa murió, iba a comer a su casa todos los jueves, pasábamos mucho tiempo juntos. Brossa me enseñó a no tener tanto miedo”, concluyó.

Su última exposición fue la que se pudo ver entre octubre y noviembre de 2019 en el foyer del Teatre del Liceu, tras recibir el encargo de ilustrar el libro de la temporada del coliseo de La Rambla.

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