La década crucial de Tàpies
La fundación barcelonesa del pintor expone 41 obras creadas entre 1953 y 1963, años de su consolidación y proyección internacional cuando se cumplen 30 años de apertura del centro
En 1953 Antoni Tàpies cumple 30 años y comienza una década crucial, hasta 1963, en la que el pintor no solo encontró su propio lenguaje, sino que obtuvo un reconocimiento internacional y consiguió dejar de ser un instrumento del régimen franquista que pretendía valerse de su obra y la de los artistas “modernos” para abrirse al mundo y ganarse a la comunidad internacional. Esta década en la que Tàpies acaba siendo el Tàpies valorado y respetado por casi todos es el protagonista de la exposición Tàpies a los 30 que cel...
En 1953 Antoni Tàpies cumple 30 años y comienza una década crucial, hasta 1963, en la que el pintor no solo encontró su propio lenguaje, sino que obtuvo un reconocimiento internacional y consiguió dejar de ser un instrumento del régimen franquista que pretendía valerse de su obra y la de los artistas “modernos” para abrirse al mundo y ganarse a la comunidad internacional. Esta década en la que Tàpies acaba siendo el Tàpies valorado y respetado por casi todos es el protagonista de la exposición Tàpies a los 30 que celebra, no podía ser de otra forma, los 30 años de la fundación que desde hace tres décadas trabaja por dar a conocer la prolífica obra del pintor fallecido en 2012.
Como todo creador Tàpies tuvo momentos de experimentación y de seguimiento de corrientes como el surrealismo. Con 20 años llena sus obras de formas geométricas abstractas. Pero coincidiendo con los 30 comienza a ocultarlas bajo tejidos y cartones creando una serie de retículas, estrías y desconchones, de tal forma que en 1954 Tàpies ya ha conseguido un lenguaje propio que le llevará a la madurez artística.
La exposición (abierta hasta el 6 de junio) está comisariada por Núria Homs, conservadora de la Fundación, y cabeza visible del centro tras la imprevisible salida de su director, Carles Guerra en enero. Es didáctica a partir de 41 obras, además de documentos, recortes, cartas manuscritas y fotografías que dan contexto a este periodo. “Podrían haber sido 30 obras de los 30 años, pero para qué perder 11”, explica Homs, una de las personas que más saben del pintor.
Por la forma del edificio y la disposición de las obras es posible ver la evolución del artista. “Comienza con obras en las que busca e incluso duda hacia dónde irá y qué camino cogerá”, dice Homs ante tres obras creadas con lápiz y pastel “que muestran la importancia que siempre tuvo el dibujo en Tàpies”, apunta. Y sigue con obras como Meditació epicúria, Desig y El crit. Groc i violeta, las tres de 1953 en las que Tàpies deja impresas las huellas de diferentes materiales creando las mencionadas retículas y estrías.
Se avanza en la búsqueda del lenguaje con obras de un periodo intermedio en el que Tàpies realiza formas a partir de la materia, no pintadas, como puede ser una copa en Vas, de 1955 o partes de cuerpo como el sexo o el cerebro de Gris-negre amb taques roses. N. LXXXVI y Oval blanc. N. LI, de 1957; obras en las que emplea arena, tierras de colores, blanco de España, polvo de mármol, pelos, hilos, trozos de trapo y papel, en las que abundan los colores terrosos, las gamas de grises, y, sorprendentemente, rosas. A partir de 1958 los formatos, hasta ese momento pequeños y medianos, comienzan a crecer.
No será hasta más adelante cuando acaben siendo las protagonistas las características cruces, las puertas y las camas —magnífica Llit marró, de 1960, en la que se intuye la forma y se ven las improntas de la cabeza y de los pies. Muchas de las obras años llevan sin verse y provienen de colecciones privadas y de museos de Holanda y Alemania, además de la propia fundación y de la familia del pintor.
Entre las obras expuestas, algunas de las piezas que se vieron en exposiciones internacionales, como en el Marshal Field & Company de Chicago y en la Martha Jackson Gallery de Nueva York, la galerista que le impulsó y le acompañó, en su carrera internacional, junto con el crítico francés Michael Tapié, impulsor del informalismo, del que se exhibe una de las obras que adquirió para su colección particular: Pintura-collage amb draps i fils (1955). También Composición azul ultramar. N. LXXVIII; una de las 15 obras que se expusieron en el pabellón español de la Bienal de Venecia de 1958. Fue un gran éxito, pero desde entonces Tàpies se desvinculó de cualquier relación con el régimen y su utilización del arte moderno para abrirse al mundo y pidió a sus galeristas que nunca más prestaran obras suyas para exponerla en una muestra promovida por el gobierno de Franco.
En uno de los documentos se ve, incluso, como denunció y ganó un pleito en 1963, amparándose en la ley de propiedad intelectual española, a un coleccionista de Barcelona que, haciendo caso omiso, dejó tres de sus obras para exponerlas un año antes en la muestra Modern Spanish Painting en la Tate Gallery de Londres.
En ese año se vive la gran internacionalización de la obra de Tàpies con sus primeras exposiciones retrospectivas de su obra en Alemania, en Estados Unidos y en Suiza: en la Kestner-Gesellschaft de Hannover a cargo de Werner Schmalenbach, que posteriormente itineró en la Kunsthaus de Zúrich, y en el Guggenheim Museum de Nueva York, a cargo de Thomas Messer. En uno de los documentos se ve, incluso, como denunció y ganó un pleito en 1963, amparándose en la ley de propiedad intelectual española, a un coleccionista de Barcelona que, haciendo caso omiso, dejó tres de sus obras para exponerlas un año antes en la muestra Modern Spanish Painting en la Tate Gallery de Londres.
30 años sin celebración, por ahora
La Fundación Tàpies cumple 30 años en un momento complicado. Como todos los centros culturales sufre los efectos de la pandemia. No solo tuvo que cerrar sus puertas en marzo, sino que, una vez reabierta (una semana después del resto de museos y fundaciones porque se cambió el suelo de la sala principal que había sufrido una inundación un par de años antes) tiene que hacer frente a la falta de público extranjero, que ha hecho que sus visitantes disminuyan de forma alarmante “entre un 70 y un 80%, como la mayoría de centros”, explica Homs a este diario, durante la visita a la exposición. Y como ocurre con equipamientos como la Fundación Joan Miró y el Museo Picasso, que han hecho gala, hasta ahora, de una casi autofinanciación a través de la venta de entradas, se están viviendo momentos de apuros económicos. Además, la Fundación Tàpies lleva 10 meses sin dirección, desde que Carles Guerra “pactara” su salida de la dirección del centro, quedando el equipo que dirigía sin cabeza desde ese momento.
En junio se cumplieron los 30 años exactos de la apertura en el edificio modernista de la calle Aragón. En ese momento se anunció que los festejos se posponían hasta el mes de octubre. Por ahora nada se ha anunciado y la exposición que este viernes abre sus puertas es el único acto que festeja esas tres décadas. Lejos queda la celebración de los 25 años en los que la Fundación se reivindicó como “centro I+D del arte contemporáneo” y reunió en un acto festivo a todos sus directores: Manuel Borja-Villel (ahora director del Reina Sofía), que dirigió la fundación entre 1990 y 1998; Núria Enguita, entre 1998 y 2008 (y ahora dirige el IVAM de Valencia); Laurence Russell, desde 2008 hasta el verano de 2015 y el último, Carles Guerra, además de la familia del pintor y Ada Colau, alcaldesa de la ciudad.