La escapada a la segunda residencia
El consumo de agua y luz indica que el uso de estas viviendas no ha sido tan masivo y los Mossos alertan del aumento de las ocupaciones ilegales
Las segundas residencias han ganado atractivo a raíz del encierro doméstico motivado por la covid-19 y por la amenaza de que puedan llegar más confinamientos. En Cataluña hay contabilizados medio millón de apartamentos y chalés de veraneo pero, durante la pandemia, su uso y disfrute ha quedado condicionado por las restricciones a la movilidad impuestas precisamente para prevenir la propagación de la infección. Y pese a las voces de alerta de algunos municipios, el c...
Las segundas residencias han ganado atractivo a raíz del encierro doméstico motivado por la covid-19 y por la amenaza de que puedan llegar más confinamientos. En Cataluña hay contabilizados medio millón de apartamentos y chalés de veraneo pero, durante la pandemia, su uso y disfrute ha quedado condicionado por las restricciones a la movilidad impuestas precisamente para prevenir la propagación de la infección. Y pese a las voces de alerta de algunos municipios, el consumo de electricidad y agua indica que su uso no ha sido masivo. Los Mossos d’Esquadra, además, indican que el abandono de esas viviendas durante meses ha propiciado un aumento de las ocupaciones ilegales.
Ahora, cuando el porcentaje medio del sueldo que se destina a la hipoteca o al alquiler ya supera el 30%, para una amplia mayoría pensar en la posibilidad de adquirir una segunda residencia es una fantasía. Pero el confinamiento obligado por el coronavirus y la permanente amenaza de que haya nuevos encierros han estimulado el interés por disponer de un refugio alternativo a la vivienda principal.
Con muchas trabas para viajar al extranjero, el uso de las segundas residencias se ha presentado como una válvula de escape para romper rutinas, pero estas escapadas también han generado controversia. En los días más duros del confinamiento y con todas las alarmas activadas por el riesgo de contagio, muchos ayuntamientos de municipios costeros advirtieron de que no tolerarían la entrada de personas no residentes, e incluso se instalaron controles policiales y barreras de hormigón para disuadir a los forasteros.
Concretar con exactitud qué aprovechamiento se ha dado a chalés y apartamentos de la Costa Brava, en Girona, y de la Costa Daurada, en Tarragona, durante los meses de pandemia es muy difícil pero hay algunos datos que recogen el trajín que han registrado estos territorios, ambos fértiles en segundas residencias y casas de veraneo. Los registros de consumo de electricidad apuntan que el éxodo ha sido moderado. Según las anotaciones de Endesa, empresa que comercializa el 95% de la electricidad que se consume en Cataluña, en las comarcas de Girona el consumo de electricidad cayó un 12% en junio y otro 12% en julio, en comparación con los mismos meses del año pasado. En las comarcas de Tarragona, el descenso fue del 13% en junio y del 11% en julio.
La compañía manifiesta que, para descifrar los consumos, hay que atender al menor gasto energético de las viviendas pero, también, se debe tener en cuenta el frenazo de trabajo sufrido por las industrias y los hoteles.
Otro indicador de actividad está relacionado con los contadores de agua. En Salou, según datos del Ayuntamiento, los consumos cayeron en junio un 48,7%, en comparación con el año pasado, y en julio el desplome fue del 34%. Se prevé que, este agosto, se cierre con un descenso del 32%. El confinamiento dejó descuidadas durante meses las segundas residencias y cerró apartamentos a cal y canto. Los Mossos d’Esquadra han informado de que entre los meses de enero y mayo, las ocupaciones de vivienda se dispararon hasta el 73% en la Costa Daurada.
El Servicio Catalán del Tráfico (SCT) también ha analizado, cada viernes, la salida de vehículos de Barcelona y el área metropolitana a destinos de fin de semana. Los datos revelan caídas del tráfico del 12,8% y del 8,5% en los dos primeros fines de semana de agosto, comparándolos con la intensidad circulatoria registrada el año pasado. En julio la reducción de tráfico de salida de Barcelona llegó a ser del 19,8%, con respecto a 2019.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en Cataluña se contabilizan unas 500.000 segundas residencias y hay algunas zonas, básicamente en la costa, donde los chalés y apartamentos tienen un peso notable. El INE apunta que en Llançà, en Castelló d’Empúries o en L’Escala, ubicadas en el Alt Empordà, un 70% del parque de viviendas registra un uso temporal, y no es una excepción: en Salou y Calafell las segundas residencias son más del 50% de las viviendas y en Cambrils, Palafrugell o Vila-seca representan más del 40%. Para que una vivienda sea considerada secundaria, sus propietarios tienen que utilizarla un mínimo de 15 días y un máximo de 180 a lo largo del año, sin que esta suponga una residencia habitual.
El Tarragonès es la comarca con más población estacional en términos absolutos, con 44.531 personas que residen a tiempo completo en alguno de sus municipios sin estar empadronados. La siguen el Baix Empordà (31.262) y el Barcelonès (29.910). En términos relativos es el Pallars Sobirà la comarca que registra mayor proporción de población estacional, un 31,6%, en relación con la población empadronada. La siguen el Vall d’Aran y la Alta Ribagorça.