Ona Llibres abre con mil metros cuadrados y 50.000 volúmenes en pleno centro de Barcelona

La tienda refuerza un particular clúster de librerías en Pau Claris junto a las carismáticas Documenta y Laie

Barcelona -
Aspecto de una de las áreas de la nueva librería Ona Llibres, en Barcelona

Mil metros cuadrados en dos plantas y una oferta de más de 50.000 volúmenes, todos en catalán. Son las espectaculares cifras con las que Barcelona estrenó ayer, en el ámbito cultural, el pase a la fase 1 del desconfinamiento frente al coronavirus a través de la apertura de Ona Llibres, números que la convierten en una de las librerías independientes más grandes de Cataluña y en una de las tres referencias del particular clúster que, desde su ubicación en Pau Claris, 94, conforma en esa calle junto a las carismáticas Documenta (en el número 144) y Laie (el 85).

“Fue puro azar, pero es bu...

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Mil metros cuadrados en dos plantas y una oferta de más de 50.000 volúmenes, todos en catalán. Son las espectaculares cifras con las que Barcelona estrenó ayer, en el ámbito cultural, el pase a la fase 1 del desconfinamiento frente al coronavirus a través de la apertura de Ona Llibres, números que la convierten en una de las librerías independientes más grandes de Cataluña y en una de las tres referencias del particular clúster que, desde su ubicación en Pau Claris, 94, conforma en esa calle junto a las carismáticas Documenta (en el número 144) y Laie (el 85).

“Fue puro azar, pero es bueno que estemos agrupadas porque esa tendencia se da ya en otros sectores comerciales y los clientes de uno llamarán a otros clientes”, sostiene el empresario y periodista Tatxo Benet, socio fundador junto a Jaume Roures de la productora Mediapro y propietario de una librería que, si bien por la pandemia mantendrá sólo un 30% de sus instalaciones abiertas, debuta con mucho cuerpo: multiplica casi por cuatro las cifras de sus vecinas (Documenta tiene 250 metros cuadrados, con 17.000 volúmenes y Laie, con 300, atesora 28.000), supera también la notable La Central del Raval (850, aunque 80.000 ejemplares) y se codea con la gigantesca tienda de la cadena Casa del Libro en Rambla de Catalunya (1.500; 60.000 volúmenes).

La especialización en libros sólo en catalán de Ona Llibres (su lema, estampado en bolsas y pósters, es “Una llengua. Mil lectures”) hace presuponer poco canibalismo entre vecinos; una apuesta, la del idioma, que Benet, que ha invertido entre 1,5 y dos millones de euros en la iniciativa, no considera arriesgada, a pesar de que sólo uno de cada cuatro ejemplares que se venden hoy en Cataluña es en catalán (26,5%). “Igual que hay librerías especializadas en inglés o en viajes, ésta lo es en catalán; si alguien busca un libro en catalán, donde seguro que lo encontrará es aquí”, afirma el promotor, confiado en que es un buen momento de las letras catalanas (“la literatura contemporánea de los nuevos autores se está vendiendo bien”) y en captar a un cliente de “entre 30 y 50 años, atento también a la literatura infantil y juvenil por razones obivas, si bien esperamos captar a un público más amplio atraído por las actividades que haremos en este espacio singular”.

A ese primer perfil respondían ayer ya los primeros clientes y curiosos que acudieron a la tienda, que si bien aún faltada de algunos carteles y con estantes aún sin llenar, ya daba señales de su idiosincrasia: amén de las novedades de rigor, abundaban generosos títulos antiguos de autores, o ejemplares distintos de las mismas colecciones, como de la Biblioteca A tot vent de Proa, la veterana Episodis de la Història de Rafael Dalmau o la Biblioteca Abad Oliva de la Abadia de Montserrat, amén de la canónica Bernat Metge; también se ofrece una nutrida representación de la narrativa de editoriales como Angle o Edicions de 1984, casos en que el nombre del sello marcaba la sección en un área de un gris neutro, pespunteada por obras de arte propiedad de Benet. Entre ellas, una litografía de Damien Hirst, una escultura representando una enciclopedia (con un ejemplar roto) de Louis Gréaud, o una retorcida y redondeada pieza de Guillermo Basagoiti.

Ya en una segunda planta, dos ámbitos exponen libros de arte y de bibliófilo, así como primeras ediciones (de ejemplares de Folch i Torres de la Biblioteca al Ulisses de Joyce en la elogiada traducción de Joaquim Mallafré), todo a la venta. No lo estarán, en principio, las colecciones, prácticamente íntegras, de las Millors Obres de la Literatura Catalana y de la Literatura Universal, que reposan en la bautizada Bookeria: un espacio polivalente (con un escenario, mesas y sillas y área de actividades, ahora cerrado) donde podrán consultarse unos 15.000 libros de segunda mano mientras se toma alguna consumición. En las antípodas, una coloreada área de infantil y otra de juvenil, con proyecciones. Todo el diseño ha ido a cargo de Mediapro Exhibitions, que ha intervenido en la Sala del Univers de Cosmocaixa o en los espacios interactivos de la Casa Vicens de Gaudí.

Asegura Benet que tendrá paciencia para que la librería, que emplea a 20 personas, asiente su modelo. “No espero un retorno del capital invertido, me siento ya orgulloso con haber dado esta infraestructura cultural a Barcelona y a Cataluña, pero el negocio deberá ser rentable”, asegura quien se declara lector desde que llegó de su Lleida natal a Barcelona y adquiría libros, tras salir de la redacción donde trabajaba en los años 80, en la histórica librería Ona de la Gran Via, 654. Fundada en 1962 por empresarios y activistas catalanistas (Josep Espar Ticó, Jordi Úbeda y Ermengol Passola), que la concibieron para asentar y dar visibilidad a la edición en catalán, era el escaparate de la distribuidora Arc de Berà. El sonoro hundimiento de esta en 2010 arrastró a la tienda, que fue reconocida con la Creu de Sant Jordi. Montserrat Úbeda, hija de uno de los fundadores, abrió otra Ona en Gràcia en 2013, que aún se mantiene. Ella es también la directora del nuevo espacio.

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Un Amazon a la catalana

De aquel espíritu Benet mantiene dos cosas. Por un lado, la venta de cedés de música catalana en la tienda, igual que la Ona primigenia ofrecía los productos de la discográfica Edigsa, también creada por algunos de aquellos socios. Por otro, la función de distribuidora de libros en catalán, si bien ahora bajo el formato de la venta online de la librería (onallibres.cat), que arrancará en “unos 15 días” y que Benet quiere convertir en “el Amazon de los libros en catalán; encontrarlos en la red es casi imposible; todos los que no se hallen descatalogados estarán ahí y los podremos hacer llegar a cualquier parte del mundo porque también tendremos los medios adecuados”, asegura.

Buscando local para el Museo de la Libertad

Tatxo Benet busca también local en Barcelona, “de 2.000 a 3.000 metros cuadrados” para acoger “el Museo de la Libertad” y reunir ahí obras de arte contemporáneo que colecciona bajo una premisa: que hayan sufrido la censura. “De momento, voy acumulando obras”, afirma. Son ya unas decenas, labor que arrancó en 2018 en la feria Arco de Madrid, cuando adquirió la polémica 'Presos políticos en la España contemporánea', 24 fotos pixeladas de Santiago Sierra, de, entre otros, Oriol Junqueras, Jordi Cuixart y Jordi Sánchez. Luego adquirió Lego, de Ai Wei Wei (prohibido en China) y el verano pasado, una escultura de bronce de una esclava sexual coreana de la IIª Guerra Mundial, censurada en Japón. En septiembre se verán en La Panera de Lleida.



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