Càritas dobló las familias atendidas en abril a causa de la pandemia

El perfil habitual son personas que viven en pisos compartidos y con trabajos precarios

Voluntarios de Càritas descargan una furgoneta de alimentos.Mingo Venero

Pamela, de 49 años, vive con su hijo de 14 años en una habitación realquilada, en un piso compartido con otras varias familias en Barcelona. Llegó hace un año desde Perú y desde entonces ha trabajado esporádicamente cuidando a gente mayor, encargándose de la limpieza o de la compra. “A vueltas trabajaba un mes, pero otro estaba sin trabajo, y así iba haciendo”, relata. En total, trabajaba dos horas, dos o tres días a la semana. Y siempre en negro. Eso fue antes del confinamiento. La pandemia la dejó sin trabajo y sin ningún ingreso. “Con el confinamiento me quedé peor”, admite.

Càritas ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Pamela, de 49 años, vive con su hijo de 14 años en una habitación realquilada, en un piso compartido con otras varias familias en Barcelona. Llegó hace un año desde Perú y desde entonces ha trabajado esporádicamente cuidando a gente mayor, encargándose de la limpieza o de la compra. “A vueltas trabajaba un mes, pero otro estaba sin trabajo, y así iba haciendo”, relata. En total, trabajaba dos horas, dos o tres días a la semana. Y siempre en negro. Eso fue antes del confinamiento. La pandemia la dejó sin trabajo y sin ningún ingreso. “Con el confinamiento me quedé peor”, admite.

Càritas ayuda a Pamela y a su hijo proporcionándoles alimentos y con el pago del alquiler la habitación desde hace unos siete meses. Es una de las 3.021 familias que en abril necesitaron el apoyo de Càritas Barcelona (que engloba la capital y gran parte de su área metropolitana), que ha visto cómo el mes pasado se doblaban las peticiones de ayuda respecto el mes de abril del pasado año. “Si la curva de contagios de la covid-19 está decreciendo, la curva de personas que están pidiendo ayuda aumenta”, resume Salvador Busquets, director de Càritas de Barcelona. A estas 3.000 se le añaden 9.500 hogares más que en abril fueron atendidos a través de las parroquias y de comedores sociales y que son casos de necesidad más crónica.

La crisis económica desatada a raíz de la pandemia está haciendo mella en muchos hogares. La mayoría ya partían de una situación frágil. “Hemos visto que había mucha pobreza escondida”, admite Busquets. Las familias que acuden a Càritas estas últimas semanas tienen un denominador común: “Viven en una habitación realquilada. Son familias con una economía muy frágil y trabajos precarios -por horas y en la economía sumergida- que no les permite tener una vivienda para ellos solos”, abunda.

El responsable de Càritas prevé un aumento de las familias que requieran ayuda en las próximas semanas, pero también espera una ligera mejora. “No sabemos apreciar la magnitud. Esperamos que cuando se regularice el pago de las prestaciones del paro se alivie la situación de mucha gente. Pero esto no pasará con los que tienen un trabajo precario o en B”.

Por ello, Busquets reclama una “ayuda estructural”. “Es igual si es la Renta Garantizada de la Generalitat o el Ingreso Mínimo Vital. La gente necesita dinero para comprar comida, lo que damos las entidades no es suficiente, llegamos donde llegamos. Nos llegan muchas donaciones, pero no son suficientes para cubrir todas las peticiones”, admite Busquets.

Con todo, Pamela ha empezado a buscar trabajo. “O cuidando personas mayores o de limpieza. También hice un curso en Càritas para cuidar con personas con enfermedades mentales. Ya he preparado el currículum”.

Archivado En