Crítica

¿Torra o Bob Esponja?

No sé si 22 minutos de presencia del 'president’ en el programa 'InfoK’ son demasiados para una audiencia infantil. El programa parecía ir más destinado a los padres, pensado para presentarnos un presidente cordial, comprensivo

Quim Torra durante su participación en el programa 'InfoK'.

El presidente Quim Torra respondió el viernes una serie de preguntas sobre el coronavirus que le hizo un grupo de niños en un informativo especialísimo del InfoK. No es el primer político que lo hacía y no será el último. Se puede dudar del provecho que saca la audiencia, pero indudablemente endulza la imagen del político, bastante necesitada de mimos como estos.

No es la primera vez que InfoK, que está haciendo un buen seguimiento, r...

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El presidente Quim Torra respondió el viernes una serie de preguntas sobre el coronavirus que le hizo un grupo de niños en un informativo especialísimo del InfoK. No es el primer político que lo hacía y no será el último. Se puede dudar del provecho que saca la audiencia, pero indudablemente endulza la imagen del político, bastante necesitada de mimos como estos.

No es la primera vez que InfoK, que está haciendo un buen seguimiento, recoge preguntas de niños para que las respondan expertos en la materia que nos ocupa estas semanas. Pero a estos expertos les da tres minutos, o menos, para explicarse. Torra tuvo 22. Claro que tampoco son los treinta que se cogió el pasado lunes Erna Solberg, la primera ministra noruega. También la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, respondió, ésta muy brevemente —la prensa habla de tres minutos—, preguntas de niños. Y el jueves lo hizo, más largamente y acompañada de dos expertas, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern. O sea que si Torra ha sido primero en algo es por la condición de género.

Mientras que Solberg pretendió expulsar los miedos infantiles, admitiendo que era lógico que los tuvieran, el mensaje más insistente de Torra fue que los niños tienen que estar en casa y portarse bien. Torra estaba en la Casa dels Canonges usando Skype, un único plan medio, obligado por el confinamiento. El programa estaba cocinado en la moviola.

Hubo preguntas de muchos colores, menos de rifirrafe político. El nivel de algunas hacía pensar que las criaturas habían tenido apuntador. Una niña de nueve años usa la palabra “pandemia”. Quizás sí. La última pregunta estaba muy condimentada, empezando por la ubicación. Una niña de 10 años preguntó: “Señor presidente, ¿qué mensaje daría a los niños y niñas de Cataluña para hacer frente a esta crisis del coronavirus?".

Cuando salía una pregunta con más malicia, el presidente practicaba la elusión. Lo hizo con una niña de ocho años que reclamó que se dieran más dinero a los que investigan las vacunas y, sobre todo, cuando una pareja de niños preguntó por qué los políticos y los deportistas de élite se pueden hacer el test sin tener síntomas y el resto de ciudadanos... no. Torra se agarró a una rectificación formal (las personas sin síntomas no deben hacerse el test), dijo que nadie ha de tener privilegios (sic), “todos tenemos que ser tratados igual”, pero ignoró toda la población que está con fiebre en casa sin que un sistema sanitario saturado pueda hacerle un primer diagnóstico. Son los ignorados de las estadísticas y los excluidos de la asistencia.

No sé si 22 minutos con un mismo personaje son demasiados para una audiencia infantil. El programa parecía ir más destinado a los padres. Muy pensado para presentarnos un presidente cordial, comprensivo, que no quiere que nuestros niños sufran. Tierno. El entusiasmo de estos padres es visible en Twitter.

Que sea el presidente de la Generalitat —y todas las primeras ministras que lo han hecho— quien pida a los niños que se estén en casa, quiere ser una manera de tratarlos de forma adulta, pero no sé si es un argumento de autoridad más potente y efectivo que hacérselo decir, por ejemplo, a Bob Esponja.

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