Los chatarreros echan el cierre por el coronavirus

Centenares de personas que rebuscan metales en los contenedores se quedan sin fuente de ingresos

Imagen de archivo de una chatarrería de la Vila OlímpicaGianluca Battista

Las chatarrerías de toda Cataluña han echado el cierre después de que algunas de ellas hayan sido sancionadas este lunes por la mañana por los Mossos d’Esquadra al entender que no son comercios a los que se autoriza la apertura según el decreto que regula el estado de alarma en plena crisis del coronavirus. La decisión no solo afecta a los empresarios y trabajadores de estas plantas de reciclaje sino, más directamente, a los centenares de personas que, con ...

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Las chatarrerías de toda Cataluña han echado el cierre después de que algunas de ellas hayan sido sancionadas este lunes por la mañana por los Mossos d’Esquadra al entender que no son comercios a los que se autoriza la apertura según el decreto que regula el estado de alarma en plena crisis del coronavirus. La decisión no solo afecta a los empresarios y trabajadores de estas plantas de reciclaje sino, más directamente, a los centenares de personas que, con carritos de supermercados, patean las ciudades contenedor a contenedor en busca de metal para poderlo vender a cambio de unos euros. El coronavirus está afectando, en su vertiente más económica, a aquellas personas más vulnerables.

“No está abierto, creo que por la enfermedad”, lamenta un hombre de origen marroquí con un carrito de la compra repleto cables, alambres y unos pocos hierros. Se encuentra frente a una de las chatarrerías de la calle Joan d’Àustria en el barrio barcelonés de la Vila Olímpica. Golpea la puerta. Escucha y sabe que hay alguien dentro trabajando. “Si nadie compra vamos a morir, pero de hambre”, intenta ironizar. Al poco rato llega desde el final de la calle un joven senegalés -con una mascarilla en la boca- arrastrando un carro en el que hay un viejo termo eléctrico estropeado. “Otra que está cerrada. El problema es que no hay tampoco chatarra en los contenedores”, lamenta, mientras emprende el camino en busca de otra chatarrería que tenga la persiana abierta. Ninguno de los dos quiere dar su nombre. Llevan tiempo dedicándose a la recogida de chatarra y viven al día. “En dos semanas estamos todos muertos”, lamenta el marroquí.

El operario que coge el teléfono en la chatarrería Barcelona es claro: “Estamos cerrados. La gente no puede estar en la calle. Lo ha dicho el Gobierno”. Su colega de la chatarrería Fernández asegura que están asesorados: “Desde el gremio nos han dicho que no podemos comprar a nadie y, por lo tanto, no tiene sentido tener la persiana abierta”.

Victoria Ferrer, la Directora del Gremio de Recuperación de Cataluña –antiguo Gremio Síndical Provincial de Chatarreros-, explica la situación: “A primera hora de la mañana algunos de nuestros asociados han sido sancionados por los Mossos d’Esquadra por tener las puertas abiertas. En Cataluña hay 400 empresas de recuperación. De estas, el 70% están provistas de accesos por donde entran personas para vender pequeñas cantidades de chatarra, algo que según el decreto de alarma no se podría hacer ahora. Por ese motivo hemos alertado a todas las chatarrerías de lo que estaba pasando”. Ferrer asegura que muchos de sus asociados han estado trabajando en el interior pero sin realizar compra-venta de metal. La directora asegura que el 25% del metal reciclado de toda España proviene de los pequeños chatarreros que con carritos recorren las ciudades cargando hierros que podrán intercambiar por unos pocos euros. “Si esto dura mucho tiempo a los primeros que afectará será a estas personas que son las más débiles de la cadena”, lamenta Ferrer. Otro de los impedimentos con los que se han encontrado las empresas de recuperación de metales es que están obligadas a utilizar Equipos de Protección Individual (EPIs), precisamente los mismos que necesitan los sanitarios y cuyo abastecimiento va a ser intervenido por el Gobierno. “Sin EPIs se paralizan las plantas de residuos y eso significa que pronto habrá empresas con problemas, ERTEs…”, lamenta.

Nadie sabe cuántas personas en Cataluña se buscan la vida rebuscando en contenedores algo que poder vender. Solo en la ciudad de Barcelona se estima que más de 400 personas -la mayoría de ellos viven en asentamientos en solares de la ciudad- se dedican a la chatarra. Esta mañana era muy complicado verles arrastrando amasijos de hierro.

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