Barcelona ya es ‘millonaria’ en bibliotecas
El Ayuntamiento invertirá cinco millones de euros en reformas e incrementará la plantilla para mitigar un servicio tan valorado como tensado y que ha alcanzado el millón de usuarios
Carme Borràs, con 102 años, y Lea Viscarro, con apenas tres meses, son las usuarias con carnet más veterana y más joven de la red de Bibliotecas de Barcelona. Que sean mujeres no es casual: son el 54,8% de los 1.003.188 usuarios registrados, cifra récord simbólica del equipamiento municipal mejor valorado por los ciudadanos tras los bomberos, pero que ha crecido tanto que sus costuras se han tensado hasta el extremo de que el servicio vivió su primera huelga de trabajadores el pasado junio. Por ello...
Carme Borràs, con 102 años, y Lea Viscarro, con apenas tres meses, son las usuarias con carnet más veterana y más joven de la red de Bibliotecas de Barcelona. Que sean mujeres no es casual: son el 54,8% de los 1.003.188 usuarios registrados, cifra récord simbólica del equipamiento municipal mejor valorado por los ciudadanos tras los bomberos, pero que ha crecido tanto que sus costuras se han tensado hasta el extremo de que el servicio vivió su primera huelga de trabajadores el pasado junio. Por ello, el teniente de alcalde de Cultura, Educación, Ciencia y Comunidad, Joan Subirats, y el flamante gerente del Consorci de Biblioteques de Barcelona (CBB), Ferran Burguillos, en plena celebración estadística en el equipamiento de la Sagrada Familia, no se olvidaron de anunciar ayer, ante una veintena de trabajadores enfundados en camisetas negras de protesta, una partida de cinco millones de euros para el mantenimiento de los centros y la ampliación de la plantilla en, al menos, 20 bibliotecarios hasta 2023.
“Hemos crecido mucho, pero no lo suficiente en trabajadores; fue un error abrir bibliotecas sin contar con nuevo personal, algo que no haremos y que iremos paliando en este mandato”, aseguró Subirats, que anunció la incorporación antes de que acabe el año de cinco bibliotecarios de esa veintena. Son cifras que están lejos de las entre 40 y 60 personas que pedía el comité de empresa para ampliar una plantilla compuesta hoy por 414 personas, el 54% de las cuales (223) son temporales. “Veinte son insuficientes y no las pedíamos a lo largo de todo el mandato sino como incorporación inmediata”, le recriminaron educadamente los trabajadores, que aprovecharon para entregarle 4.000 firmas más de usuarios contra la situación de los equipamientos, con lo que ya sobrepasan las 12.000.
“Estamos analizando usos y horarios que nos ayudaran a reorganizar servicios y personal”, afirma Burguillo, bibliotecario de formación que ejerció en la red de bibliotecas de Sabadell y exdirector de la del Ateneu Barcelonès. En el cargo de gerente del CBB desde el pasado 13 de enero, intentará, “sin comprometerme porque no puedo”, que las dos nuevas bibliotecas previstas que se abran antes del fin del mandato (en 2021, la central de distrito de Sant Martí de Provençals y en 2023, la de barrio de Sarrià) tengan dotación de personal específica. También ha empezado a abordar ya con los trabajadores otras reivindicaciones, como la reducción de partidas de compras de documentos o medidas sobre la convivencia social en los equipamientos. El presupuesto de funcionamiento se incrementará levemente este año hasta rondar los 30 millones de euros.
Cuando se materialicen las dos en ciernes serán ya 42 las bibliotecas que conformarán la red del CBB, entidad creada en 2001 por el Ayuntamiento y la Diputación de Barcelona, que presenta cifras vertiginosamente positivas, hasta el extremo de que un 60% de la población empadronada en la capital catalana es usuaria del servicio. Así, el año pasado desfilaron por ellas 6.729.005 personas (187% más que en 2001), a las que se prestaron 3.433.560 documentos (incluidos los digitales). Por día: 24.837 visitas presenciales (3.373 vía web) y 12.399 préstamos. No hay rivalidad entre papel y bits: si bien el crecimiento de préstamos digitales es notable (93.891 el año pasado, frente a los 70.687 de 2018), “hemos detectado un pequeño aumento en el préstamo de libros físicos, de un 1,5%”, constata Burguillo, que añade la labor de ruptura de la brecha digital sobre la que trabajan las bibliotecas, a partir de los 17.034 usuarios que en 2019 asistieron a algunas de las 3.012 actividades de alfabetización digital planteadas. Eso sí, el uso de internet es alto: 1.266.614, un 882% más que en 2001.
Otro punto fuerte de la socialización y el hábito lector que promueven las bibliotecas barcelonesas son los 153 clubs de lectura que cobijan, su actividad de más éxito. Adultos entre 40 y 64 años (35,3%) y de 25 a 39 (30,8%) son los grupos de edad más asiduos. El futuro se reparte ente los jóvenes de 15 a 24 años (13,3%) y el 8,1% de los niños de 5 a 14.
Los usuarios homenajeados ayer rompen, por arriba y por abajo, toda estadística. “Leer y coser es lo que más me ha gustado en la vida”, aseguró Carme Borràs, a quien a sus 102 años la vista ha obligado a abandonar lo segundo, pero no lo primero, gracias a los libros de letra grande que toma de la misma biblioteca Sagrada Familia. “El último fue de Montserrat Roig, pero hay muy poca cosa”, lamentaba. También es poco frecuente la actitud de Xavier Pascual, usuario del mismo centro cuando estudiante, que marchó al extranjero y al volver años después y renovar su carnet se encontró con que era el usuario un millón. “Me encanta el ambiente de multiculturalidad que se respira”, asegura. Las cifras le dan la razón: casi uno de cada tres usuarios es extranjero, con mayoría de pakistaníes (23.492, el 2,35%) e italianos (21.907, el 2,1%).
Lea Viscarro, la usuaria registrada más joven, tiene hoy tres meses, pero fue inscrita con solo 17 días de vida. Hay truco: su madre es bibliotecaria, lo que quizá explique también su nombre. En la camiseta del bebé, una inscripción: “He cerrado mi libro para estar aquí”. Otro truco: había ido de libro… a libros.