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Los tres días de secuestro entre torturas a un joven que hacía de mula por perder 300 gramos de droga

La Guardia Civil de Cádiz ha detenido a los ocho integrantes de la banda del pueblo de Puerto Serrano que lo secuestró y que se dedica al menudeo

La noche del pasado 28 de agosto un joven demacrado, lleno de cortes y heridas, se escondió en una casa del pueblo gaditano de Puerto Serrano. La dueña, asustada, llamó a la Guardia Civil. El chico relató ante los agentes que llevaba tres días secuestrado y sometido a todo tipo de torturas, agresiones y vejaciones. Y todo por haber perdido unos 300 gramos de cocaína y heroína que llevaba en su cuerpo, un método conocido como mula. Ahora los ocho culpables de ese secuestro, integrantes de una banda de menudeo de la localidad, han acabado detenidos y seis de ellos están ya en prisión provisional, acusados de secuestro, torturas, lesiones, tenencia ilícita de armas y tráfico de drogas.

Todo se torció tres días antes de que el joven acabase malherido refugiándose en una casa del pueblo para huir de sus captores. El pasado 25 de agosto, el chico —del que no han trascendido más datos para proteger su identidad— acudió acompañado de un miembro del clan local de narcos de los Marrurro hasta la vecina localidad de Dos Hermanas. Fueron hasta allí para recoger unos 300 gramos de cocaína y heroína —150 de cada sustancia, aproximadamente— que la víctima ingirió para trasladarla hasta Puerto Serrano sin levantar sospechas.

Una vez en la localidad gaditana —de 6.800 habitantes—, el chico acabó en un narcopiso cercano a la calle Guadalete, el mayor punto negro de la localidad por la presencia de clanes que suelen dedicarse al cultivo de marihuana. La organización tenía ese piso dedicado a la venta de dosis y consumo de sus clientes. El plan era que el joven se quedase allí hasta que expulsase la mercancía. Así lo hizo, pero cuando fue a entregarle la droga a los líderes de la banda se percató de que había desaparecido. “Él piensa que, cuando se despistó, alguno de los que estaban en el narcopiso consumiendo, echó mano de ella”, explica una fuente cercana a la investigación.

Ahí fue cuando comenzó su pesadilla. Cuando los responsables de los Marrurro se dieron cuenta del extravío retuvieron al joven en la vivienda en contra de su voluntad. Comenzaron a golpearlo y torturarlo, mientras le suministraban todo tipo de laxantes, tanto de farmacia como caseros, tal y como ha explicado la Guardia Civil en un comunicado emitido este martes, en el que ha informado de la denominada operación Trepamuros. Durante tres días, el joven sufrió todo tipo de agresiones: le hicieron cortes por diversas partes del cuerpo y le golpearon con un palo lleno de clavos. Además, le introdujeron una botella de lavavajillas y de agua por el recto y cuando, deshidratado, “pedía agua le daban cemento para beber”, según añade esa misma fuente.

La tortura se prolongó hasta la noche del pasado 28 de agosto, momento en el que el joven aprovechó un despiste de sus captores, se libró de las ataduras, huyó del narcopiso y se refugió en una vivienda cercana. Allí le encontraron los agentes malherido y aterrorizado. De hecho, la víctima accedió a contar solo parte de lo que le había sucedido y no quería interponer denuncia ni recibir atención médica. “Solo quería que le llevasen a su casa”, relata la Guardia Civil. Pese a ello, los investigadores trasladaron al joven al centro de salud, donde tuvieron que derivarlo a un hospital, dada la gravedad de las heridas.

Tras rehusar en varias ocasiones contar el detalle de lo sucedido o identificar a sus captores, el joven finalmente accedió a relatar el padecimiento sufrido. Los guardias civiles consiguieron entonces reconstruir los hechos y comprobar la veracidad de lo narrado. El pasado 4 de septiembre desplegaron una serie de registros en la localidad —con el apoyo del GRS-2, la Compañía de Villamartín, la Unidad de Seguridad Ciudadana, el Servicio Cinológico y el Equipo Pegaso— en los que consiguieron detener a ocho de los culpables, acusados de los delitos de secuestro, torturas, lesiones, tenencia ilícita de armas y tráfico de drogas.

El Juzgado de Instrucción Número 3 de Arcos de la Frontera ha decretado el ingreso en prisión para seis de ellos. Las otras dos implicadas, parejas de los líderes del clan de los Marrurro, han quedado en libertad con cargos, dado que tienen menores a su cargo de corta edad. Además, el Juzgado ha emitido una requisitoria para una persona más implicada en los hechos y que, por ahora, se encuentra fugado.

Hace ya más de una década que Puerto Serrano, un pueblo de familias jornaleras y humildes, lidia como puede con los problemas derivados de los clanes de la droga. Al calor de los cultivos de marihuana en torno a la calle Guadalete y sus inmediaciones, se han forjado potentes nombres en el narco de la Sierra de Cádiz, como el clan de Los Piños —con su capo El Patrón, famoso por sus fiestas a la salida de prisión— o los hermanos Cachimba —que, en 2015, asaltaron la jefatura de la Policía Local y agredieron a un agente que perdió un ojo—. “Se habla mucho de ellos, pero estos están desquiciados”, asegura una fuente de la Guardia Civil, en referencia a los Marrurro. Tanto como acabar en prisión provisional por secuestrar y torturar a un joven por 300 gramos de droga.

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