Sectas “a la carta”, más pequeñas pero igual de dañinas: “Era como si el maestro supiese todo de mí”

La operaciones contra grupos coercitivos muestran que los charlatanes encuentran nuevas formas de captar a sus víctimas y que aprovechan el discurso de autoayuda para atraerlas

Material intervenido en la sede de un grupo coercitivo desmantelado en Castellón en 2022.Policía Nacional

A Montse la salvó su abuela. Esta mujer gallega de 35 años, que prefiere no decir su apellido por motivos de privacidad, fue seducida por un “maestro” que hizo que prácticamente abandonara su vida. Cuando sucedió este episodio de su vida, estaba “un poco perdida” y se apareció frente a ella este hombre que la embaucó haciéndole creer que era única ante sus ojos. “Era como si el maestro supiese todo de mí”, asegura. Entr...

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A Montse la salvó su abuela. Esta mujer gallega de 35 años, que prefiere no decir su apellido por motivos de privacidad, fue seducida por un “maestro” que hizo que prácticamente abandonara su vida. Cuando sucedió este episodio de su vida, estaba “un poco perdida” y se apareció frente a ella este hombre que la embaucó haciéndole creer que era única ante sus ojos. “Era como si el maestro supiese todo de mí”, asegura. Entre todas estas tinieblas, un hilo de luz la seguía uniendo con la realidad: su abuela. Ella fue la que la arrastró fuera del embrujo y le hizo darse cuenta de que había caído en una secta.

Esta víctima cuenta su historia por escrito, porque así se siente más cómoda. Podría ser el relato de una captación, abducción y liberación que viven miles de personas cada año. Es imposible establecer un cálculo exacto de cuántas víctimas acumulan estos grupos coercitivos porque también lo es encontrarlas tras el camuflaje que suelen adoptar: un grupo de retiro, de autoconocimiento o de meditación. “No existe el delito de sectas destructivas, sino que estar dentro es lo que facilita que se cometan ciertos delitos como la estafa o los abusos, y eso es lo que hay que probar, algo que no resulta sencillo”, explica la inspectora jefe del grupo especializado en sectas de la Comisaría General de Información. La policía habla de que estos grupos venden una “espiritualidad a la carta”, que hacen sentir a las víctimas que son justo lo que necesitan.

Esto es algo parecido a lo que le sucedió a Montse la primera vez que visitó la comunidad del maestro: “Cuando lo conocí, me impresionó, era como si supiera todo de mí, me dijo algunas cosas de mi infancia, de mi familia, no me quedé igual. Seguí yendo, al principio los fines de semana, pero un año y medio más tarde decidí dejar mi trabajo y me voy a vivir con ellos como residente”.

Siempre han existido los grupos coercitivos de tipo religioso y otros de tipo New Age, pero la pandemia dio lugar a toda una corriente de charlatanes que encontraron en ese momento de dudas e incertidumbre un caldo de cultivo perfecto para pescar adeptos. “Se trata de pequeños grupúsculos en torno a un gurú que crea su propio sistema a partir de picotear de aquí y de allá. A veces ni siquiera necesitan un espacio físico o un contacto cara a cara, encontramos personas que están completamente enganchadas de forma digital”, señala Miguel Perlado, psicólogo especialista en este tipo de grupos y autor del libro ¡Captados!. “No se trata de estigmatizar un estilo de vida o una creenvia, pero es verdad que los líderes se adaptan a la oferta y la demanda. Si ven que lo que vende son temas de crecimiento personal y autoconocimiento, tiran por ahí. El aislamiento del covid sirvió para inocular miedos”, apunta la inspectora jefe.

Instalaciones de la Fundación Mahasandhi, donde supuestamente el lama de Murcia drogaba a sus adeptos.ALFONSO DURAN

La abducción es paulatina. En el caso de Montse, al principio, todo parecía inofensivo. Su rutina diaria consisía en “ruedas de energía, bailes derviches, pintura y danza, y sanación energética”. Pero además de eso, también tenía que limpiar, cocinar, hacer la compra, escuchar las charlas del maestro y someterse a “terapias”. Tanta actividad la tenía agotada. Tras unas semanas conviviendo con el grupo, ya prácticamente había cortado relaciones con sus amigos y su familia. “Cuando quedaba, siempre iba con prisa para no volver tarde, y cuando volvía siempre me insistían en que traía energía oscura de afuera, que me habían contaminado de todo el apego y que llevaba esa energía y eso perjudicaba al trabajo de grupo”, indica. Sus familiares pasaron a ser sus “enemigos”.

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Todo giraba en torno al maestro. Estos cabecillas tienen en común una “gran capacidad intuitiva y para eclipsar”, señala el psicólogo Perlado, que ha visto en su consulta a lo largo de lustros un perfil que se repite: “Son seductores, huelen a las personas que están pasando por una crisis vital”. Distintos rostros para un mismo lobo.

El de Lama Losel, un gurú recién condenado por la justicia que aseguraba que con un “lefazo místico” prevenía enfermedades. El de Trascendencia Total, un lama de Murcia que vestía túnica naranja, se comunicaba mediante una pizarra y suministraba a sus víctimas mercurio para purificarlas. El de Igor, el jefe de Evol, una secta desmantelada en un pequeño pueblo de Zaragoza que auguraba el fin del mundo en 2027 y había designado a su hijo de cinco años como su sucesor. Cuando alguna vez a alguno de los adeptos le dio un ataque de ansiedad, el niño llegó a decir que se había “abierto su ventana”. Su círculo más íntimo lo formaban su madre, su mujer y una examante.

La Guardia Civil desarticula una secta en un pueblo de ZaragozaGuardia Civil

El proceso de Montse dentro de la comunidad duró tres años, en los progresó de ser una simple empleada de cocina a formar parte del grupo que cuidaba directamente del maestro. “Aquello no lo ofrecían a cualquiera, era estar más cerca de él”, cuenta. Después de todo el día de tareas, tenía que atender sus peticiones de todo tipo. Montse llegó a pensar que era su “pareja espiritual” porque él le explicó que habían tenido una conexión especial. Luego supo que eso se lo decía a muchas otras.

Fuera de todo aquello, su abuela se puso en contacto con el psicólogo Miguel Perlado. Durante mucho tiempo la mujer se asesoró con este profesional para saber cómo sacar a su nieta de la secta. Con paciencia y autocontrol, siguió las indicaciones del experto y consiguió que Montse siguiera visitándola sin percibir en ella otra enemiga. Hasta que llegó el día en el que la abuela y el psicólogo dieron un paso más en su estrategia. “Un día, me dijo que quería que habláramos las dos con otra persona. Fue allí cuando conocí a Miguel. Estuvimos todo un fin de semana hablando. Al principio me cayó muy mal, porque cuestionaba todo lo que decía”, relata Montse. Después del primer día, invitaron a otra víctima de la misma secta. “Así fue mi desprogramación, dos días en casa de mi abuela con Miguel y con otra chica que había estado en la comunidad. Todo me daba vueltas, tenía ganas de vomitar, todo mi cuerpo estaba roto”, resume.

Hay víctimas que permanecen meses, otras son captadas durante años. Las secuelas, en casi todos los casos, son difíciles de superar. “Me ha costado volver a confiar en mí, en mi criterio, conectar con la gente con la que había roto, volver a recuperar una actividad de trabajo. Lo había dejado todo por irme allá, no he podido tener pareja hasta hace poco...”, apunta Montse.

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