Falta pedagogía, faltan explicaciones
El PSOE ha rebasado la línea roja que se había trazado: no pactar con Bildu mientras este partido no reniegue del pasado de ETA. Una moción de censura por sorpresa no es la manera de gestionar un tema tan delicado y con tanta repercusión social
Pamplona se convirtió este jueves en el centro de la tensión política de España por la moción de censura que desalojó a la alcaldesa de UPN, Cristina Ibarrola, y entronizó al candidato de EH-Bildu, Joseba Asiron, con la particularidad del apoyo, por vez primera, de los socialistas a un representante de la izquierda abertzale para gobernar una capital provincial. ...
Pamplona se convirtió este jueves en el centro de la tensión política de España por la moción de censura que desalojó a la alcaldesa de UPN, Cristina Ibarrola, y entronizó al candidato de EH-Bildu, Joseba Asiron, con la particularidad del apoyo, por vez primera, de los socialistas a un representante de la izquierda abertzale para gobernar una capital provincial. Y con el simbolismo añadido de ser la de la comunidad foral navarra.
Esta particularidad ha hecho que esta moción, que tiene un componente local, trascienda el ámbito nacional.
La existencia de un colapso en la gestión municipal de UPN es un hecho. En cinco años solo ha aprobado un presupuesto, en 2021 y tampoco lo iba a lograr en 2024. Este hecho no puede desligarse de las malas relaciones, agravadas los últimos seis meses, entre UPN, alineada con el bloque PP-Vox, y PSN. De tal modo que UPN participó delante de la sede socialista en Pamplona en las protestas contra la ley de amnistía.
Paralelamente, las relaciones entre EH-Bildu y PSN han mejorado. En la pasada legislatura, y en esta, la socialista María Chivite gobierna la comunidad foral con Geroa Bai y Podemos y con el apoyo exterior de EH-Bildu. En este contexto se ha producido la moción de censura.
El alcance nacional radica en que por primera vez el PSOE ha rebasado la línea roja que se había trazado de no pactar con EH-Bildu mientras este partido no admitiera que la violencia no puede servir para lograr objetivos políticos como hizo ETA.
Es verdad que EH Bildu no es ETA, que en sus estatutos rechaza la violencia, que participa democráticamente en las instituciones y que esta acercándose a las víctimas del terrorismo. En el acuerdo entre el PSN y EH Bildu se compromete a reconocer y reparar a las víctimas de ETA. Pero a EH Bildu le falta asumir críticamente el pasado como enseñanza para las generaciones jóvenes.
El alcance del proceso de EH-Bildu en un sentido democrático y sus límites requiere de una explicación clara, de una pedagogía que ha faltado por parte del Gobierno y del PSOE. El anuncio de la moción de censura, hace tres semanas y por sorpresa, no es la manera de gestionar un tema tan delicado y con tanta repercusión social. No basta con decir, a posteriori, que es una decisión limitada a Pamplona y que no se extenderá a otras localidades navarras ni a Euskadi. Falta pedagogía sobre las relaciones con EH-Bildu.
Con el PP, este debate es imposible porque ha hecho de las alianzas del Gobierno con EH Bildu y los independentistas catalanes el eje de su estrategia de acoso y derribo al Ejecutivo de Sanchez, a falta de alternativa en los asuntos socioeconomicos que afectan a la ciudadanía. La estrategia del PP choca estrepitosamente con lo que decían en Euskadi algunos de sus actuales dirigentes, como Borja Sémper y Javier Maroto, esto es, que había que entenderse con EH Bildu. El PP, al haber hecho de los pactos de gobierno con los independentistas el eje de su estrategia opositora, contribuye peligrosamente a enconar la división social y territorial de España.