Análisis

Sumar entra en escena

La reedición del Gobierno de coalición depende de la unión de las izquierdas, no porque las preferencias ciudadanas varíen entre un escenario u otro, sino por la mera aplicación del sistema electoral

De izquierda a derecha, la ministra de Igualdad, Irene Montero, la candidata de Podemos a la Comunidad de Madrid, Alejandra Jacinto, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, en la manifestación del 1 de mayo en Madrid.Olmo Calvo

En diciembre de 2022, EL PAÍS y la SER publicaron la primera encuesta que proyectaba la distribución de votos y escaños con Sumar, pese a que entonces no había habido aún un anuncio oficial de presentación de candidatura a las próximas elecciones generales. Aquel barómetro de 40dB. mostraba que los votantes de las izquierdas a la izquierda del PSOE querían que sus respectivos partidos se presentasen con Sumar y que Yolanda Díaz fuese la person...

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En diciembre de 2022, EL PAÍS y la SER publicaron la primera encuesta que proyectaba la distribución de votos y escaños con Sumar, pese a que entonces no había habido aún un anuncio oficial de presentación de candidatura a las próximas elecciones generales. Aquel barómetro de 40dB. mostraba que los votantes de las izquierdas a la izquierda del PSOE querían que sus respectivos partidos se presentasen con Sumar y que Yolanda Díaz fuese la persona que liderase la candidatura unitaria. Se contemplaban entonces dos posibles escenarios: en uno, las izquierdas alternativas se presentaban por separado, mientras que en el otro lo hacían bajo el paraguas de Sumar.

El estudio revelaba que la unión o división de la izquierda era la clave para la reedición del Gobierno de coalición, no porque la suma de votos a todas las fuerzas progresistas cambiase de un escenario a otro, que no lo hacía, sino porque nuestro sistema electoral presenta un sesgo marcadamente mayoritario. Esto significa que, salvo en las provincias muy pobladas, en las que los partidos logran la representación parlamentaria que les corresponde según sus votos, en el resto de las provincias el sistema castiga o premia a los partidos en función de su tamaño.

Llama la atención el parecido de la encuesta que se presenta este miércoles con la que hicimos en diciembre, cuando Sumar no era aún más que un proyecto. En el escenario actual, en el que Sumar concentra a los partidos que han manifestado querer estar en esta plataforma (como Izquierda Unida y Más País, entre otros), pero no a Podemos, el bloque de la izquierda alcanzaría los 138 escaños, mientras que el de la derecha llegaría a 170, quedándose a solo seis de la mayoría absoluta. Por el contrario, si la formación morada se uniese a Sumar, alcanzarían, junto con el PSOE, 152 escaños y las derechas, formadas por PP y Vox, descenderían hasta los 161. Tal y como sucedía ya en diciembre, la reedición del Gobierno de coalición depende de la unión de las izquierdas a la izquierda del PSOE y lo hace no porque las preferencias ciudadanas varíen entre un escenario u otro, sino simplemente por el efecto puramente mecánico del sistema electoral.

Igualmente, tal y como se comentó ya en diciembre, no se detectan divergencias irreconciliables entre los votantes potenciales de Sumar y los de Podemos, ni en su manera de pensar, ni en su procedencia social, ni tampoco territorial. Con todo, sí se observan ciertas diferencias tanto ideológicas como generacionales. Lógicamente, el PSOE, como primer partido de la izquierda, es la fuerza política más votada en todos los segmentos ideológicos (incluso en la extrema izquierda, aunque aquí casi empatando con Podemos), así como en todas las franjas de edad. Por su lado, Sumar gana más apoyos que Podemos entre los ciudadanos de izquierda y de centroizquierda (ventajas de 11 puntos porcentuales), pero no entre los que se sitúan en el extremo (15 puntos a favor de Podemos). En este mismo sentido, Sumar se impone sobradamente a Podemos entre las personas de más de 35 años (con distancias de más de siete puntos entre los mayores de 44), pero no entre los más jóvenes que, aunque por muy poco (un punto), prefieren a Podemos (se trata más bien de un empate técnico).

Cualquier lector o lectora que conozca a unas cuantas familias progresistas en España entenderá bien este reparto que, insisto, se percibe de manera sutil en los datos en la medida en que el PSOE se impone en todos los segmentos: los abuelos y las abuelas, fieles a los telediarios de la televisión pública, se mostrarían más propensos/as a votar al PSOE, su partido de toda la vida; sus hijos e hijas, ya padres, inclinados a informarse mediante la prensa online, que es como lo hace su generación, estarían más abiertos/as a apoyar a Yolanda Díaz; y, finalmente, los benjamines, grandes consumidores de redes sociales y también ligeramente más radicales, se mantendrían algo más fieles a Podemos. Todos ellos forman parte de la gran familia progresista, que muy mayoritariamente prefiere la reedición de un Gobierno de coalición tras las próximas elecciones generales.

Belén Barreiro es directora de 40dB.

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