Dos villas, cuatro rehenes y seis días de secuestro en Marbella
La Policía Nacional detiene a 15 individuos por la retención de cuatro personas, que fueron torturadas, a las que acusaban de haber robado 1.500 kilos de hachís
El 2 de diciembre, cuatro hombres se reunieron en una casa de la urbanización La Reserva, cerca de la playa de Cabopino, en Marbella (Málaga, 150.725 habitantes). Habían quedado para mostrar su mercancía, unas placas de hachís, a sus posibles clientes. Lo que parecía una operación de compraventa sencilla en el mundo del crimen organizado tomó otro rumbo cuando los supuestos compradores se percataron de que la droga era suya. Alguien les había robado días atrás una tonelada y media. Era justo esa, y estaban enfadados. Tanto, qu...
El 2 de diciembre, cuatro hombres se reunieron en una casa de la urbanización La Reserva, cerca de la playa de Cabopino, en Marbella (Málaga, 150.725 habitantes). Habían quedado para mostrar su mercancía, unas placas de hachís, a sus posibles clientes. Lo que parecía una operación de compraventa sencilla en el mundo del crimen organizado tomó otro rumbo cuando los supuestos compradores se percataron de que la droga era suya. Alguien les había robado días atrás una tonelada y media. Era justo esa, y estaban enfadados. Tanto, que provistos de guantes, pasamontañas y armas de fuego, entre seis y ocho de ellos maniataron a los cuatro amigos y se los llevaron. Comenzó ahí un secuestro de seis días con amenazas, golpes, torturas y privación de alimentos en los que uno de ellos, diabético, estuvo a punto de morir. Se salvó gracias a la Policía Nacional, que consiguió liberarlos en una operación que ha acabado con 15 personas detenidas.
Los secuestrados, cuyos captores exigían cinco millones por su liberación, fueron llevados a una villa ubicada en La Quinta Hills, en Marbella, pero a unos 40 kilómetros al oeste, ya en la frontera con el término municipal de Benahavís, donde fueron atados a las camas de una de las habitaciones del inmueble. Solo salían de esa habitación cuando los golpeaban, o cuando se les introducía una pistola en la boca mientras les mostraban imágenes de sus familiares para amenazarlos de muerte. “Esto es crimen organizado puro y duro: no hay compasión ni medias tintas”, señala uno de los agentes que ha liderado la investigación policial.
El 4 de diciembre, 48 horas después del secuestro, los familiares denunciaron las desapariciones. Los investigadores trabajaron casi a ciegas, ya que las familias no querían colaborar y había muy poca información de la que tirar. “Ha sido uno de los casos más complejos en los que hemos trabajado”, cuentan los agentes de este grupo. “Porque además trabajábamos contrarreloj: sabíamos que no iban a suministrar insulina ni alimentos al diabético y que podría morir si no actuábamos rápido”, subrayan.
Las pistas aparecieron poco a poco. Primero, el 5 diciembre, los captores liberaron a uno de los retenidos porque se percataron de que llevaba una pulsera de control judicial por una condena anterior. Los investigadores lo encontraron cerca del hospital Costa del Sol. El individuo no quiso colaborar. “Tenía mucho miedo y ni siquiera quería declarar. Al final solo admitió el secuestro, sin señalar sitios concretos, ni nombres”.
Fue el 8 de diciembre, gracias al rastro de que había dejado una furgoneta robada, cuando se averiguó la localización exacta de los secuestrados. Los agentes se desplazaron hasta la vivienda. Allí se encontraron a cuatro de los captores armados, que fueron detenidos inmediatamente. También a dos de los rehenes que, atados de pies y manos a sendas camas de una habitación, mostraban numerosas heridas. “No se creían que los hubiésemos liberado, estaban derrumbados, con muchas heridas, apenas se mantenían en pie”, recuerda uno de los agentes.
Pero faltaba una tercera persona que había sido retenida y no se hallaba en la vivienda. Sus dos compañeros contaron que llevaba un día inconsciente y que varios secuestradores se lo habían llevado a rastras apenas 30 minutos antes de la llegada de los agentes. Creían que lo iban a matar.
Cuando los secuestradores habían tenido conocimiento de la operación policial, habían recogido al rehén del lugar donde lo habían abandonado para trasladarlo a la casa de su padre. Lo dejaron frente a la puerta, llamaron al timbre y huyeron. “Querían evitar que se les acusase también de un delito de homicidio”, aseguran fuentes policiales. Mes y medio después, otras 11 personas eran arrestadas por su implicación en el secuestro, entre ellas dos varones que habrían contactado con los familiares de las víctimas desde Granada para exigir dinero por su liberación.
La operación ha finalizado con 15 personas detenidas, a las que se imputan los delitos de secuestro, pertenencia a organización criminal, tenencia ilícita de armas, robo con violencia, robo de vehículo, falsedad documental y lesiones. En la media docena de registros realizados entre Marbella, Benahavís y Estepona, se han intervenido sustancias estupefacientes, una pistola, abundante munición, pasamontañas, unos 50.000 euros envasados al vacío, varios vehículos y placas falsas, entre otros efectos.