La defensa de la acusada de decapitar a su novio dice ahora que pudo encubrir a un asesino desconocido
La Fiscalía señala las contradicciones de la sospechosa y subraya que usó alcohol para desinhibirse al descuartizar el cadáver
El abogado de la única acusada de decapitar en 2019 a Jesús María B. en Castro Urdiales (Cantabria) ha dado un giro en su línea de defensa tras dos semanas de juicio. Aunque sigue reclamando la libre absolución de su clienta y pareja del difunto, Carmen M., de 61 años, ha planteado al tribunal una versión alternativa: que sí pudo cometer un delito de encubrimiento del supuesto asesino, un hombre qu...
El abogado de la única acusada de decapitar en 2019 a Jesús María B. en Castro Urdiales (Cantabria) ha dado un giro en su línea de defensa tras dos semanas de juicio. Aunque sigue reclamando la libre absolución de su clienta y pareja del difunto, Carmen M., de 61 años, ha planteado al tribunal una versión alternativa: que sí pudo cometer un delito de encubrimiento del supuesto asesino, un hombre que, según esa hipótesis, sería quien le habría enviado a ella, en una caja, la cabeza de quien fue su novio. La caja fue entregada a la policía por una vecina de la acusada, que explicó a los agentes que la había tenido guardada en su vivienda por hacer un favor a su amiga, que ahora la quiere involucrar. La Fiscalía reclama 25 años de cárcel para Carmen M., mientras la familia del fallecido pide prisión permanente revisable. Esta ha acusado a la mujer de haber ejecutado personalmente la “tarea macabra” de descuartizar al difunto “por un móvil económico”.
La sesión de conclusiones e informes ha permitido al abogado plantear esta petición subsidiaria o alternativa, en el caso de que el jurado no opte por la libre absolución. El letrado ha insistido en que no se ha encontrado del cadáver más que la cabeza y que esta parte apareció en casa de la amiga y vecina. La acusada sostuvo que en la caja que le entregó en marzo de 2019 a su allegada había “juguetes sexuales” que le avergonzaba que vieran los investigadores (que en ese momento ya estaban buscando al desaparecido) si registraban su casa. Pero esta amiga se hartó y abrió la caja, en cuyo interior descubrió el cráneo el 29 de septiembre de ese año. El defensor ha sostenido que no se ha esclarecido ni quién ni cómo se suministraron los fármacos relajantes detectados en los análisis del cráneo de Jesús María B. “El procedimiento ha sido peor que un desastre”, ha zanjado, tras admitir que no sabe a qué supuesto asesino remitiría ese “encubrimiento” que ha pedido a última hora, pero solicitando que se investigue quién puede ser.
La Fiscalía y la acusación particular ejercida por la familia del finado han tratado de desmantelar estas tesis. El fiscal ha sostenido, ante el jurado popular, que la supuesta autora del suceso preparó el crimen buscando en Internet cuánto tarda en descomponerse un cuerpo o si la muerte de su pareja le permitiría seguir cobrando su pensión. El ministerio público ha recitado que Carmen M. “hizo acopio” del fármaco hallado en el cráneo y que, tras las fechas en las que deduce que se cometió el asesinato, entre el 12 y 13 de febrero de 2019, ella “compró material desinfectante, bolsas de basura y tres botellas de whisky porque lo tuvo que ir descuartizando y eliminando evidencias”. El alcohol lo ha achacado al intento de desinhibirse para cometer el crimen, porque “el informe pericial revela que no es una psicópata”.
El fiscal ha desmenuzado el relato de la mujer —que está en prisión provisional desde 2019— y las contradicciones sobre el supuesto viaje que Jesús María B. había emprendido con un supuesto amigo cuando desapareció. “Carmen M. sabía que iban a investigarla y le entregó a su amiga el resto mortal; el fatídico 28 de septiembre esta se encuentra con el cráneo, tiene un ataque de nervios y llama a su hermana y a la Guardia Civil”, ha desgranado la Fiscalía. Esta ha añadido que la sospechosa fue a casa de su amiga como consecuencia del revuelo, pero para decirle que “tenían que haberla avisado” antes de alertar a las autoridades. Después, optó por el silencio con los sanitarios y los agentes, sin clamar por su inocencia. También estiman que mintió a un familiar que estaba preocupado por la falta de noticias sobre el hombre diciéndole que acudiría a un cuartel a denunciar, si bien tres agentes que han declarado estos días han asegurado que la primera formalización de la desaparición la interpuso un primo del difunto y no Carmen M.
La abogada de la acusación particular ha censurado un “afán por introducir a terceras personas” por parte de la acusada. La letrada ha incidido en la “falta de lógica” de su relato y ha respaldado la versión del fiscal. Ninguno de ellos cree que nadie, como ha tratado de esgrimir la defensa de la sospechosa, accediera al ordenador o a la casa que compartía con el difunto. Además, han detallado que no encajan las fechas sobre la compra y el uso de la motosierra con la que se habría descuartizado al cadáver.
“El 2 de marzo llegó una señora a limpiar la casa y se encontró con bolsas de basura que pesaban una barbaridad, pese a que Carmen M. decía que tenía la espalda fatal”, ha sostenido el fiscal. La abogada de la acusación particular ha aludido a un crimen “espeluznante y premeditado”, y ha insistido en las compras de productos de limpieza con los que piensan que limpió la vivienda, que fue investigada unos seis meses después de los supuestos hechos. Para ambos, el crimen se cometió en el domicilio también porque los forenses han revelado que el cráneo se sometió a un “fuego sólido incandescente propio de un electrodoméstico”. Este viernes los jurados comenzarán a deliberar para resolver el caso después de que la acusada renunciara a ejercer su derecho a la última palabra.