Carnaval de Cádiz

Kichi se lleva su primer gran rapapolvo del Carnaval de Cádiz

El alcalde se había librado durante años de grandes críticas, hasta que la dura diatriba de una comparsa le ha acusado de ser “un tirano”

Actuación de la comparsa 'Los sumisos' en la semifinal del pasado sábado en el Gran Teatro Falla de CádizFoto: MIGUEL HERNÁNDEZ (AYUNTAMIENTO DE CÁDIZ) | Vídeo: Marina Navas

“Gran mentira, sin proyectos y sin miras”, “tirano gordo de poder y prepotencia” y “torpe”. El traje que al alcalde de Cádiz, Jose María González, Kichi, le hizo la comparsa Los sumisos —dirigida por uno de los grandes autores del Carnaval, Antonio Martínez Ares— en el transcurso de las semifinales del Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval del pasado sábado todavía resuena en la ciudad. No es novedoso que la ciudad...

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“Gran mentira, sin proyectos y sin miras”, “tirano gordo de poder y prepotencia” y “torpe”. El traje que al alcalde de Cádiz, Jose María González, Kichi, le hizo la comparsa Los sumisos —dirigida por uno de los grandes autores del Carnaval, Antonio Martínez Ares— en el transcurso de las semifinales del Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval del pasado sábado todavía resuena en la ciudad. No es novedoso que la ciudad aproveche la creatividad de su fiesta grande para criticar a un político —y más si es local—, lo que ya se estaba convirtiendo en excepción es que el primer edil llevase seis carnavales librándose de críticas excesivamente furibundas. Hasta que Martínez Ares ha abierto el debate y está por ver si también la veda.

El tipo —caracterización de la agrupación— y las declaraciones previas del comparsista —contrario a la decisión municipal de aplazar el Carnaval a mayo y junio a causa de la pandemia— ya daban pistas de que González no iba a salir indemne del paso de la agrupación por el escenario del Gran Teatro Falla. Los componentes iban caracterizados de carnavaleros del franquismo, obligados a cantar a los estamentos del poder imperante, en unos años en los que la fiesta gaditana fue sustituida por una versión censurada que se celebraba precisamente en estos meses de verano. Pero el golpe al alcalde llegó en un pasodoble estrenado en la semifinal, tras un pase anterior. Los sumisos contrapusieron la ilusión que produjo el Ayuntamiento del cambio y el compromiso del regidor con no estar en el cargo más de ocho años —González aún no ha despejado la incógnita de si se volverá a presentar— a ser “una gran mentira, sin proyectos y sin miras, tirano gordo de poder y prepotencia”.

Los de Martínez Ares lo acusaron de allanar el camino “a los nietos del gallego” y lo remataron diciéndole que “ni queriendo” él será Fermín Salvoechea, alcalde anarquista de la ciudad y espejo en el que el actual edil siempre se ha mirado. Tras la copla cantada en la madrugada del sábado al domingo, la polémica ha arreciado, más por la dureza y por quien la ha recibido, que por su contenido en sí mismo. Hasta el extremo de que el propio aludido se pronunció el pasado lunes, asumiendo el chaparrón. “El Carnaval es crítica, lo ha sido siempre y debe seguir siéndolo. El Carnaval es contrapoder. Un alcalde tiene que cerrar la boca cuando habla un poeta de Cádiz”, apuntó González.

El catedrático y creador de la Cátedra del Carnaval de la Universidad de Cádiz, Alberto Ramos, no oculta su sorpresa “por la polémica suscitada, más que por la crítica en sí misma”. “Lo que no es normal es que las agrupaciones hayan tardado seis años en hacerlo. Creo que esto ha pasado porque hacía ilusión el cambio en el Ayuntamiento”, razona el experto y afín a Adelante Cádiz. A eso se suma que González conoce muy bien tanto la fiesta como a sus componentes, ya que fue integrante de una comparsa, hasta que accedió a la alcaldía. Bien sea por un motivo o por otro, lo cierto es que, salvo en contadas excepciones, las críticas dirigidas en estos años a Kichi desde las agrupaciones participantes en el concurso han ido dirigidas más a cuestiones como su aumento de peso o su rasgos físicos, algo que llegó a ser explotado hasta el exceso, que a su forma de gestionar o de hacer política.

Sin moratoria

Otros alcaldes de la historia democrática de la ciudad no contaron con esa moratoria de coplas afiladas, como recuerda Ramos, en los casos de Carlos Díaz (PSOE) y de Teófila Martínez (PP). Esta última, en sus 20 años en el cargo, aguantó con estoicismo todo tipo de diatribas, casi desde el principio. Esto se debe también, a juicio del catedrático, a que “la mayoría de autores del Carnaval son de izquierdas”. De hecho, es una tónica que no parece haber cambiado en el COAC, donde es común escuchar letras a favor del andalucismo, del colectivo LGTBI o de los migrantes y críticas furibundas a políticas neoliberales, a recortes sociales y a partidos de ultraderecha, como Vox. Este mismo lunes, la comparsa de Vera Luque, Los quinquis, cargó contra el empadronamiento de la candidata de Vox a las elecciones andaluzas, Macarena Olona, a la que tildó de “intrusa” y “macarrilla” y acusó de querer convertir Andalucía en un “cortijo para su mierda de oligarquía”.

Está por ver si Martínez Ares, defensor públicamente del alcalde hasta hace poco, ha puesto fin a la luna de miel del regidor con el Carnaval o es solo una excepción. Por delante, quedan ya pocas ocasiones para saberlo: la gran final de agrupaciones que se celebra este próximo viernes y lo que den de sí las actuaciones en la calle. La duda también está —y se despejará en las municipales de 2023— en si el enfado en verso de Los sumisos es un catalizador del verdadero sentir de la ciudad o solo una válvula de escape que fue recibida con el público en pie. A fin de cuentas, Teófila Martínez llegó a recibir muchas más críticas —y peores— mientras revalidaba con holgura sus mayorías absolutas en cada cita con las urnas. En su caso, al final, todo parecía resumirse en la mordaz crítica que realizó, más a los votantes que a ella, el chirigotero José Luis García Cossío, Selu, en su agrupación Los enteraos (2009): “Yo siempre he ‘sío’ de izquierdas pero cuando hay elecciones con ella se me va el coco, yo veo la rajita de su urna, y ahí mismo le meto el voto”.

Un concurso descafeinado y con pocos sobresaltos

La palabra “descafeinado” es la que quizás más se repite entre los entendidos del Carnaval de Cádiz para definir cómo está siendo este Concurso de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz (COAC) en pleno mes de mayo. El reglamento del COAC —que obliga a presentar tipos y letras inéditas— ha llevado a muchas agrupaciones de fuera a no presentarse, hasta el extremo que la cita cultural ha pasado de las más de 120 agrupaciones que se presentaron en 2020 a las poco más de 60 de este año. Con muchos de los primeros espadas de la creación descansando, las polémicas y letras sonadas han sido escasas. De hecho, uno de los tropiezos se produjo este pasado martes por una cuestión ajena al propio certamen. Instituciones Penitenciarias y el Ayuntamiento de Cádiz anunciaron que en la sesión de este miércoles iba a actuar una chirigota de presos de la prisión de Puerto III. A lo largo de la tarde del pasado martes, los medios locales publicaron que entre los integrantes se encontraba un condenado por abusos sexuales a menores y pedofilia. Ante el revuelo creado y pese a que las informaciones no se ajustaban a la realidad —según apuntó el Ayuntamiento sin precisar más detalles—, Instituciones decidió cancelar la actuación por que entendía que se había roto “la confidencialidad de datos” de los presos y que ya no se daba una situación de seguridad para su actuación en el Falla. 

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