El legado argentino de la tatarabuela Francisca vuelve a Antoñán del Valle

Los antepasados de una familia de Rosario (Argentina) dejaron León por las penurias y tras perder un padre a uno de sus hijos por una apuesta

Los 15 miembros de una familia de hispanoargentina descendiente de emigrantes españoles se reúne en Antoñán del Valle (León), con Marta García en el medio, portando bastón.jAVIER CASARES

Marta García Carrillo carraspea. Las frases históricas no se sueltan así como así y menos si tienes 84 años. Su familia respeta el silencio reverencial que precede a la matriarca. La rosarina enjuga lágrimas en sus ojos claros antes de pronunciar lo que dijo su madre, Paula, en 1905, cuando tenía seis años y abandonó Antoñán del Valle (León), junto a su madre, Francisca, y sus tres hermanos: “Adiós, pueblo querido, no te volveré a ver”. La anciana rompe a llorar ante su clan, que ha regresado a León para conocer la tierr...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Marta García Carrillo carraspea. Las frases históricas no se sueltan así como así y menos si tienes 84 años. Su familia respeta el silencio reverencial que precede a la matriarca. La rosarina enjuga lágrimas en sus ojos claros antes de pronunciar lo que dijo su madre, Paula, en 1905, cuando tenía seis años y abandonó Antoñán del Valle (León), junto a su madre, Francisca, y sus tres hermanos: “Adiós, pueblo querido, no te volveré a ver”. La anciana rompe a llorar ante su clan, que ha regresado a León para conocer la tierra de la que emigraron los suyos. Entre todos componen una historia de penurias, éxodo y aventuras con un capítulo especial para el tatarabuelo Antonio Carrillo, que apostó a uno de sus hijos en un juego de cartas. Antonio el guapo perdió, pero hizo el petate y cruzó el océano para evitar que se lo arrebataran. Tras él, su esposa, Francisca, y su prole. Hoy, sus sucesores han desandado el camino.

El siglo transcurrido desde ese viaje trasatlántico ha mezclado la sangre de los García, los Carrillo y los Serrano con argentinos, italianos y británicos. La mayoría de la comitiva viene de Rosario, una ciudad argentina de un millón de habitantes, y ha pisado por primera vez Antoñán, pueblo al que la despoblación ha dejado en 150 vecinos escasos. En la iglesia del Salvador del pueblo, han colocado una placa conmemorativa que reza: “Encuentro de primos 2022″ y los tres apellidos de la dinastía. Hacía mucho que el crotoreo de las cigüeñas del campanario no se interrumpía con acentos distintos al español.

Para verificar el relato de los sudamericanos hay que acudir a la enciclopedia local: María Luisa Antón, que orea sus 86 años sentada en un banco al sol, protegida por un sombrero y asistida por muletas. La mujer, con precisión, relata con refranes de su madre que en esa época marcharon muchos leoneses hacia Argentina, que les ofrecía riquezas frente a la pobreza nacional.

Un descendiente de emigrantes leoneses muestra en Antoñán del Valle, en un móvil, la imagen de los antepasados de los Carrillo, García y Serrano en un viaje a España en 1984.jAVIER CASARES

La visita de los argentinos ha sorprendido a los parroquianos del bar, 15 hombres que compiten al mus y que mediante Isidro Cantor, productor de miel de 59 años y el más joven de la timba, celebran que los forasteros recuerden su origen: “Ojalá se quedaran, a Antoñán le vendría bien”.

Una apuesta a las cartas explica parte del periplo de los Carrillo Serrano. La abuela Marta narra un puzle de vivencias, odiseas y batallitas que van completando sus herederos. Dori González, de la rama familiar que se quedó en la provincia y cuyos chorizos caseros han degustado los visitantes, explica cómo Antonio Carrillo, veterano de la Guerra de Cuba y en una difícil situación económica, dejó León tras haberse jugado a uno de sus hijos, y perderlo a él y a sus valiosas manos para el campo. . “[Antonio] le prometió a [su mujer] Francisca que les mandaría pasajes, pero tardó meses en asentarse” en Argentina, precisa, dice que asombrada por el coraje de una mujer que al no saber nada de su esposo montó a sus hijos en un carro hacia Astorga, también en León, de allí llegó en tren a Vigo y subió a un barco hasta Buenos Aires. “Era analfabeta y la ayudaron con el boleto, le pidieron que en el puerto solo se fuese con quien levantara un papel igual”, añade Marta García, de memoria cristalina sobre su árbol genealógico. Eso ocurrió muchas décadas antes de las videollamadas, correos electrónicos y demás ingenios que ahora les han permitido organizar este desplazamiento.

Las inversiones familiares funcionaron en Argentina. Llegó la ansiada prosperidad, un éxito que casi se trunca porque Antonio era tan apuesto como terco. Los rostros de los 13 argentinos y los dos españoles congregados en la mesa muestran asombro y cierta risa cuando escuchan que su ancestro se enteró de que fue engañado en aquella apuesta que desencadenó su fuga. Entonces, regresó a León para vengarse del farsante y, pese a apostarse en los maizales donde trabajaba el embustero apostante, no logró matarlo. “Por suerte volvió, hubiera arruinado a dos familias”, suspiran sus descendientes.

Este viaje de 2022 reúne a varias ramas de la saga, con algunos integrantes que ya conocían León. Jorge López, sobrino de la argentina Paula Carrillo, rememora emocionado que en 2008 terminó su tratamiento de quimioterapia el mismo día que le dieron la nacionalidad española. Lo primero que hizo, con su hijo Mariano, fue dirigirse a Antoñán sin saber que escribirían otra página en el libro familiar, que comenzaría a reunificarse tras tanto vaivén. En el pueblo, conocieron a sus lejanísimos parientes Aquilino Serrano y Dori González, que tienen una hija, Mónica. Y entre Mónica y Mariano surgió el amor. Ahora viven en Argentina y han cerrado un ciclo que comenzaron Antonio y Francisca en León hace 100 años con muchas deudas y una apuesta.

Sobre la firma

Más información

Archivado En