Muere Fermín Garcés, el hombre que presenció el primer asesinato de ETA y vivió para ver el final de la banda
Camionero de profesión, luego convertido en guardia civil, vio como Txabi Etxebarrieta mató por iniciativa propia al cabo de la Guardia Civil José Pardines en un control de carreteras en Aduna, en 1968
Fermín Garcés Hualde conservaba clara la memoria de aquella tarde de junio en que vio matar a tiros a un hombre en el primer asesinato oficial de ETA. A las 17.30 del 7 de junio de 1968, el terrorista Txabi Etxebarrieta mató por iniciativa propia al cabo de la Guardia Civil José Pardines en un control de carreteras en Aduna (Gipuzkoa). Fermín Garcés lo vio desde su camión cargado de maíz, bajando de Francia hacia Alcorcón (Madrid). Y nunca lo olvidó. “Es como si lo viera ahora mismo”,...
Fermín Garcés Hualde conservaba clara la memoria de aquella tarde de junio en que vio matar a tiros a un hombre en el primer asesinato oficial de ETA. A las 17.30 del 7 de junio de 1968, el terrorista Txabi Etxebarrieta mató por iniciativa propia al cabo de la Guardia Civil José Pardines en un control de carreteras en Aduna (Gipuzkoa). Fermín Garcés lo vio desde su camión cargado de maíz, bajando de Francia hacia Alcorcón (Madrid). Y nunca lo olvidó. “Es como si lo viera ahora mismo”, contó en 2018 a EL PAÍS, con la mente fuerte y la voz débil, en ocasión del 50º aniversario del primer asesinato de la banda terrorista. Garcés, quien posteriormente cumplió su ilusión y se hizo guardia civil, ha fallecido este martes a los 90 años en su casa de Madrid, según ha confirmado el propio instituto armado. Una de sus alegrías postreras ―además de la que le dio nieta al ingresar en la Guardia Civil― fue ver el final de ETA. “Siempre tuve la esperanza de que algún día se acabaría... y he podido verlo”.
“Nos ha dejado una gran persona... Fermín Garcés Hualde. Fermín era camionero en 1968. Se enfrentó desarmado a los etarras que asesinaron al primer guardia civil, José Pardines Arcay. Después cumplió su ilusión de ser Guardia Civil”, ha escrito el instituto armado en su cuenta de Twitter. En esta red también han lamentado la muerte representantes de las víctimas del terrorismo, de partidos políticos, así como de asociaciones de guardias civiles y de policías, entre otros.
Garcés, nacido en Valtierra (Navarra), nunca se sintió un héroe ni nada por el estilo, pese a que él mismo pudo perder la vida aquella misma tarde. De hecho, tampoco era dado a deleitarse con la fama. Solo contaba la historia si le preguntaban o si recibía visitas en su casa de la calle de Bravo Murillo, en Madrid. Así contó el asesinato, en presencia de su hija Carmen, un día de mayo de 2018:
“Vi a un guardia civil con dos chicos jóvenes que estaban hablando mientras el guardia miraba el coche. Oí un disparo. ¡Bang! Vi caer al guardia muerto y cómo le metían tres o cuatro tiros más y les grité: ‘¡Quietos asesinos!’. Cogí del hombro a Sarasketa, que fue el que se sentó al volante, y les dije: ‘Quietos, asesinos, bandidos, quietos aquí'. Intenté sacarlo por la ventana del Seat 850, pero Etxebarrieta me puso la pistola en la cabeza y tuve que dejarlo. Entonces salí disparado del coche y fui a mi camión, por si acaso me tiraban un tiro”.
Hablaba como si los conociera. Sarasketa, Etxebarrieta... eran unos perfectos desconocidos. Txabi Etxebarrieta, a la postre, también se hizo famoso como el primer etarra muerto (pereció en un enfrentamiento con agentes del instituto armado).
El nombre que, sin embargo, sí pasó a la historia fue el de José Antonio Pardines Arcay, un guardia civil de Tráfico gallego que había cumplido 25 años la semana antes de que lo asesinaran. Él y su compañero Félix de Diego habían montado un control a la altura del kilómetro 446,5 de la N-I, junto a la yesería Izaguirre, en Aduna. El agente pidió el permiso de circulación a dos ocupantes de un coche que circulaba raro. Con el documento en la mano derecha, pudo comprobar que los datos no coincidían con el número del bastidor del automóvil, ya que el 850 (un coche apodado culo pollo por su forma, muy popular en aquellos años) era robado. Les dijo a los dos ocupantes del coche que eso no era normal... Fueron sus últimas palabras antes de ser asesinado. Recibió cinco tiros en el torso. Las pruebas indican que tres balas salieron de la pistola de Etxebarrieta y dos de la de Sarasketa, pero él nunca admitió haber efectuado los disparos.
El historiador Gaizka Fernández Soldevilla, coautor de un libro sobre el asesinato de Pardines y responsable de investigación del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, considera que este asesinato cambió la historia del País Vasco “para siempre”. El crimen cumplía por primera vez la decisión que la dirección etarra tomó el 2 de junio de 1968 de comenzar a matar. Fermín Garcés lo vio todo. Meses después de aquella experiencia, se bajó del camión y se hizo Guardia Civil. Estuvo casi todo su servicio en el parque móvil. Fue distinguido con la medalla del cuerpo con distintivo rojo por su acción en el asesinato de Pardines.