Feijóo impulsa un PP moderado con Ayuso en segunda fila
El nuevo líder popular promete una oposición de Estado capaz de pactar
Cuatro años más tarde de lo previsto, Alberto Núñez Feijóo se convirtió este sábado en el nuevo líder del PP. El presidente de la Xunta de Galicia salió aclamado con rianxeiras del palacio de congresos de Sevilla, elegido con un abrumador 98,35% de los votos de los compromisarios, dispuesto a ofrecer “fiabilidad, madurez, sentido de Estado y un rumbo claro” después de cuatro años de vaivenes de los conservadores. El peregrino Feijóo empieza la prime...
Cuatro años más tarde de lo previsto, Alberto Núñez Feijóo se convirtió este sábado en el nuevo líder del PP. El presidente de la Xunta de Galicia salió aclamado con rianxeiras del palacio de congresos de Sevilla, elegido con un abrumador 98,35% de los votos de los compromisarios, dispuesto a ofrecer “fiabilidad, madurez, sentido de Estado y un rumbo claro” después de cuatro años de vaivenes de los conservadores. El peregrino Feijóo empieza la primera etapa de un camino que no quiere que termine esta vez en Santiago de Compostela, sino en el Palacio de la Moncloa. Estas son las claves del PP que viene bajo la batuta del barón gallego.
El eje de Galicia y Andalucía desplaza al PP de Madrid. La clave fundacional del nuevo PP es el tándem formado por el todavía presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla. Los dos barones, amigos y aliados, propiciaron juntos la salida de Pablo Casado mano a mano y han diseñado el partido que viene, desde el punto de vista orgánico y estratégico. El “duopolio” gallego-andaluz, como ya lo han bautizado en el partido, desplaza al PP madrileño, que pierde peso en el nuevo proyecto. Isabel Díaz Ayuso, protagonista de la última etapa y figura más popular de la derecha, con amplios apoyos populares y mediáticos, sale de la primera fila y queda orillada por Moreno Bonilla, que se convierte en el primer barón en importancia del PP.
La política se construye sobre imágenes, y la fotografía que salió este sábado del nuevo poder del PP no dejaba lugar a dudas. Al escenario subieron a flanquear a Feijóo nada más terminar su discurso tres dirigentes: el presidente andaluz y los dos principales cargos orgánicos, la secretaria general, Cuca Gamarra, y el coordinador general, Elías Bendodo, a la sazón hombre fuerte del andaluz. Ayuso no entró en la primera foto.
El desplazamiento del PP madrileño se produce en dos planos: el orgánico, porque Andalucía ha conseguido un puesto de más relieve en el organigrama (Bendodo), y el ideológico, porque el nuevo PP moderado de Feijóo choca con los halcones de la capital. Que el puente de mando del partido pivote sobre dos barones de la periferia implicará también una apuesta más autonomista frente al centralismo que representan Ayuso y Casado, criado políticamente en el PP madrileño.
El nuevo eje gallego-andaluz era lo más comentado en el palacio de congresos de Sevilla. “Moreno tiene aspiraciones y ambición y ha enseñado los dientes a Ayuso. Ha quedado por delante de ella”, opinaba un veterano. Tras los murmullos, desde el entorno de Feijóo garantizaron que Madrid tendrá un puesto “muy importante” en su dirección, pero ya quedará, en todo caso, por detrás de Andalucía. Fuentes próximas a Ayuso esperaban hacerse al menos con la secretaría de Organización o la de Economía. Ayuso ha perdido influencia en el PP, pero es una incógnita si se dejará sacar de la foto. Hasta ahora nadie lo ha conseguido.
Un PP capaz de llegar a acuerdos de Estado. Feijóo ofrece un nuevo estilo de oposición moderada, basada en el “sentido de Estado” y en la capacidad de llegar a acuerdos con el Gobierno. “Mientras nos toque estar en la oposición, haremos lo posible para que a España le vaya mejor”, defendió Feijóo como una declaración de intenciones que se desmarca del “cuanto peor, mejor” que tanto ha reprochado la izquierda a la derecha por su falta de respaldo en momentos decisivos para el país, como la pandemia. Enumeró hasta siete posibilidades de acuerdos: “Para agilizar las medidas que los españoles necesitan”; “para cesar a los ministros que hacen oposición desde el Gobierno”; “para bajar impuestos a la energía”; “para proteger nuestros servicios públicos con una economía que crezca de forma sana”; “para no depender de nada ni de nadie, de los que quieren fracturar y dividir nuestro país”; “para respetar que la política exterior no es cosa de un hombre, sino de todos los españoles”.
Esas son las palabras, luego vendrán los hechos. El PP tiene pendiente pactar la renovación del CGPJ, que lleva más de tres años caducada, y afronta la decisión inmediata de si apoya o no el paquete de medidas del Gobierno contra las consecuencias de la guerra en Ucrania. Feijóo ha enfriado la posibilidad de respaldo del plan porque no encuentra suficiente la bajada de impuestos. En el PP creen que no será tan sencillo que llegue a acuerdos con el Gobierno, porque tiene que tener cuidado con el entreguismo y porque Pedro Sánchez tiene también dificultades para acercarse al PP sin agrietar la mayoría con sus socios. El auditorio de Sevilla aplaudió a Feijóo cuando ofrecía respaldo al Ejecutivo. “Se llama liderazgo; Alberto tiene todo el crédito del partido”, opina un dirigente.
Proyecto político: rigor fiscal y respeto al bilingüismo. En las dos jornadas del congreso, Feijóo ha dejado algunas líneas maestras de su proyecto político para España, pero tampoco ha profundizado en todas las materias. Su apuesta por el bilingüismo en el Estado ha levantado suspicacias en algunos sectores del partido, que creen que ese no es un mensaje ganador en toda la derecha y que chirría en un congreso. Pero Feijóo es un político que tiene el gallego en su ADN, y dejó claro que es algo irrenunciable para él y que está dispuesto a llevarlo adelante, aunque le enfrente con el ala más a la derecha del PP. Por eso fue la primera referencia de proyecto que incluyó en el discurso como candidato a la presidencia popular. “Las lenguas no se combaten, se respetan. Los idiomas no están para enfrentar, sino para unir. Somos el partido del bilingüismo cordial”, defendió Feijóo. Este hizo otro gesto destacado hablando en gallego desde la tribuna. En las delegaciones valenciana y catalana estaban, en cambio, muy contentos.
En materia económica, Feijóo llega con un discurso de rigor fiscal, basado en la bajada de impuestos y en la contención del gasto, que sostiene que es compatible con la mejora de los servicios públicos, aunque no quede claro cómo. El nuevo PP es una derecha más abierta en lo moral, que defiende “todas las familias” y que apuesta por poner en el frontispicio la igualdad, aunque poniendo algunos peros al feminismo. “Queremos avanzar en la igualdad, sin trampas, sin demagogias, sin atajos”, dijo.
Unidad interna, consenso y equilibrios. Una de las principales novedades de la etapa que se abre en el PP es que, a diferencia de los cuatro últimos años, los conservadores han elegido a un líder por amplísimo respaldo. El barón gallego fue proclamado presidente del PP con un 98,35% de los votos. En 2018, Pablo Casado cosechó el 57,2% frente al 42% de Soraya Sáenz de Santamaría.
La paradoja de Vox: más distancia, pero sin cerrar la puerta a pactos de Gobierno. El PP que viene marca diferencias claras con la extrema derecha, pero sigue navegando en la contradicción de no cerrar la puerta a pactos con esta fuerza, como sí hacen otras derechas europeas. Feijóo no citó al partido de Santiago Abascal, aunque dejó referencias veladas y críticas a quienes “reparten carnés de patriotas”. “El PP va a tener mucha más vida propia y mucha menos vinculada a Vox. Se va a ver en la agenda y en que el partido va a tener más cara de Gobierno, por los perfiles y los acuerdos a los que llegue”, afirma un dirigente de peso en la nueva etapa. No obstante, en el partido está asumido que se necesitará a Vox para gobernar, y no hay voces —ni siquiera la de Feijóo— que cierren la puerta a ese acuerdo. “Si Feijóo suma con Vox, pactará con Vox. Él ha dejado muy hábilmente hacer en Castilla y León”, sostiene un líder territorial.
El primer hito, Andalucía. En el calendario del nuevo líder hay marcada en rojo una primera etapa: las elecciones en Andalucía, donde el PP afronta el reto de consolidar el vuelco a la derecha de la comunidad más poblada de España. Moreno Bonilla no descarta ahora llevar las elecciones a junio, a pesar de que su plan inicial era otoño, aprovechando el impulso del nuevo liderazgo en el PP, según fuentes de su entorno. Feijóo tiene “hambre de ganar”, avisó, y esa será la primera prueba de fuego. El nuevo líder popular sale al ruedo de la política nacional con desafíos importantes: gestionar la fragmentación de la derecha, otro liderazgo fuerte en su propio partido —Ayuso— y una presión mediática que hasta ahora le era desconocida. En su primer contacto con los periodistas, el ya líder de la oposición pidió una primera tregua: “Dadme los 100 días de gracia”.