Sánchez, a Casado: “Le ha llegado la hora de la verdad, tiene que decidir si gobierna con la ultraderecha”
El presidente del Ejecutivo ofrece al líder de la oposición la “ayuda” del PSOE a cambio de que el PP explique “por qué no puede entrar Vox en los Gobiernos” | Rufián, a Sánchez: “Usted tiene la tentación de que Vox se coma al PP”
En tiempos de tribulación, ETA. Es un viejo manual del PP cuando quiere desviar la atención de otros asuntos incómodos y a él se ha acogido Pablo Casado este miércoles en la sesión parlamentaria de control al Gobierno para esquivar la papeleta que tiene encima de la mesa, la decisión de dar entrada o no a Vox en el Ejecutivo de Castilla y León. El líder del PP la ha pasado por alto y ha dedicado bue...
En tiempos de tribulación, ETA. Es un viejo manual del PP cuando quiere desviar la atención de otros asuntos incómodos y a él se ha acogido Pablo Casado este miércoles en la sesión parlamentaria de control al Gobierno para esquivar la papeleta que tiene encima de la mesa, la decisión de dar entrada o no a Vox en el Ejecutivo de Castilla y León. El líder del PP la ha pasado por alto y ha dedicado buena parte de su intervención a atacar a Sánchez porque los partidos del Gobierno no apoyaron el martes una propuesta de los populares para prohibir por ley los homenajes públicos a etarras. En vista de que Casado se iba por las ramas, ha sido el presidente quien ha tomado la iniciativa para reiterar que estaría dispuesto a facilitar un Gobierno en solitario del PP en Castilla y León si ese partido rompe con Vox en toda España. Sánchez ha hurgado en el dilema que aflige a los populares: “Le ha llegado la hora de la verdad. Tiene que decidir si gobierna con la ultraderecha o no”.
En el hemiciclo había un elefante, la resaca de las elecciones del pasado domingo, y por un momento hasta pareció que el presidente y el jefe de la oposición iban a mirar para otro lado. Casado había arrancado con una leve alusión a que Sánchez “lleva cuatro elecciones perdidas desde que está en el Gobierno”, pero enseguida ha cambiado de tercio. Ha vuelto sobre la votación de la reforma laboral, aunque ahora la palabra “pucherazo” se haya reducido a “decretazo en contra de la voluntad de la mayoría de esta Cámara”. Y a renglón seguido, ETA, con el habitual reproche al Gobierno que los populares envuelven en una pregunta: “¿Está usted con las víctimas o con los verdugos?”.
Casado ha evitado reiterar la invitación que su portavoz en el Senado, Javier Maroto, había dirigido a Sánchez la víspera: que los socialistas se abstengan para facilitar un Gobierno en solitario del PP en Castilla y León y de ese modo se cierre el paso a Vox. Como el PP no entraba en la cuestión, el presidente también la ha esquivado en su primera réplica. Lo reservaba para su traca final. Primero ha obsequiado con un juego de palabras a Casado: “Usted creó una trampa y ahora está entrampado. Y le gustaría que otros partidos le sacaran de esa trampa”. Y a continuación ha reiterado que está dispuesto a “ayudarle” siempre que el líder del PP lo pida, que explique “el porqué la ultraderecha no puede entrar en los Gobiernos” y que aclare también “si es para todos los días, si es para siempre y en todos los territorios”. Se ha quedado sin respuesta porque el líder del PP ya había consumido sus dos turnos hablando de ETA y de la votación de la reforma laboral.
Tras Casado, ha comparecido el gran triunfador del pasado domingo, Santiago Abascal, más mesurado que de costumbre, casi en modo presidencial, sin el menor alarde de su éxito en las urnas, olvidándose de esos relatos terroríficos de hordas de inmigrantes que siembran el pánico en las calles de España con los que el líder de Vox había amenizado sus últimas intervenciones en las sesiones de control y que su partido había vuelto a corear la víspera en el Congreso. Esta vez ha sido un Abascal que hablaba de lo que “le preocupa a la gente”, del paro, de la inflación, del sufrimiento de los “humildes y las clases medias”, de la “miseria y la desesperanza”. El único rastro del discurso habitual de la extrema derecha en el Abascal de este miércoles ha sido su crítica al abandono de la energía nuclear o del diésel. “Su transición ecológica es un timo”, ha sentenciado.
Sánchez ha intentado buscarle aludiendo a sus aliados internacionales, al húngaro Viktor Orbán, “que identifica la homosexualidad con la pedofilia”, a la francesa Marine Le Pen, “que quiere sacar a Francia del euro” o al brasileño Jair Bolsonaro y su negacionismo antivacunas. Pero Abascal no estaba por esas este miércoles. Ni tampoco por hablar de ETA como Casado. El líder de Vox solo quería ejercer de portavoz de los problemas cotidianos de la gente y su réplica final a Sánchez se ha reducido a unas pocas palabras sin ningún adjetivo: “Factura de la luz, del gas y del diésel”.
Faltaba aún Gabriel Rufián, en su habitual papel de conciencia crítica de la izquierda. El portavoz de ERC ha insinuado que a Sánchez le gustaría que “el lobo de Vox se coma al PP” y le ha reconvenido: “¿Para qué lo quieren, para que Vox tenga 70 u 80 diputados? ¿Para tener a la señora Ayuso en lugar del señor Casado? El lobo siempre morderá, también a ustedes”. Sánchez ha negado la mayor ― “no me alegro del auge de la ultraderecha”― y ha respondido un tanto molesto, en tono de confesión personal: “Dentro de unos días voy a cumplir 50 años, nadie me da carnets de izquierda y menos ustedes”.