12-O, la fiesta nacional aún por definir
El acto del desfile se desarrollará en el mismo ambiente de agresividad política que el pasado año
Desde que Pedro Sánchez ostenta la Presidencia del Gobierno, han vuelto las cábalas sobre cómo transcurrirá la Fiesta Nacional del 12 de octubre. Nada irreparable ha ocurrido hasta ahora, y se mantiene la tradición de que los presidentes socialistas —ahora Sánchez, antes José Luis Rodríguez Zapatero— sean abucheados e increpados desde las tribunas de invitados, cada vez situadas más lejos del lugar de la celebra...
Desde que Pedro Sánchez ostenta la Presidencia del Gobierno, han vuelto las cábalas sobre cómo transcurrirá la Fiesta Nacional del 12 de octubre. Nada irreparable ha ocurrido hasta ahora, y se mantiene la tradición de que los presidentes socialistas —ahora Sánchez, antes José Luis Rodríguez Zapatero— sean abucheados e increpados desde las tribunas de invitados, cada vez situadas más lejos del lugar de la celebración de los actos militares para amortiguar el ruido. El acto de este martes por la mañana, con el desfile militar reducido por presupuesto y por la covid —aunque menos que la pasada edición con la pandemia desbocada— se desarrollará en el mismo ambiente de agresividad política que el pasado año.
Los socios externos del Gobierno, independentistas y nacionalistas, no asistirán a la celebración, en coherencia con su concepto de nación. Tradicionalmente han sido refractarios a asistir a desfiles y a acudir al Palacio Real en respuesta a la invitación cursada por los Reyes de España a las instituciones del Estado. El respeto institucional de Unidas Podemos se expondrá sin tacha alguna. Todos sus ministros estarán presentes, como siempre han estado desde que formaron coalición con el PSOE, con la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, a la cabeza. El pasado año fue Pablo Iglesias quién ocupaba ese lugar en la nomenclatura. No hubo nada especial, salvo frialdad mutua en el saludo con el Rey.
El Gobierno en pleno recibirá a los Reyes, a excepción de la ministra de Industria, Turismo y Comercio, Reyes Maroto, que asiste a las mismas horas a la reunión de comercio del G-20 en Sorrento (Italia). No habrá eco en las calles de Madrid del momento de reivindicación indigenista que viven en países de América del Sur y Central, a instancias de sus gobernantes. No lo habrá, pero esta es la peculiaridad de este 12 de octubre. Al auge en las exigencias a España de que pida perdón por “el genocidio” de indígenas, sin describir la Historia en su totalidad, se une el empeño del presidente estadounidense, Joe Biden, de obviar el protagonismo de los españoles en el descubrimiento de América, para dárselo a los italianos. En la oposición política a la celebración del 12 de octubre, solo ERC la ha expresado con una iniciativa parlamentaria que pide que se elimine el desfile militar y se dirija su coste a fines sociales. Una celebración nacional no del todo definida.