Los dos montañeros atrapados tres días en un risco de los Picos de Europa: “No podíamos dormir porque podíamos deslizarnos”

La Guardia Civil de Asturias culmina el rescate de dos vecinos con amplia experiencia en montaña que quedaron aislados en una zona de precipicios

Momento del rescate desde un helicóptero de la Guardia Civil en Picos de Europa. En vídeo, las imágenes del rescate este martes. Vídeo: GUARDIA CIVIL / EFE

A mediodía de este martes, José Antonio García vio un helicóptero acercarse de frente hacia la repisa de dos metros en la que se encontraba. Era la Guardia Civil. Por fin lo habían localizado. Había pasado tres largos días atrapado junto a su amigo y compañero en la montaña Ramón González en la parte asturiana de los Picos de Europa, rodeados por un precipicio. En esos tres días no era la primera vez que veían a los rescatistas sobrevolar la zona donde se hallaban. González cuenta que, debido a una pista incorrecta, los rescatistas ha...

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A mediodía de este martes, José Antonio García vio un helicóptero acercarse de frente hacia la repisa de dos metros en la que se encontraba. Era la Guardia Civil. Por fin lo habían localizado. Había pasado tres largos días atrapado junto a su amigo y compañero en la montaña Ramón González en la parte asturiana de los Picos de Europa, rodeados por un precipicio. En esos tres días no era la primera vez que veían a los rescatistas sobrevolar la zona donde se hallaban. González cuenta que, debido a una pista incorrecta, los rescatistas habían sido desviados hacia una parte alejada de donde ellos estaban. Y que los vieron pasar de largo mientras ellos seguían bloqueados en su risco.

Sanos y ya salvos, ambos montañeros cuentan por teléfono que partieron antes del amanecer del domingo de su pueblo, Corrales de Buelna (Cantabria). El objetivo era llegar bien temprano, a eso de las 7.30, a la localidad asturiana de Poncebos, desde donde parte la ruta del Cares, que planeaban recorrer durante el día. Si todo iba bien volverían a casa a las 18.30. Pero eso no sucedió. Una pequeña distracción y la niebla los sacaron del camino, según explica García. Cuando se dieron cuenta de que se habían equivocado de camino, decidieron seguir adelante en lugar de intentar regresar sobre sus pasos, pero acabaron atrapados en una pequeña plataforma que daba a una cornisa con unos 15 metros de caída. Entonces tuvieron que tomar una elección difícil, pero segura: se quedarían ahí hasta que alguien los encontrase.

José Antonio García cuenta que pasadas las horas su mayor preocupación era saber que los esperaban en casa. “Solo pensaba, ‘si pudiera tener un teléfono para llamar a la mujer y decirle que tardaré unos días”, bromea este martes. Sin embargo, lo peor llegó unas horas más tarde, cuando cayó la noche, según explica su compañero Ramón: “Las noches fueron lo peor. No podíamos dormir porque podíamos deslizarnos y el frío de las noches era insoportable”. Aun así, tuvieron suerte. Estaban atrapados en la Canal de la Ría, por donde baja el agua del deshielo y bebiéndola y comiendo unas barras energéticas que habían llevado para el día pasaron las tres jornadas.

Las labores de búsqueda comenzaron el mismo domingo, ya por la noche, tras recibir una llamada desde Corrales de Buelna (Cantabria) que alertaba de que ambos, veteranos montañeros, no habían regresado de su excursión. Una patrulla de Seguridad Ciudadana encontró la furgoneta en la que se habían desplazado para iniciar la caminata aparcada al inicio del sendero. Ya la mañana del lunes, efectivos del Grupo de Rescate Especial de Intervención en Montaña (GREIM) de la Guardia Civil, voluntarios, amigos y familiares empezaron a recorrer la ruta en su búsqueda, sin éxito, una labor que se extendió durante casi dos días.

Los rescatistas habían recorrido un área próxima donde se encontraban desde la mañana del lunes. Mientras, los montañeros perdidos tomaban la iniciativa. Los móviles les resultaban inútiles. Habían intentado llamar al 112, pero no tenían cobertura. Recurrieron a algo más sencillo: los silbatos que llevaban sus mochilas y a toda la fuerza de sus pulmones. Así pidieron auxilio una y otra vez, hasta que fueron oídos. “No sé quién nos escuchó, pero me gustaría saberlo para agradecérselo”, comenta José Antonio García.

Otros senderistas, que escucharon los silbidos de auxilio a una distancia de unos cinco kilómetros, alertaron a los rescatistas. Los dos amigos se encontraban en efecto en una zona de difícil acceso, en la Canal de la Ría, a 1.500 metros de altitud, rodeados de precipicios. El equipo del GREIM necesitó del apoyo de un helicóptero y una grúa para sacarlos de la inhóspita área. Por suerte, en buenas condiciones.

Tras el rescate, ya en Poncebos los esperaban familia y amigos. “Ver a infinidad de amigos, saber que otros apasionados de la montaña nos estaban buscando con tanto esfuerzo, fue muy gratificante”, cuenta Ramón González, rodeado de gente y de vuelta a su natal Corrales de Buelna. José Antonio García coincide. La montaña les ha dado una advertencia seria, pero volverán a ella: “Nunca nos había pasado algo así, pero de momento será parar solo un tiempo y luego seguir”.

González y García suman un total de 24 años de experiencia en montañismo —20 el primero y cuatro el segundo— pero creen que lo que les ha sucedido a ellos le podría pasar a cualquiera. Fuentes policiales conocedoras de la actividad del equipo de rescate creen que los deportistas, ambos de más de 40 años, actuaron correctamente: al saber que estaban fuera de ruta, pararon y esperaron a ser hallados. El descenso que tenían que realizar para salir requería de un equipo especial y podía salir muy mal. Finalmente la decisión fue pragmática, según García: “Al final estábamos bien, no queríamos arriesgar”. Y subraya: “No estábamos perdidos, siempre supimos dónde estábamos”.

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