La chispa que encendió la ira en Linares

Los disturbios tras la detención de dos agentes por dar una paliza a un vecino estallaron ante el hartazgo por la crisis

Disturbios de manifestantes en Linares (Jaén), este sábado.Foto: POLICÍA NACIONAL / EUROPA PRESS
Jaén -

Linares (Jaén, 57.300 habitantes) amaneció este domingo en una calma tensa con la resaca de los graves disturbios vividos la noche del sábado. Una turba ciudadana lanzó su ira contra la policía, tras la brutal agresión que un vecino y su hija menor de edad sufrieron a manos de dos agentes de la Policía Nacional este viernes. Ambos ingresaron en prisión provisional acusados de lesiones agravadas por el empleo de métodos o formas peli...

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Linares (Jaén, 57.300 habitantes) amaneció este domingo en una calma tensa con la resaca de los graves disturbios vividos la noche del sábado. Una turba ciudadana lanzó su ira contra la policía, tras la brutal agresión que un vecino y su hija menor de edad sufrieron a manos de dos agentes de la Policía Nacional este viernes. Ambos ingresaron en prisión provisional acusados de lesiones agravadas por el empleo de métodos o formas peligrosas para la salud física con “ensañamiento”, según ha informado este lunes el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.

Señales de tráfico caídas, contenedores destrozados y escaparates comerciales dañados fueron las huellas que dejaron las protestas. Los altercados se saldaron con dos manifestantes “heridos leves”, un hombre y una mujer que fueron atendidos en el hospital por “un único disparo” de postas que, presuntamente —siempre según la versión del portavoz policial— habría sido consecuencia de “un lamentable error”. La Policía ha abierto “una investigación interna” para aclarar lo sucedido, que “pudo deberse a un equívoco de munición al cargar la escopeta”.

Además 14 personas fueron detenidas (este domingo quedaron en libertad condicional) y una veintena de policías antidisturbios resultaron heridos de carácter leve. “Sentí vergüenza como linarense, no hay nada que justifique estos incidentes”, decía Trini López, que vive junto a los juzgados de la ciudad, donde arrancaron los incidentes. Linares mantenía un fuerte dispositivo policial de vigilancia en sus principales arterias.

Este episodio que ha traslado la memoria colectiva de esta ciudad a las movilizaciones por la crisis de Santana Motor, de la que ahora se cumplen 10 años de su cierre, se desató la tarde del viernes en una céntrica cafetería linarense. Carlos Mendoza, de 49 años y empleado de una empresa de limpieza, chocó fortuitamente con uno de los agentes, que estaban fuera de servicio y vestían de paisano. “Ya estamos empatados, gilipollas”, le espetó el policía, según el relato de los hechos que ofrece Javier Prieto, que acompañaba a su cuñado y que fue quien grabó el vídeo en el que un agente se jacta de lo sucedido. “Me quería comer la cara”, dice en el vídeo, en el que justifica la agresión posterior a la hija de Mendoza “por meterse donde no debía”.

Prieto asegura que los agentes le doblaron los dedos y lo amenazaron, sin éxito, para que dejara de grabar. El domingo, Mendoza y su hija se recuperaban ya en su domicilio de las heridas recibidas, múltiples contusiones. Los agentes y las víctimas no se conocían de nada, por lo que se descarta cualquier rivalidad anterior que explicara lo sucedido.

El titular del Juzgado número 3 de Linares decretó, ya bien entrada la madrugada del domingo, prisión provisional para los dos agentes, uno de ellos el subinspector de la comisaría. Aunque ambos esgrimieron su derecho a no declarar, el juez les ha imputado los delitos de lesiones, detención ilegal y torturas, según avanzó Canal Sur. Al mismo tiempo, la Dirección General de la Policía (DGP) que, al igual que ha hecho la Subdelegación del Gobierno, ha condenado la actuación policial, ha abierto un expediente disciplinario a los agentes que, según coinciden en señalar numerosos vecinos, ya habían protagonizado con anterioridad incidentes similares. “La suerte es que lo de ahora se ha podido grabar, o si no seríamos nosotros los que estaríamos en el calabozo”, sostenía este domingo Javier Prieto, cuñado del agredido.

Estupefacción y hartazgo

El sentimiento que invade a un buen número de linarenses tras estos graves incidentes es de estupefacción, pero también de hartazgo. “No podemos seguir así, Linares no levanta cabeza”, señala María José Camacho, en paro desde hace un decenio, que, junto a su marido, Santiago Rodríguez, participó en las protestas vecinales del sábado. Ambos destapan el caldo de cultivo que, como coinciden en señalar muchos vecinos, ha encendido la mecha del polvorín social en el que vive la ciudad española con mayor tasa de paro, por encima del 30% y que llega al 50% de paro juvenil. La Policía atribuye estos enfrentamientos a grupos violentos minoritarios de jóvenes y entre los detenidos hay incluso menores de edad.

“Nada puede justificar estos incidentes, pero está claro que la escalada del paro y la falta de expectativas de los jóvenes han contribuido a estas protestas”, señalan Francisco Nájera y Vanesa Linares, jóvenes empleados de una gasolinera de Linares que, aunque se desmarcan de los grupos violentos, sí que ven conexión entre las protestas y la situación socioeconómica del municipio.

“Llevamos demasiado tiempo de crisis en crisis”, ha reconocido el alcalde linarense, Raúl Caro (Cs). El Ayuntamiento, que se apresuró a condenar la actuación de los dos policías, ha valorado entre los 25.000 y los 30.000 euros los daños en el mobiliario urbano por los disturbios. “Es el momento de dejar actuar a la Justicia”, señaló el regidor linarense llamando a la calma de la población. Y el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, trasladó su apoyo a Linares y pidió “confianza en el Estado de Derecho”.


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