Opinión

Gasolina o agua: Puig y Oltra eligen manguera

La estabilidad del Consell requiere que sus dos principales representantes dialoguen y se cuenten cara a cara lo que hasta la fecha se han callado o dicho a través de intermediarios

El presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, y la vicepresidenta Móncomparecen con motivo de su primer año de Gobierno.Mònica Torres

Siguen aflorando graves tensiones internas en el Gobierno del Botánico. A punto de cumplirse un mes desde que su vicepresidenta, Mónica Oltra, decidiese pasar a la acción y aplicar la máxima podemita según la cual si el conflicto no se hace público, no existe, hemos llegado al momento en que ya nadie se esfuerza en disimular que sí, que el conflicto existe. Y que viene de lejos. Los gobiernos de coalición —eso es el Botánico— son muy frágiles, y los apuros surgen cuando la desconfianza entre sus miembros desplaza...

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Siguen aflorando graves tensiones internas en el Gobierno del Botánico. A punto de cumplirse un mes desde que su vicepresidenta, Mónica Oltra, decidiese pasar a la acción y aplicar la máxima podemita según la cual si el conflicto no se hace público, no existe, hemos llegado al momento en que ya nadie se esfuerza en disimular que sí, que el conflicto existe. Y que viene de lejos. Los gobiernos de coalición —eso es el Botánico— son muy frágiles, y los apuros surgen cuando la desconfianza entre sus miembros desplaza a la lealtad y la obligación de cooperar.

La última en añadir gasolina al incendio fue la consellera de Justicia, Gabriela Bravo, al aprovechar el pasado miércoles una entrevista ante las cámaras de À Punt para enviar un mensaje inequívoco a su cordial enemiga, la vicepresidenta Oltra: “O aportas, o te apartas”. Una frase magnífica, sin dudas, con una carga de profundidad rotunda. Cabe felicitar al autor: sea la propia consellera o alguno de los logógrafos a sueldo que, cual émulo de Ted Sorensen, considerado el príncipe de los logógrafos, se afana en redactar discursos para que otros los pronuncien. De Sorensen es la máxima: “No pienses en lo que tu país puede hacer por ti, sino en lo que tú puedes hacer por tu país”, bella locución que John Kennedy hizo suya.

¿Existe una estrategia para desalojar a Mónica Oltra del Consell? Todo parece indicar que sí. Por qué y para qué son incógnitas para las que ni la propia aludida parece tener respuesta. Si interpretamos mal las señales de humo que se emiten desde Presidencia, en manos de su titular, Ximo Puig, recae la responsabilidad de apagar el fuego con el agua de una reunión a dos bandas, mano a mano con su vicepresidenta, para poner punto y final a esta escalada de despropósitos que amenaza la estabilidad del ejecutivo autonómico y proporciona munición a la oposición. Además de resultar un espectáculo bochornoso en plena pandemia, con miles de contagiados y decenas de muertos cada semana, tragedias que se suman a las de quienes han visto desestabilizadas sus economías o postradas sus expectativas vitales: el paro juvenil anda desbocado en la Comunidad Valenciana.

El próximo martes, por la tarde, hay convocada una reunión de la comisión de seguimiento del Pacto del Botánico. Dicen que ya estaba prevista y que los últimos rifirrafes hechos públicos no han acelerado el calendario. Desconfiamos de la utilidad de la cita si previamente Ximo Puig y Mónica Oltra no hacen lo propio. Todo apunta a que en la próxima semana intentarán fumar la pipa de la paz.

La estabilidad del Consell requiere que sus dos principales representantes dialoguen y se cuenten cara a cara lo que hasta la fecha se han callado o dicho a través de intermediarios, reconozcan errores y hagan propósito de enmienda para que el tiempo que resta de legislatura se desenvuelva sin más sobresaltos que los derivados de la situación sanitaria, económica y social que la pandemia ha provocado.

El perímetro de la crisis parecía controlado hasta el momento. Puig no respondía a los embistes de Oltra —también el silencio es una respuesta— y esta bregaba en solitario, en orfandad política, sin recibir apenas apoyos de dirigentes de Compromís. El asunto quedaba acotado a un desencuentro personal del que no eran partícipes el resto de altos cargos y dirigentes de Compromís. Eso ha cambiado: prebostes de la coalición nacionalista han salido en auxilio de Oltra, en público y en privado, cerrando filas en torno a su figura y recordando a Puig y al PSPV-PSOE que no se puede gobernar en solitario cuando dependes de los votos de terceros. Hasta el intento de erigir a Joan Baldoví como candidato alternativo a Oltra en la próxima contienda electoral ha pinchado en hueso porque el aludido no está por la labor de prestarse al juego y asumir el encargo.

Un colega y amigo, buen conocedor de los entresijos del Gobierno del Botánico, me confiaba frente a un café días atrás: “Dos decisiones van a marcar lo que queda de legislatura: que Puig y Oltra sean capaces de superar la desconfianza que se ha instalado entre ellos, y cuándo y cómo se convocan las próximas elecciones autonómicas; es decir, en solitario, en concurrencia con las Generales como en 2019, o al estilo clásico, junto con las municipales”. Tiene razón. Esa será otra batalla.

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