Las losetas de la memoria llegan a Soria
El Ayuntamiento ha financiado la fabricación de 22 adoquines dorados para recordar a los prisioneros en los campos de concentración de Mauthausen y Gusen
Los barrios judíos de las grandes capitales europeas están salpicados de piedras de la memoria, pequeños adoquines incrustados en las aceras que recuerdan a las víctimas del Holocausto. El artista alemán Gunter Demnig comenzó a colocar las stolpersteines (piedras obstáculo, en alemán), esas losetas doradas que hacen a la gente tropezar en su camino y contribuyen a tomar conciencia del horror nazi, a principios de la década de los noventa en Colonia. Y, desde entonces, han sido acomodadas unas 75.000 en decenas de ciudades, Madrid entre ellas. En vísperas del Día de Homenaje a los españoles dep...
Los barrios judíos de las grandes capitales europeas están salpicados de piedras de la memoria, pequeños adoquines incrustados en las aceras que recuerdan a las víctimas del Holocausto. El artista alemán Gunter Demnig comenzó a colocar las stolpersteines (piedras obstáculo, en alemán), esas losetas doradas que hacen a la gente tropezar en su camino y contribuyen a tomar conciencia del horror nazi, a principios de la década de los noventa en Colonia. Y, desde entonces, han sido acomodadas unas 75.000 en decenas de ciudades, Madrid entre ellas. En vísperas del Día de Homenaje a los españoles deportados y fallecidos en Mauthausen y en otros campos y a todas las víctimas del nazismo de España, que se celebra el 5 de mayo, Soria ha recibido 22 de estos reducidos bloques de cemento recubiertos en una de sus caras por una fina capa de latón en la que está grabado el nombre de los prisioneros en Mauthausen y Gusen. Eran, en su mayoría, exiliados republicanos que cruzaron los Pirineos en los últimos meses de la Guerra Civil para integrarse en el Ejército francés o en la Resistencia.
La inscripción que figura en las stolpersteines incluye el nombre, año y lugar de nacimiento, fecha de la detención y deportación a los campos de exterminio y, en muchos casos, del asesinato. En contadas ocasiones fueron liberados. “En Rebollar nació Víctor Martínez Crespo. 1897. Detenido 1940. Deportado 1941. Mauthausen. Asesinado 14.9.1941. Gusen”, reza una de las losetas, que han sido posibles gracias a la paciente labor la asociación Recuerdo y Dignidad, embarcada en la recuperación de la memoria histórica. Esta entidad ha recopilado datos sobre las familias de los deportados sorianos en campos nazis buceando en los archivos nacionales e internacionales. Los nombres los 4.427 españoles que perdieron la vida en los campos nazis durante la Segunda Guerra Mundial fueron publicados el verano pasado en el BOE. El presidente de la asociación memorística, Iván Aparicio, ha podido comprobar lo que los autores de la lista oficial temían: que muchos datos de apellidos o lugares de origen son erróneos porque muchos prisioneros de guerra tenían miedo de que hubiera represalias contra sus seres queridos o compañeros políticos.
Las stolpersteines destinadas a Soria no se ubicarán, como es habitual, en los lugares en los que nacieron o vivieron las víctimas. Serán agrupadas en la plaza del Vergel, en el centro de la ciudad. La financiación corre a cargo del Ayuntamiento de Soria, encabezado por el socialista Carlos Martínez, que ha dotado una partida específica a la memoria histórica.
Aparicio confía en que el propio Demnig fije las piedras del recuerdo en su destino final. El escultor y artista alemán considera que con cada letra grabada a golpe de martillo, las palabras adquieren un nuevo significado. Sus stolpersteines se han convertido en el lugar conmemorativo descentralizado más grande del mundo. “Con la colocación, no solo se pretende homenajear a las víctimas del infierno de los campos de concentración nazis, sino también subrayar cuál es el fundamento de nuestra relación en sociedad, la democracia y la propia libertad”, reflexiona Aparicio. Añade que los sorianos llegaron a los campos de concentración por tres caminos principales: las Compañías de Trabajadores Españoles del Ejército Francés, que eran enviados a campos de prisioneros de guerra y luego al campo de Mauthausen; el tristemente famoso Convoy 927, en agosto 1940, y la deportación política de 1944. La media de edad de los capturados por los nazis era de 31 años. Fueron encerrados en nueve campos de concentración. Por allí pasaron un total de 16. De ellos, 10 murieron en Gusen, uno en Mauthausen y cuatro soportarían las durezas del campo hasta ser liberado el 5 de mayo de 1945 por las tropas aliadas.