Una ruta por Rumania: del castillo de Drácula a la capital, Bucarest, en siete paradas icónicas
Viajar a Rumania es hacer una inmersión en un territorio aún virgen, una oportunidad para salir de los tópicos y adentrarse en su verdadera esencia
Rumania es un país fascinante, además de uno de los más poblados y grandes de la Unión Europea. La región de los Cárpatos ha sido a lo largo de los siglos una frontera permeable y rica que ha sabido fusionar la cultura y tradiciones del norte eslavo con las del sur mediterráneo desde los tiempos en que fuera la Dacia romana. Asimismo, fue un dique de contención, primero contra los tártaros, más tarde frente a la onda expansiva del islam. Muchos de sus monasterios, además de protegerse como auténticas fortalezas, se cubrieron de arriba abajo con pinturas murales, tanto en su interior como en el exterior, lo que les ha valido el título de patrimonio de la humanidad.
Su relativo aislamiento favoreció que allí se ubicaran leyendas tan fértiles como la del conde Drácula (la novela de Bram Stoker ha sido versionada más de 200 veces al cine), y también que llegaran a nuestros días ciudades medievales casi intactas como la bella Sibiu, numerosos castillos y catedrales, costumbres, gastronomía y paisajes de gran belleza.
Quizá no sepas aún que el país cuenta con ocho lugares patrimonio de la humanidad, entre los que se encuentran las iglesias de Moldavia, las fortalezas dacias de las montañas de Orastie, el centro histórico de Sighisoara, el monasterio de Horezu y el delta del Danubio. Hay más, solo en este país encontrarás un “cementerio alegre”, que está ubicado en el pueblo de Maramures. Aquí, tanto la muerte como la alegría forman parte de lo mismo. Además, cuenta con el edificio administrativo más grande y pesado del mundo: el Palacio del Parlamento en Bucarest, también conocido como “la Casa del Pueblo”.
Y si hablamos de su naturaleza, Rumania puede presumir de conservar el mayor número de osos pardos de Europa. Se calcula que puede haber unos 9.000 ejemplares. También de conservar la escultura rupestre de roca más grande del continente. Hablamos del Decébalo, que representa al último rey de Dacia. Se trata de la talla de piedra más alta de Europa, con 42,9 m de altura y 31,6 m de ancho. El hombre que tuvo la idea de realizar esta escultura fue el historiador Iosif Constantin Dragan.
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Bucarest, la capital
Todo viaje a Rumania debe empezar por conocer la capital del país. Bucarest, considerada “el pequeño París del Este”, es una ciudad de amplias avenidas, edificios al estilo francés y mucha vegetación gracias a sus numerosos parques y jardines. En la visita a la ciudad no hay que perderse el Arco de Triunfo, construido en 1921 para celebrar la victoria de Rumania en la I Guerra Mundial, la plaza de la Unión, la plaza de la Universidad, la plaza Romana y la plaza de la Victoria. A sus numerosas plazas hay que añadir la parada de rigor en el Palacio del Parlamento, el segundo edificio administrativo más grande del mundo después del Pentágono de Estados Unidos y también uno de los más caros del mundo. Tampoco el Museo del Pueblo, al aire libre, donde se pueden admirar diferentes estilos de arquitectura de casas de varias partes de Rumania. Y, por supuesto, un paseo por el casco antiguo de la ciudad, uno de los lugares turísticos por excelencia de Rumania.
Bran, el castillo de Drácula
La región más visitada de Rumania, Transilvania, está marcada por la leyenda del escritor irlandés Bram Stocker y su célebre novela vampírica Drácula, escrita en 1897. En Bran se encuentra el misterioso castillo de Bran, que fue construido a finales del siglo XIV por los sajones de Transilvania y sirvió como aduana entre Transilvania y Valaquia durante muchos siglos. Muy cerca también se puede visitar el castillo de Peles, edificado a mediados del siglo XIX, de estilo neorrenacentista alemán y considerado uno de los castillos más bellos del mundo.
Prejmer, patrimonio de la humanidad
El pequeño pueblo de Prejmer cuenta con una de las iglesias de Rumania más alardeadas. Entre las peculiaridades que la hicieron ser catalogada por la Unesco como patrimonio de la humanidad destaca que fue construida por los caballeros teutónicos a principios del siglo XIII. Dentro de la fortificación se pueden encontrar 272 habitaciones, una para cada familia de la aldea, una iglesia acabada en 1225 y una escuela. De camino puedes conocer y parar en el lago Rojo, el mayor lago natural de monte en Rumania.
Brasov
La ciudad de Brasov es una de las más visitadas de Rumania, seguramente sea porque conserva muchos monumentos de estilo gótico, barroco y renacentista. Es, además, la Corona de Transilvania, y cuenta con un casco antiguo de película (de hecho, ha sido escenario cinematográfico en numerosas ocasiones). No te pierdas la plaza del Consejo, la iglesia de San Nicolás, la iglesia Negra ni la fortaleza de Brasov.
Además, la ciudad es un punto estratégico para conocer otros lugares de interés turístico como los monasterios de Moldavia del norte, los balnearios del Mar Negro y la región de Maramures.
Bucovina y su monasterio pintado
En la ciudad de Bucovina se encuentra una de las joyas arquitectónicas del país, los monasterios pintados. Los más importantes son el monasterio de Moldovita, el monasterio de Sucevita y el monasterio de Voronet, que fue construido a finales del siglo XV por Esteban el Grande y es mundialmente conocido como la Capilla Sixtina del Este debido a sus impresionantes pinturas interiores y exteriores con un intenso tono azul, el llamado azul de Voronet.
Sighisoara, la fortaleza medieval de las nueve torres
La ciudadela de Sighisoara es una de las fortalezas medievales más importantes de Europa. Con sus nueve torres, calles adoquinadas y coloridas casas, es, además, una de las pocas que aún se habitan en el mundo, por ese motivo fue catalogada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1999.
Sibiu, la ciudad más bella de Transilvania
Ocupa el final de este itinerario, un lugar bellísimo en Rumania. Sibiu fue colonizada por los sajones alemanes en el siglo XII y conserva hasta hoy en día su maravilloso casco antiguo, coloridas casas, grandes plazas y muchas leyendas. El recorrido por Sibiu debe incluir una parada en la plaza Mayor, donde se puede admirar la iglesia católica y el palacio Brukenthal. Luego, hay que ver la plaza Menor, el puente de los Mentirosos y la plaza Huet.
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