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Por Paco Nadal

Un paseo por Lübeck, la ciudad de tres premios Nobel y 11 museos

La localidad portuaria del norte de Alemania es una oportunidad para aprender sobre Thomas Mann, Willy Brandt, Günter Grass, la Liga Hanseática o el mazapán. Además, sorprende con un casco histórico patrimonio mundial y una fachada fluvial digna de postal

Edificios históricos en el Altstadt de Lübeck, el casco histórico de la ciudad alemana declarado patrimonio mundial.Ralph Hoppe (Getty Images/iStockphoto)

Lübeck no es una ciudad museo, le gusta decir a los lübeckers. Sin embargo, tiene 11 en total, tres de ellos dedicados a otros tantos premios Nobel que ha dado esta urbe portuaria del norte de Alemania. Un récord increíble si tenemos en cuenta que es una pequeña capital de apenas 220.000 habitantes. Aunque, en realidad, nacidos aquí son solo dos Nobel: Thomas Mann, escritor y autor, entre otros, de La montaña mágica (1924)...

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Lübeck no es una ciudad museo, le gusta decir a los lübeckers. Sin embargo, tiene 11 en total, tres de ellos dedicados a otros tantos premios Nobel que ha dado esta urbe portuaria del norte de Alemania. Un récord increíble si tenemos en cuenta que es una pequeña capital de apenas 220.000 habitantes. Aunque, en realidad, nacidos aquí son solo dos Nobel: Thomas Mann, escritor y autor, entre otros, de La montaña mágica (1924), y Willy Brandt, político socialdemócrata y canciller de la Alemania Occidental entre 1969 y 1974. El tercero, Günter Grass, novelista y poeta, vino al mundo en Gdansk (hoy Polonia), pero se enamoró del espíritu liberal, tolerante e intelectual de esta ciudad del Estado de Schleswig-Holstein, se estableció en ella durante los últimos años de su vida y en ella murió, el 13 de abril de 2015.

Lübeck es una ciudad medieval encantadora a orillas del río Trave que creció y se enriqueció al calor del comercio que generaba su pertenencia a la Liga Hanseática. Aquellos comerciantes medievales levantaron sus ricas mansiones y sus gigantescos almacenes de fachadas triangulares en la ribera del río, además de iglesias patrocinadas por los diversos gremios, palacios, muelles y sistemas defensivos. Incluida la enorme puerta Holsten, icono urbano desde su construcción en 1159, acceso principal a la ciudad amurallada y hoy un tanto perjudicada porque el terreno fue cediendo y se ha ido inclinando, sin llegar a los niveles de la de Pisa. Sobre su frontis reza aún el mismo lema que en aquellos tiempos de bonanza comercial: “Concordia domis foris pax” (armonía en casa y paz afuera). Que los tumultos son malos compañeros de viaje para los negocios.

Vista de la Puerta Holsten de Lübeck (Alemania).paco nadal

Pese a sus encantos, no diría que Lübeck está entre las grandes ciudades monumentales y bien conservada de Alemania. De hecho, mi primera impresión fue de frialdad. El edificio del Ayuntamiento, por ejemplo, que cierra por un lado el Markt, es bellísimo, puro gótico alemán; pero en la otra esquina de la plaza se levanta una construcción moderna que rompe la unidad del espacio. Igual ocurre en algunas otras calles principales: los edificios medievales se alternan con otros más actuales, que imagino se reconstruyeron así tras los estragos de la II Guerra Mundial (la ciudad sufrió un terrible bombardeo el 29 de marzo de 1942). Pero es solo una primera impresión: apenas se le da una segunda oportunidad, los encantos de Lübeck terminan por atraparte.

La plaza Markt de Lübeck, donde se encuentra el ayuntamiento de la ciudad alemana.Ida Plaza

El Altstadt, la ciudad vieja, es una isla en forma de almendra delimitada por canales. Sobre sus tejados puntiagudos se elevan siete torres de cinco iglesias, todas construidas en ladrillo y estilo gótico. Los más altos y significativos son los dos campanarios de Santa María, el templo principal, que con sus 124 metros de altura es uno de los mayores recintos religiosos alemanes. También es de reseñar la iglesia St. Jacob, con un órgano antiquísimo al que vienen a tocar estudiantes en prácticas de todo el país. Todo este Altstadt, declarado patrimonio mundial de la Unesco en 1987, es una sucesión de calles adoquinadas, fachadas con gablete y casas de ladrillo y tejado en fuerte pendiente. Entre unas y otras, salpicados por aquí y por allá, aparecen estrechos callejones que llevan a los famosos patios de Lübeck.

En la época de bonanza económica, el metro cuadrado de suelo era tan caro que solo los más ricos podían permitirse viviendas con fachada a las calles principales. Así que se fueron construyendo detrás de estos patios comunales con viviendas humildes y muy pequeñas para las clases trabajadoras y más necesitadas. También los ocupaban mujeres solteras o viudas que querían llevar una vida de recato, pero sin necesidad de entrar a un monasterio, como los famosos patios de beguinas de Ámsterdam. Hay más de 90 de estos patios comunales en Lübeck, algunos tan bonitos como el de Füchtingshof. Pese a su origen humilde, hoy son el objeto de deseo de profesionales de clase media alta que buscan aquí una vivienda o un estudio de trabajo en un lugar encantador con jardines y espacio para que se solacen los niños, sin ruido, sin peligro y sin molestias —más allá de las que ocasionamos los continuos grupos de turistas que entramos a ellos para fotografiarlos—.

Uno de los muchos patios comunales de la ciudad de Lübeck.Ida Plaza

La calle peatonal y la principal arteria comercial de Lübeck es Holstenstraße, que va desde Kohlmarkt hasta el río Trave. Está llena de tiendas, boutiques, restaurantes y cafeterías. Un lugar por donde pasarás una docena de veces durante tu estancia en la ciudad. Otra calle muy interesante es Hüxstraße, más alternativa y joven, también con muchos bares y cafeterías y tiendas más modernas e informales.

De los museos, además de los dedicados a los tres premios Nobel, es más que recomendable el Hansemuseum, donde descubrir la fascinante historia de los mercaderes medievales que formaron la Liga Hanseática, una federación de ciudades alemanas del Báltico que se unieron para fomentar el comercio y la seguridad entre los siglos XIV y XVII y que trajo gran prosperidad a la zona gracias al libre comercio y el florecimiento de una burguesía comercial. La Liga tenía su sede central precisamente en Lübeck.

Calle de la Ciudad Vieja de Lübeck.paco nadal

El museo de St. Annen está considerado uno de los más bellos del país. Ocupa un convento de 1502 construido por los mercaderes de la ciudad para acoger a las hijas que quedaban solteras. Su colección de arte religioso es de las mejores de Alemania e incluye el famoso retablo de la Pasión que Hans Memling pintó en 1491. Más goloso es el museo del Mazapán, que es el postre local por excelencia y los vas a encontrar en mil maneras y presentaciones en todas las pastelerías de la ciudad. Y si te van los temas marítimos, el museo del Mar de Lübeck exhibe una amplia colección de barcos, maquetas, artefactos navales y una reconstrucción de una bodega de carga de un barco de la Liga Hanseática. Además de una perspectiva fascinante sobre la relación de Lübeck con el mar. La web die-luebecker-museen ofrece información de los 11 museos.

El museo de St. Annen de Lübeck, que acoge una de las mejores colecciones de arte religioso de Alemania.Ida Plaza

Pero donde este lugar despliega todas sus excelencias, donde por fin te enamoras de la ciudad, es en su fachada fluvial. A lo largo de varios kilómetros, se suceden las típicas fachadas triangulares hanseáticas, los jardines, las terrazas, los pantalanes y los barcos veleros atracados que parecen sacados de una postal histórica. En una tarde soleada de primavera o verano, las riberas del Trave son una exaltación de la alegría de vivir, del disfrute de una ciudad pequeña, culta y tolerante. Hay multitud de gente en las terrazas, grupos de pícnic en los prados herbáceos. Y músicos callejeros, pandillas de amigos, parejas y forasteros en las escalinatas de Drehbrückenplatz, unas gradas de hormigón y madera en la margen derecha del río. Están construidas para eso, para disfrutar de la contemplación y del buen tiempo, y se llenan de gente al atardecer, mientras degustan un matjes (bocadillo de arenque) y una buena cerveza (en Alemania está permitido beber en la calle). Tiempo habrá para que vuelva el duro invierno báltico.

Disfrutando del atardecer en Drehbrückenplatz, en Lübeck.paco nadal

Cinco sitios donde comer en Lübeck

  • Schiffergesellschaft. Una taberna antiquísima fundada en el siglo XVI con maquetas de barcos y atmósfera muy marinera. Perfecta para ir a probar buen pescado.
  • Newport. Cocina internacional en un antiguo almacén a orillas del Trave, con mesas también en un pantalán sobre el río.
  • Vai. Cocina local en un ambiente moderno y de precio medio.
  • Fangfrisch. Frecuentado por gente local, una oferta de cocina alemana y especializada en pescado; precio medio.
  • Wullenwever. Algo más caro que los anteriores, cocina gourmet de fusión.

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