El Portugal que se saborea despacio
Entre megalitos, viñedos y pueblos blancos, el Alentejo atesora lo mejor del vecino atlántico. Bien cerca y sugerente
Hay lugares que invitan a bajar el ritmo, a ajustar el paso al compás de la vida local. En Portugal, ese lugar es el Alentejo, una región extensa, auténtica y luminosa que ocupa un tercio del país y se despliega entre el río Tajo y el Algarve. Un territorio de horizontes infinitos, pueblos blancos y un patrimonio que late en cada piedra, cada paisaje y cada mesa. Un destino perfecto para el viajero que busca naturaleza, cultura y experiencias que permanecen en la memoria. El Alentejo no se recorre: se vive. Sus ciudades monumentales, como Évora y Elvas, ambas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, son puertas a un viaje por la historia.
En Évora, la sorprendente Capilla de los Huesos recuerda la fugacidad de la vida, mientras que el acueducto y las murallas de Elvas narran antiguas batallas y resistencias. A pocos kilómetros, la región despliega otro de sus tesoros: los megalitos. El Cromlech de los Almendres, con sus 95 monolitos, es uno de los conjuntos megalíticos más importantes de Europa y un lugar privilegiado para recibir el amanecer.
Otra de las grandes razones para viajar al Alentejo es su red de rutas senderistas. La más famosa, la Rota Vicentina, propone cientos de kilómetros por una de las costas mejor preservadas del sur de Europa, combinando el mundo rural con acantilados y playas salvajes. En el interior, los Caminos de Santiago permiten adentrarse en parques naturales, dehesas y sierras en las que el silencio y el misticismo forman parte del paisaje. Para los amantes del motor, la histórica Nacional 2, la carretera portuguesa que atraviesa el país de norte a sur, es un viaje mítico comparable a la Ruta 66 americana. En su tramo alentejano, atraviesa lagunas, castillos y pueblos detenidos en el tiempo.
Naturaleza activa, gastronomía pausada
El mayor lago artificial de Europa, Alqueva, invita a navegar, remar o simplemente mirar el cielo: es el primer destino Starlight del mundo. El Alentejo también es tierra de surfistas, remeros, ciclistas y caminantes, aunque incluso en la actividad reina la calma. Aquí el tiempo se estira, se deja sentir, se convierte en un aliado para disfrutar sin prisas. Y cuando llega la hora de la mesa, el territorio despliega su mejor versión. El Alentejo es el mayor productor de vino del país y hogar del ancestral vino de talha, elaborado en tinajas de barro siguiendo técnicas romanas que hoy aspiran a ser Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco. Bodegas y alojamientos enológicos –como Herdade da Malhadinha, Torre de Palma o Herdade dos Grous– reinterpretan el lujo desde lo rural.
Évora y Elvas, ambas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, son puertas a un viaje por la historia
El mejor maridaje entre naturaleza y gastronomía son los proyectos de enoturismo y oleoturismo (aquí, “olivoturismo”): Mainova y su olivar milenario dejan boquiabierto al viajero. Este año, la región suma nuevas razones para visitarla. Entre ellas destacan alojamientos de alta gama como Quinta do Paral-The Wine Hotel, con 22 habitaciones de diseño inspiradas en la tradición vinícola de Vidigueira, u O Val Farmhouse, un retiro creativo de cinco habitaciones en el Alto Alentejo que combina arte y autenticidad rural. También se consolida la apertura del AP Lago Montargil Conference & SPA, con vistas panorámicas a la presa de Montargil.
Quizá la mejor palabra para resumir el espíritu del Alentejo sea vagar: vivir despacio, con intención, respirando cada momento. Una invitación que la región encarna en su paisaje, su patrimonio y su modo de vida. En un mundo que corre, el Alentejo propone detenerse. Y escuchar. Porque aquí el tiempo no se pierde, se gana. Cada viaje se convierte en un recuerdo que permanece mucho después de haber regresado a casa. Alentejo no solo se visita, se siente.
Quien viene, repite
En 2026, el Alentejo despliega cuatro citas imperdibles: las coloridas Fiestas de Campo Maior (8-16 agosto), con sus calles cubiertas de flores; Baixo Alentejo como Capital Europea del Vino, con rutas, catas y celebraciones; el vibrante FMM Sines (17-25 julio), icono de músicas del mundo, y el íntimo Festival de Música de Marvão (24 julio-2 agosto). Un verano lleno de cultura, emoción, paisajes y más descubrimientos.